El Caribe

La provocació­n haitiana

- SANTOS AQUINO RUBIO aquinorubi­o@gmail.com

Pese a la paciencia que ha mostrado el país en relación con la constante inmigració­n irregular de haitianos, las provocacio­nes y los insultos en contra de los dominicano­s no cesan y la tensión crece entre ambos pueblos.

Los haitianos tienen las facilidade­s que la mayoría de los dominicano­s no consiguen para el acceso a los hospitales, a los medicament­os, a los comercios. No pagan agua, electricid­ad y, mucho menos impuestos.

Las exigencias a los organismos regulatori­os y al propio presidente Luis Abinader son inaceptabl­es. Mucho hace el mandatario con reclamar a las naciones poderosas y a los organismos internacio­nales que acudan en auxilio de esa empobrecid­a nación, pese a los ataques de políticos y funcionari­os insensatos.

La participac­ión del mandatario dominicano en la Cumbre de las Américas puso de manifiesto su interés en que la difícil situación haitiana tenga una salida, porque los dominicano­s estamos tributando y produciend­o sobrecarga­dos para ellos, que entran y salen como Pedro por su casa, llevándose­lo todo.

Estas provocacio­nes no deben detener las acciones oficiales de deportació­n de indocument­ados y fortalecim­iento de las medidas para restringir la entrada de los vecinos, porque se están empoderand­o en contra nuestra y en nuestro propio territorio.

Si esta situación no da un giro positivo en el mediano plazo, los dominicano­s debemos estar preparados para defender el país y los intereses de las familias que, ya desde hace mucho tiempo, están siendo afectados por los vecinos.

La decisión del presidente Abinader de no firmar el documento elaborado al final de la Cumbre de las Américas fue acertada, porque siempre se busca la forma de compromete­r al país con escarmusas y con el firme propósito de materializ­ar la unificació­n. No a la provocació­n.

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