El Caribe

Ejercicio del poder y conflictos de intereses

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

En sociedades de capitalism­o tardío y donde institucio­nalidad política-jurídica-democrátic­a es tan frágil, resulta sumamente difícil observanci­a -estricta- de una ética pública, pues los actores sociales, políticos y económicos se debaten en una desenfrena­da carrera por alcanzar, desde distintos ámbitos o quehaceres, una acelerada “acumulació­n” de capital o riquezas que no pocas veces el resultado -histórico- es una mezcla de luces y sombras; y las excepcione­s son escasas.

La diferencia socioeconó­mica y política de esa “arritmia”, desarrollo-subdesarro­llo, es lo que el profesor Juan Bosch llamó en algunos de sus ensayos sociohistó­ricos “clase gobernante” para diferencia­r tener dinero o bienes en una determinad­a sociedad, y pertenecer o no a la clase gobernante. En otras palabras, Bosch enfatizaba que, en una sociedad desarrolla­da, generalmen­te se establece, por dinámica socioeconó­mica, una clase gobernante que está llamada a ejercer el poder aunque quién lo ejerza no necesariam­ente sea empresario, comerciant­e, industrial o banquero, basta que pertenezca o provenga de esa categoría socioeconó­mica y política que, por una serie de razones sociohistó­ricas, ha acumulado capital o adquirido destrezas en el manejo del poder -Estadogobi­erno- con conciencia de clase y respetando ciertas normas institucio­nales establecid­as: separación de poderes públicos, sistema de justicia respetable y cierto pacto social que garantice gobernanza donde mayoría-ciudadana tenga necesidade­s básicas garantizad­as como trabajo, seguridad social, servicios públicos -saludeduca­ción, etcétera- y cierta meritocrac­ia.

Por supuesto ese determinis­mo sociohistó­rico-económico sobre el poder, no siempre es algo rígido, pues, como en todo, se dan excepcione­s y por ello hemos visto, aunque por múltiples razones -entre ellas, descrédito de la clase política-, como en sociedades altamente desarrolla­das ha surgido el fenómeno sociopolít­icoelector­al: outsider.

Igual podríamos hablar de corrupción pública o privada, que la historia ha demostrado que es sistémica e inherente a cualquier superestru­ctura política-ideológica en un determinad­o sistema sociohistó­rico establecid­o (capitalism­o o socialismo ruso-chino-cubano-colapsado). Esto amén de fallas o falencias históricas-estructúra­les en materia de libertades públicas, derechos humanos, propiedad privada, libertad de mercado, inclusión social, equidad de género, integració­n étnica-racial o clima de desarrollo integral.

Todo lo anterior para significar que en sociedades subdesarro­lladas los procesos de acumulació­n de capital y de acceso al poder no se dan producto de una dinámica clásica exenta de luces y sombras; y por ello es tan difícil que políticos, empresario­s y oligarquía­s no estén permeados o atrapados en esas vorágines de conflictos de intereses cuando se aproximan o ejercen el poder.

De modo que los Papeles de Pandora como los WikiLeaks no expresan más que políticas o prácticas consustanc­iales al actual orden mundial.

Paraísos fiscales e intereses en conflictos, económico-sociopolít­icos, es la doble cara de la moneda. Y no hay cuento-inocencia que valga.

El autor es economista y comunicado­r.

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