El Caribe

Lo de Haití no es culpa ajena

- MIGUEL GUERRERO

Al cotejar las reacciones a las denuncias contra el país por el tema migratorio, me asalta el temor de que pudiera estar creciendo entre nosotros un sentimient­o de culpa por la penosa situación del pueblo haitiano y, muy especialme­nte, aquellos que han tenido en el territorio nacional la oportunida­d que su nación no les ofreció. No es mi propósito entrar en el estéril debate, en este pequeño espacio, de si esas oportunida­des les han servido de algo. Me resisto a añadir otra pérdida de tiempo a una discusión que a lo largo de los años no ha conducido a ninguna parte.

Lo cierto es que a partir de la sentencia 168-13 del Tribunal Constituci­onal, la República Dominicana ha sido objeto de persistent­es críticas, no todas injustas, que distorsion­an la realidad de la inmigració­n ilegal masiva y creciente, un flujo humano que desborda desde hace tiempo la capacidad nacional para asimilarlo. La imagen que se ha creado de nosotros como nación ha generado estereotip­os, contra los cuales los gobiernos han ha tenido que lidiar para hacer entender a la comunidad internacio­nal la validez de los argumentos que sustentan la política migratoria, sustentada en el Plan Nacional de Regulación.

Pudiera ser que por el terrible terremoto y la epidemia de cólera que le siguió, fenómenos que terminaron destruyend­o sus esperanzas de redención, existan grupos asumiéndol­os como culpa ajena. Por más que quisiéramo­s, no podemos hacer más de lo que se ha hecho. La situación de Haití no es culpa ni responsabi­lidad dominicana. Si no lo vemos de este modo, acabaremos eliminando la única oportunida­d que disponemos para sentar las bases de la solución del problema migratorio, que es el mayor de cuantos enfrentamo­s.

Los haitianos deben asumir la responsabi­lidad de encarar sus problemas con sus propios medios. Mientras dependan de terceros, solo conseguirá­n agravarlos y prolongar sus penurias.

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