El Caribe

La paz que no han tenido (3 de 3)

- MIGUEL GUERRERO

Tras la guerra de independen­cia, la ciudad quedó dividida. En poder de los judíos solo permaneció la parte nueva de Jerusalén. La Ciudad Vieja, con sus milenarias murallas y lugares santos, pasó a ser ocupada por Jordania. No fue hasta junio de 1967, cuando la ciudad fue reunificad­a e Israel estableció soberanía sobre toda ella, como resultado de la llamada Guerra de los Seis Días.

El vínculo de cada judío con Jerusalén ha sobrevivid­o a través de la historia. Cada día, en Israel o en la diáspora, se ha mantenido la tradición de rezar tres veces en dirección a la ciudad por el regreso a la misma. En la boda, el novio rompe una copa en el suelo en recuerdo de su destrucció­n y la del Segundo Templo y en caso de muerte, la forma usual de pésame era decirle al deudo que se c o n f o r ma r a con la reconstruc­ción de Jerusalén.

El 9 del mes AB (del calendario judío), aniversari­o de dos destruccio­nes de Jerusalén, es día de ayuno y duelo para los judíos. Y en el exilio, cada vez que un judío construía una casa dejaba generalmen­te un muro sin pintar en recuerdo de la destrucció­n de la ciudad.

Los pogromos que amenazaban cada día la existencia de las pequeñas comunidade­s hebreas en la Rusia zarista y la Polonia católica son ya cosas del pasado. Pero solo la anhelada paz con sus beligerant­es vecinos permitirá que judíos y palestinos puedan coexistir en paz dentro de fronteras seguras, sin que el fantasma de la confrontac­ión amenace el derecho de ambos pueblos a vivir en libertad de cara al futuro.

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