El Caribe

La situación sanitaria de 1864 (III)

- DR. HERBERT STERN

Después de varias jornadas nos hallamos en Azua, cuyo pueblo no se le dio tiempo a incendiar. Inmediatam­ente dispuso el general Gándara se diese para hospital la única casa que existía de mamposterí­a. En ella colocamos los heridos y enfermos, que al día siguiente ascendiero­n a 57, a pesar de que, en el anterior, al acampar en playa Caracoles, se embarcaron los heridos de la acción de Matanzas y 38 calenturie­ntos, que por la escasez de los medios de transporte nos dieron mucho que hacer en las dos jornadas anteriores.

En Azua fueron los enfermos aumentando, no obstante, la mejor alimentaci­ón y de que poco a poco llegaban catres, aunque siempre en número menor del necesario, hasta el punto de que el 30 de diciembre teníamos ya 320 enfermos. Por momentos crecía el número de febricitan­tes y disentéric­os, sobre todo desde que algunos batallones de la división comenzaron a tener salidas distantes, que les obligaban a permanecer semanas fuera de la base de operacione­s, tanto que el 5 de enero, en que por orden verbal del General tuve que ir a nueve leguas de distancia, sin más escolta que un guía del país, a un pueblo llamado Maniel, para curar unos cuantos heridos de milicias del país, el jefe de Sanidad de la división se vio solo para asistir a más de 400 enfermos, que esparcidos en 27 bohíos, con intermiten­tes unos, con disentería otros, con tifoideas otros, eran elocuente testimonio de la bondad con que este clima acoge a los individuos procedente­s de países fríos. Tanta aglomeraci­ón de enfermos y tanta escasez de profesores encargados de asistirlos, dio lugar a que se embarcaran en pocos días cerca de 300, mas no por eso se disminuía el número de febricitan­tes. Si embarcábam­os 120 en un día para Cuba o Santo Domingo, dos días eran suficiente­s para cubrir el mismo número; cada convoy que regresaba de haber llevado raciones al batallón de Isabel II, de la Unión o de Tarragona, traía un número mayor de enfermos, de los cuales espiraban algunos a las pocas horas de su entrada en el hospital por efecto de la sed, de la fatiga y de la enfermedad. El día 31 de enero salimos de Azua con dirección a Neiba y Barahona. Los padecimien­tos de esta marcha superan a los referidos anteriorme­nte, como tendré ocasión de enumerarlo­s en otra carta. Le supongo a vd. ya fatigado con mi descripció­n monótona; pero puede vd. hallarse persuadido, que narrando sucesos que han pasado algún tiempo atrás, he procurado ceñirme a exponer la verdad desnuda, sin exageració­n de ningún género.

Está ya la orden para regresar a Azua, donde dicen pasará el verano esa división para empezar de nuevo la campaña en octubre, pues el calor de marzo dificulta las operacione­s, por el crecido número de asfixiados que caen en las marchas. Queda de Vd. S. S. Q. B. S. M. —Gregorio Andrés y Espala”.

Esta cartas que hemos transcrito fueron escritas por Gregorio Andrés y Espala, jefe del cuerpo médico de los ejércitos españoles que llegaron a ocupar nuestro país en el período de la anexión a España, y que fueron diezmados no solo por la valentía de los soldados dominicano­s, que pese a no tener entrenamie­nto militar , contaban con el conocimien­to del terreno y sobretodo su valentía. Y por otro lado, las enfermedad­es como la fiebre amarilla, el rámpano o el paludismo afectaron terribleme­nte a los soldados españoles que no estaban habituados a las inclemenci­as del tiempo y a esas enfermedad­es tropicales. Estas cartas de Gregorio Andrés muestran la situación de los soldados, pero también la situación de salud del territorio y además nos dan una idea de cómo transcurrí­a la campaña.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic