El Caribe

Las latinas marcan el ritmo en la Casa Blanca

Natalie Montelongo y Rosie Hidalgo dejan sus huellas en la administra­ción del presidente Joe Biden

- LUCÍA LEAL/EFE

Cuando supo que Estados Unidos abriría en noviembre su frontera con México, Natalie Montelongo pensó en su Texas natal, y en las familias que podrán reunirse finalmente. Cada vez que Joe Biden pide aprobar una baja pagada a nivel nacional, Rosie Hidalgo se acuerda de su madre, y de los trabajos que perdió por cuidar de sus hijos cuando estaban enfermos.

Las suyas son dos de las voces latinas que marcan el ritmo en la Casa Blanca de Joe Biden, donde hay un número récord de mujeres y de miembros de minorías que dejan su huella cada día en las salas donde se toman las decisiones.

Con motivo del mes de la Herencia Hispana, que terminó ayer viernes, Efe reunió a cuatro latinas que trabajan en la Casa Blanca para entender cómo sus perspectiv­as influyen en unos debates políticos que, durante décadas, estuvieron dominados casi exclusivam­ente por hombres blancos.

“Para nosotras es importante poner nuestras experienci­as vitales sobre la mesa cuando hablamos de distintas políticas”, afirma Montelongo, subdirecto­ra de la oficina de estrategia política y vinculació­n con las comunidade­s de la Casa Blanca, durante la entrevista colectiva en una sala del complejo presidenci­al.

De la frontera a la Casa Blanca

Hija de inmigrante­s mexicanos, Montelongo nació hace 35 años en Brownsvill­e (Texas) y creció entre esa ciudad fronteriza y la vecina de Matamoros, en México; por lo que sabe lo mucho que han sufrido las familias binacional­es durante la pandemia, debido al veto a los viajes no esenciales a través de la frontera.

En cuanto escuchó que por fin se levantaría ese veto el próximo 8 de noviembre para las personas vacunadas, Montelongo supo que la noticia “sería muy bien recibida por las comunidade­s de la frontera, independie­ntemente de cuál sea su partido político”.

“Es en estos casos en los que aportas la perspectiv­a única de haber crecido en esas ciudades, para que se entienda cómo se van a recibir esas políticas sobre el terreno”, destaca.

Montelongo creció a pocos kilómetros de la que ahora es su compañera y directora de la oficina de estrategia política en la Casa Blanca, Emmy Ruiz, que también es hija de inmigrante­s mexicanos y se crio en el pueblo texano de La Feria, en el valle del Río Grande.

Gracias a esas raíces, Ruiz tiene muy claro el “impacto desproporc­ionado” que está teniendo entre las latinas y negras el veto casi total al aborto en Texas, además de entre las personas indocument­adas del valle del Río Grande, donde ya hace años que muchas clínicas de salud reproducti­va cerraron debido a las crecientes restriccio­nes estatales.

“En los últimos años ha habido incluso un aumento en los casos de cáncer cervical en el valle del Río Grande, porque muchas de estas clínicas proporcion­aban servicios básicos a mujeres inmigrante­s”, explica la texana, de 38 años.

Ruiz está embarazada de más de cinco meses y sabe que, cuando dé a luz el año que viene, contará con una baja familiar pagada para cuidar de su bebé, un permiso que para millones de latinas en Estados Unidos es más bien un lujo inaccesibl­e, porque ese derecho no está garantizad­o a nivel nacional.

“Conozco a muchísimas personas y tengo muchos familiares que no han tenido recursos cuando intentaban cuidar a sus padres o a un pariente, o que quizá solo han podido tomarse una semana o dos después de dar a luz a un bebé”, lamentó Ruiz.

Lo mismo le pasa a Rosie Hidalgo, nacida en Washington de padres cubanos y que trabaja en el consejo de políticas de género de la Casa Blanca, donde ejerce como asesora de Biden para temas relacionad­os con la violencia machista.

“Recuerdo escuchar historias de mi madre, que tenía cinco hijos y trabajaba como secretaria en distintas oficinas. Nos decía a menudo que cuando uno de nosotros se enfermaba y tenía que tomarse tiempo libre en el trabajo, le decían: ‘Ni se preocupe por volver, ya hemos encontrado a alguien para reemplazar­la’”, relata Hidalgo.

“Y por supuesto, nunca tuvo ningún tipo de baja pagada de maternidad. Eso tuvo un impacto económico tremendo, realmente difícil, en nuestra familia”, añade la asesora de Biden, de 55 años.

Ese tipo de historias, unidas al hecho de que el 60 % de las empleadas de la Casa Blanca sean mujeres y el 44 % de minorías, han ayudado a que los cuidados se sitúen en lo alto de la agenda política de Biden, cuyo plan de gasto social —en manos del Congreso— garantizar­ía bajas familiares pagadas de doce semanas.

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EFE Natalie Montelongo, subdirecto­ra oficina de estrategia política en la Casa Blanca.
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EFE Rosie Hidalgo, asesora de Biden en temas de violencia machista.

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