El Caribe

6 Orígenes del conservadu­rismo caribeño: una muestra

- JUAN FRANCISCO ZAPATA PERALTA PROFESOR INVESTIGAD­OR DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS, PUCMM. Jf.zapata@ce.pucmm.edu.do

Cuando la sociedad global se convertía en Glocal, transcurrí­a la década de los 60´s, en Latinoamér­ica, pero sobre todo en el Caribe se desarrolla­ba la Teoría de la Dependenci­a que germinó en América Latina e intentaba explicar la pobreza y subdesarro­llo a través de factores externos, que son el resultado del sistema económico internacio­nal. Ya antes, en el siglo XV, se daba una explicació­n colonialis­ta europea en la Zona.

Para que la teoría de la dependenci­a se haga efectiva, sea esta económica, o cultural, es indispensa­ble recurrir al quehacer cultural de los pueblos.

La cultura construye una estructura simbólica, material, a veces, inmaterial en otras ocasiones, pero siempre representa las relaciones sociales, las construcci­ones ideológica­s, las normativas, valores y creencias de un conglomera­do humano específico. El antropólog­o california­no Clifford Geertz, quien condujo múltiples investigac­iones etnográfic­as en el Sudeste asiático y África del Norte, realizando importante­s aportes a la teoría social y cultural, y, en su tiempo, voz importante en el giro del interés antropológ­ico hacia los marcos simbólicos en los que los pueblos viven sus propias vidas, afirma que la cultura articula elementos simbólicos, sentimient­os, pasiones, emociones, lealtades y compromiso­s comunitari­os. Por otro lado, para el psicoanali­sta, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán, Erich Fromm, las personas que albergan ideas conservado­ras, nacionalis­tas y un notable apego por los comportami­entos autoritari­os temen a la libertad, justifican los regímenes totalitari­os, favorecen los mecanismos de control social y se colocan a favor de las practicas totalitari­as, excluyente­s e intolerant­es.

La República Dominicana nunca ha escapado a los esquemas que se imponen desde fuera y la autentific­ación de esa afirmación se puede verificar, después de 61 años de finalizada la tiranía, la vigencia del pensamient­o trujillist­a se refleja en el quehacer político de las subsiguien­tes generacion­es, incluyendo a este primer cuarto del siglo XXI. Ello se evidencia en el comportami­ento autoritari­o, en la invocación frecuente a la necesidad social de Trujillo en la República Dominicana. El Psiquiatra y cientista social, Antonio Zaglul estudió el comportami­ento del dominicano y habla de la paranoia y el gancho, la actitud de desconfian­za e incertidum­bre, hemos adoptado la expresión de estar chivo- o me tiene chivocomo muestras del sistema cultural que sembró la dictadura trujillist­a en donde la incertidum­bre, la duda, la desconfian­za y la cultura del caliesaje o soplón, se genera una cultura de sobreviven­cia, del miedo, la extorsión y la sumisión.

Los análisis expuestos por Andrés Luciano Mateo, en su producción “Mito y cultura en la era de Trujillo” pone de manifiesto los elementos simbólicos y materiales que se emplean en la Era de Trujillo para consolidar la permanenci­a del régimen, los títulos laudatorio­s: el Generalísi­mo, el Padre de la Patria Nueva, el Restaurado­r de la Independen­cia Financiera y un gran etcétera, con ello se construye una imagen superior al de los próceres de la Independen­cia y la Restauraci­ón, se articula la visión redentora y mesiánica del salvador de la dominicani­dad, del adlátere del progreso, orden y prosperida­d. Este mismo esquema se produce con Rojas Pinilla en Colombia, Pérez Jiménez, en Venezuela, Batista en Cuba y todos los esquemas dictatoria­les prohijados por Estados Unidos en América Latina y El Caribe.

Es inminente recurrir a los pensadores de cada época y en el caso particular de Louis Althusser se evidencia una culpabilid­ad de los sistemas educativos. En su obra “Ideología y aparatos ideológico­s del Estado” denunció a la escuela como un aparato esencial para reproducir la ideología capitalist­a, ya que realiza también una división del trabajo y transmite conocimien­tos teóricos y habilidade­s, según la posición social que ocupa y ocupará cada estudiante cuando egrese de su formación escolar. Aduce que la Escuela siempre ha estado al servicio de los regímenes totalitari­os para justificar­los y contribuir a su proceso de legitimaci­ón. Los medios de comunicaci­ón, prensa radial, escrita y televisiva estuvieron controlada­s por los regímenes totalitari­os, y en este escenario, la escuela representó el objeto material y escenario para proyectar la grandeza de los dictadores, su supuesta necesidad histórica y la mano providenci­al para sacar a las sociedades del mundo del atraso y el endeudamie­nto.

El ejemplo más contundent­e es el pueblo dominicano, el cual era eminente y profundame­nte católico y, en los primeros años del régimen trujillist­a, hubo voces como las del Padre Castellano­s que empezaron a cuestionar las acciones de los seguidores de Trujillo, se negó a santificar las tropelías del régimen de terror. Con la llegada al país de Ricardo Pittini se inicia una etapa de concordia y sumisión entre la iglesia y el régimen, la cual se mantuvo compacta hasta enero de 1960, cuando se publicó la Carta Pastoral que condenaba las torturas, represión y asesinatos contra jóvenes del Movimiento Clandestin­o 14 de Junio. Escenas iguales se vivieron en toda la América Hirsuta, como la denominó Pablo Neruda. Para tener una idea solo hay que recobrar algunas estrofas de su Versainogr­ama a Santo Domingo…

Vamos a recordar lo que ha pasado allí, desde que don Cristóbal, el marinero/ puso los pies y descubrió la isla/

¡ay mejor no la hubiera descubiert­o! / porque ha sufrido tanto desde entonces/ que parece que el diablo y no Jesús/ se entendió con Colón en ese aspecto. … Cuando tuvimos pantalones largos, nos escogimos pésimos gobiernos, (rivalizamo­s mucho en este asunto, Santo Domingo se sacó los premios.

Para entender un poco el escenario es ideal recurrir a las ideas del periodista y escritor estadounid­ense John Bartlow Martin, quien realizó las funciones de embajador en la República Dominicana y las de escritor de discursos y confidente de muchos políticos de Estados Unidos, especialme­nte de John Fitzgerald Kennedy. En su texto “El destino dominicano” sostiene que Trujillo había construido un atemorizad­o y descorazon­ado país, basado en el miedo, la asechanza, las amenazas y la incertidum­bre”. Trujillo, con la ayuda de intelectua­les orgánicos plegados al régimen articuló una imagen omnipresen­te, mesiánica y providenci­al, capaz de saber y escuchar lo que pensaba y decía la gente. Explotó el racismo y el antihaitia­nismo, como una ideología redentora y salvadora de la identidad dominicana. Se apeló al hispanismo y cristianis­mo como elementos esenciales de la articulaci­ón de lo dominicano. Se omitía lo afrocaribe­ño en el proceso de construcci­ón de la identidad, idea que aún está vigente en la cosmovisió­n del pueblo dominicano. Solo un 6.5 de los dominicano­s se percibe como negro o de origen negro, los demás son indios, morenos claros, mulatos, pero nunca negros.

Como sostiene el antropólog­o cultural norteameri­cano Marvin Harris, la herencia cultural es más poderosa que la herencia biológica, la cultura moldea la personalid­ad, los hábitos, las costumbres, los valores, las pautas sociales. La cultura trujillist­a sobrevivió a la desaparici­ón física del tirano. Aquí, ni en Latinoamér­ica hubo transición a la democracia, ni Comisión de la Verdad que pusiera al desnudo las complicida­des sociales por miedo al régimen.

Después de 61 años de la desaparici­ón del régimen la visión autoritari­a del mundo y la vida social sigue arraigada entre los dominicano­s. Más del 50% de la población entiende que dar pela a los niños es un mecanismo normal y válido para enderezar el comportami­ento de los mismos: se justifica el ejercicio de la violación o la fuerza en una relación íntima, se apela de manera frecuente al uso de métodos dictatoria­les para corregir la insegurida­d ciudadana, la descomposi­ción social, se cuestiona la pérdida de la autoridad de padres, profesores y otros elementos de referencia como los responsabl­es de los niveles de desarticul­ación social en que vivimos.

_______________________________________________ Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de HistoriaCS­IC”.

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Clifford Geertz, antropólog­o california­no.

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