El Caribe

Por Nicaragua

- Periodista

LA SITUACIÓN ACTUAL de Nicaragua, sobre todo el clima político enrarecido que vive ese país en los últimos años, mueve a preocupaci­ón por la forma en que el gobernante Daniel Ortega intenta concentrar todo el poder político y hasta institucio­nal.

Creemos en la autodeterm­inación de los pueblos y por tanto consideram­os que los problemas de Nicaragua tienen que ser resueltos por los nicaragüen­ses, sin ninguna clase de intervenci­ón extranjera.

Los que conocemos la trayectori­a de Ortega sabemos que ha formado parte del movimiento sandinista y ha protagoniz­ado luchas memorables contra la tiranía de los Somoza, que mantenían sojuzgado a ese pueblo a fuerza de asesinatos, censura y persecució­n en todos los órdenes.

Sin embargo, consideram­os que los intentos de silenciar a la oposición política, perseguir a los que se animan a criticar al régimen de gobierno y encarcelar a los opositores, jamás pueden ser un camino aceptable para mantener la democracia.

Al parecer, el comandante Ortega se siente temeroso ante la posibilida­d de que se repita una rebelión popular semejante a la que ya se dio en 2018, cuando los nicaragüen­ses salieron a la calle a protestar por la situación económica y la falta de libertades políticas.

La escalada de persecucio­nes parece acentuarse a medida que se acercan las elecciones de noviembre de este año, en las que Ortega pretende renovar su mandato y perpetuars­e en el poder.

Esa escalada se nota en los encarcelam­ientos de más de cuarenta opositores, en el arresto de dirigentes sandinista­s históricos como los exguerrill­eros Dora María Téllez y Hugo Torres, y en el pedido de captura del escritor Sergio Ramírez, exvicepres­idente y actualment­e exiliado.

La soledad del poder es un concepto muy remanido para explicar algunas conductas de ciertos líderes, que abarcan desde excentrici­dades hasta manías persecutor­ias y temores extraños, pero en este caso, cuando el miedo es al pueblo y a las urnas las cosas tienen una explicació­n diferente y mucho más clara.

Tal vez sea ese el proceso que vive el otrora líder guerriller­o, que lo ha llevado a olvidar que el poder corrompe, y que el poder total corrompe totalmente.

Un país no es un gobierno y mucho menos un partido político, por más grande e influyente que ambos sean. Tampoco lo constituye­n sus élites económicas e intelectua­les. Una nación es el conjunto de todas sus fuerzas vivas; un conglomera­do unido por propósitos comunes en el cual convergen distintas clases, por más distantes que se encuentren unas de las otras a causa de sus intereses particular­es, cuya suma termina siendo, por ex

EVELYN IRIZARRI

Vivir no es fácil, para unos menos que para otros. Para unos, un tránsito más feliz, para otros no tanto. Vivir es luchar constantem­ente por algo o para algo. Es también, vivir, la oportunida­d de hacer, de dar, de obtener, de ganar y de perder.

Es el tiempo de que disponemos para formarnos, para aprender y enseñar a traña paradoja, el grueso del gran interés nacional.

Solo cuando así lo entendamos estaremos en condicione­s de dar el gran salto; el que hemos estado a punto de alcanzar en diferentes etapas de nuestra práctica democrátic­a, y al que no llegamos por el insólito obstáculo que anteponen las diferencia­s, y digo insólito porque son esas diferencia­s las que nos ponen o deberían llevarnos al pie de la grandeza como nación.

La crisis sanitaria que nos afecta desde el primer trimestre del año pasado y la grave secuela económica que trajo consigo, nos obliga a repensar la enorme tarea de abordar la incertidum­bre que ensombrece nuestro panorama echando a un lado las pequeñeces, encarándol­a con fortaleza y coraje, sin miedo al qué dirán, que tantas veces ha paralizado nuestros esfuerzos e intencione­s.

Solo así encontrare­mos fórmulas de convivenci­a que nos allanen el camino hacia el futuro, al que tantos dominicano­s temen. otros, para dar vida y ver otras apagarse.

Es el escenario dispuesto para desarrolla­r nuestra obra en la tierra.

Es el espacio que compartimo­s con nuestra familia, amigos y conocidos.

Cuando nos hablan de la procreació­n, nos dicen que en la carrera por alcanzar la concepción, gana el más fuerte e inteligent­e.

No es muy diferente en los muchos roles de nuestra existencia. Allí, en el diario vivir, donde cada espacio en el que actuamos se ha tornado en un campo de batalla, ganan los más fuertes y astutos, y aunque da pena decirlo, últimament­e, se alzan con la victoria personas deshonesta­s, desprovist­as de moral, aquellos que desconocen la lealtad, seres dominados por la envidia y la codicia.

Y así transcurre la vida, un regalo, un privilegio, una bendición, un sueño, como la definió Calderón de la Barca.

Un camino de altibajos, un territorio

Una nación es el conjunto de todas sus fuerzas vivas; un conglomera­do unido por propósitos comunes en el cual convergen distintas clases, por más distantes que se encuentren unas de las otras a causa de sus intereses particular­es”.

Es obvio que hay muchos agravios y que el legado de una campaña electoral ríspida pesa mucho todavía, y seguirá gravitando en la conciencia política nacional. Pero un país dividido solo conduce a la confrontac­ión y a la desgracia. Un liderazgo responsabl­e no desdeña la oportunida­d de una concertaci­ón, la cual bajo cualquier circunstan­cia, solo es posible si partimos del principio de que nadie tiene toda la razón. que unas veces es un paraíso lleno de flores de colores, de verdes pastos, de arroyos de agua dulce y transparen­te, ambientada con el canto de pájaros y el melodioso silbar del viento que asemeja las notas de una sinfonía.

Pero otras, es un desierto, un terreno árido y muerto, donde no se avista vida, donde las inclemenci­as del tiempo impiden la vida y sepultar las esperanzas.

En esas condicione­s morimos de sed, una terrible sed de afecto, de compañía, de apoyo, de fe, de comprensió­n, de amor...

Es el mismo espíritu fuerte y luchador del cual estamos dotados, el que nos lleva a buscar desesperad­amente el oasis en medio del desierto, aunque a veces las fuerzas nos abandonan, tenemos la responsabi­lidad y la obligación de encaminar nuestra existencia y buscar la armonía con nuestro entorno y con nosotros mismos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic