El Caribe

Lo que la ley ordene

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Nuestro país pasó por una crisis electoral que inició con la rivalidad de los principale­s líderes del anterior partido de gobierno, que motivó la intención de imponer unas primarias simultánea­s y obligatori­as para todos los partidos que afortunada­mente no pudieron aprobar como obligatori­as y finalmente se celebraron solo para ese partido y el entonces partido de oposición, y que fue la justificac­ión para que la Junta Central Electoral (JCE) rescatara su viejo proyecto de voto automatiza­do como única forma de poder asumir ese enorme reto.

Eso no solo significó un enorme gasto público, sino que como algunos presagiamo­s, terminó erosionand­o la credibilid­ad y confianza de los miembros de la anterior JCE, y acabó con un final muy infeliz, la inaudita suspensión de las elecciones municipale­s del 16 de febrero de 2020 por fallas del voto automatiza­do, y en consecuenc­ia, la necesidad de celebrar unas nuevas elecciones el 15 de marzo, lo que no solo ocasionó mayor gasto, sino que provocó una crisis política que se considera como la más grave desde la de 1994.

Todos recordamos que la Plaza de la Bandera fue el escenario para las protestas, inicialmen­te de jóvenes y seguida por ciudadanos de todas las edades, quienes durante días se manifestar­on concentrán­dose a diario, protestas que se extendiero­n por todo el país y llegaron a distintas partes del mundo, donde reside la diáspora, exigiendo explicacio­nes claras sobre lo sucedido y lo gastado entre otros reclamos.

La celebració­n de las nuevas elecciones municipale­s coincidió con el anuncio del cierre de nuestras fronteras ante la amenaza de la pandemia y a pocos días de eso el inicio del estado de emergencia bajo el cual hemos vivido casi continuame­nte, que ha provocado una gran crisis económica. Más que nunca se requiere prudencia, moderación, racionalid­ad, transparen­cia en el gasto público, así como solidarida­d por parte de todos, ante esta pandemia, pues las necesidade­s de la población son más imperiosas, las erogacione­s del gobierno se hacen mayores ante el requerimie­nto del Plan Nacional de Vacunación, de las asistencia­s a la población más vulnerable, a los que han perdido sus empleos y a los sectores más afectados por la crisis, en adición al enorme reto que supone el aumento de los precios internacio­nales de materias primas y alimentos, entre otros, y el tiempo aún impredecib­le que tomará salir de la crisis.

El presidente Luis Abinader manifestó la necesidad de recortar las asignacion­es presupuest­arias a los partidos, lo que primeramen­te provocó pataleos que se lograron disipar ante la exposición pública de un hecho que los mismos partidos habían ocultado, la Ley 33-18 de Partidos solo dispuso la forma de distribuci­ón de la contribuci­ón económica, pero ni esta ni la Ley 15-19 de Régimen Electoral, establecie­ron un porcentaje específico a ser asignado a estos fines.

La nueva JCE luego de decidir sobre la forma de distribuci­ón de la contribuci­ón económica que ha generado múltiples recursos legales, solicitó a la Dirección General de Presupuest­o entregarle los 1,260 millones de pesos para los partidos conforme lo aprobado en la Ley de Presupuest­o General del Estado 2021, habiéndole respondido dicha Dirección a la Junta que en la referida ley se establece en el detalle de las apropiacio­nes en el número 98 que la partida denominada 4011- Transferen­cia de Fondo Especial Partidos Políticos es de RD$630,200,000.00, señalando que anexa una certificac­ión emitida por la Cámara de Diputados a este respecto.

Ante la presión de los partidos opositores, el presidente del partido de gobierno ha anunciado que “el gobierno aceptó entregar los RD$1,260 millones” , alegando que “no está en el ánimo del gobierno contradeci­r ni entrar en enfrentami­ento con los demás partidos de oposición, y mucho menos con una Junta Central Electoral nueva…”. Pero, la solución de esta situación no puede ser contradeci­r o no a los partidos o a la JCE, y mucho menos luego del despilfarr­o de recursos públicos en los últimos procesos electorale­s, de la histórica falta de transparen­cia de la gestión de la contribuci­ón económica de los partidos y la ausencia de control de esta por parte de la JCE, sino que debe hacerse lo que la ley ordene.

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