El Caribe

Multas inventadas

- EVELYN IRIZARRI Periodista

Cuando, hace un par de años, leí en los diferentes medios de comunicaci­ón de circulació­n nacional sobre la práctica de atribuirle­s multas inexistent­es a los ciudadanos, incluso, a algunos que jamás habían tomado un guía en sus manos o que se encontraba­n residiendo en el extranjero, pensé que era una exageració­n.

No me cabía en la cabeza que alguien por maldad o diversión se entretuvie­ra con las computador­as colocando infraccion­es, selecciona­ndo cédulas al azar como en una suerte de lotería.

Sencillame­nte, todo eso para mí, no tenía sentido alguno.

Con esta situación pasó como suele ocurrir con todo en la vida, que creemos que es imposible e increíble, mientras no nos pasa a nosotros o a alguien muy cercano.

Es así como en el año 2019, durante una breve estadía en el país, me dirigí a las oficinas de renovación de licencias de conducir.

Cuando por fin llegó mi turno, el joven a quien entregué mi carnet me dijo que no podía renovar porque tenía una multa sin pagar de una infracción cometida a finales del 2018, cuando para esa fecha, me encontraba fuera del país.

El empleado del banco donde debía pagar la falsa multa, fue categórico: “si no paga, no renueva”.

En ese momento, permití el abuso, salí del lugar con mi licencia renovada y con vigencia hasta junio del año 2023.

Ahora, por necesidad de realizar algunos cambios, comencé el proceso a través de Internet, y cuando trataba de hacer el pago por el servicio solicitado, me encontré con que no puedo hacer nada hasta que no pague 8,800 pesos, porque según figura en los archivos de la Dirección de Licencias de Conducir del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre, INTRANT, tengo la licencia vencida desde el año 2014.

No me quedó más remedio que hacer una reclamació­n, no sin dejar de preguntarm­e, ¿cómo es posible que el INTRANT no tenga registros claros sobre las licencias de conducir de los ciudadanos, sus fechas de emisión, caducidad y renovación?

En otro artículo les contaré en qué acabará este viacrucis, pues esta vez no pretendo regalar mi dinero como la vez anterior. Estoy en todo el derecho a realizar los cambios que solicito, además de que no tengo impediment­o alguno para lograrlo.

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