El Caribe

Formación docente. Relevancia

- RAMÓN MORRISON

Se ha dicho y procede repetirlo que la República Dominicana ha avanzado en cuanto a las precondici­ones hacia un sistema educativo de calidad; pero sólo se trata de las precondici­ones, lo cual no es sinónimo de la calidad que se espera y aspira.

No valen justificac­iones sin fundamento. Lo más honesto y pertinente es aceptar la lamentable realidad de las grandes debilidade­s en calidad de la educación, lo cual tanto los estudios nacionales como los internacio­nales lo han puesto en evidencia en los últimos años. La dimensión, grado o alcance es otra cosa, pero quedémonos con lo fáctico. Llegamos a estar en el penúltimo lugar en calidad de la educación primaria en el mundo en el año 2013 y evaluacion­es posteriore­s indican que seguimos muy mal.

Una respuesta a dicha realidad que no sea superficia­l, por simple, ha de tomar en cuenta los distintos factores que impactan la calidad educativa. Que como se ha dicho con el 4% del PIB como inversión en la educación preunivers­itaria, una aún excelente ley de educación, constante avance en las condicione­s de vida y trabajo de las profesores y profesoras, planta física escolar en constante mejoría, además ahora con estudiante­s, profesoras y profesoras avanzando con los recursos para el uso óptimo de las Tecnología­s de Informació­n y Comunicaci­ón- TIC- . Es muy evidente que como se dijo, que se ha avanzado con las precondici­ones.

El artículo 59 de la Ley de Educación 66-97 de forma magistral y con mucha vigencia, al referirse a los parámetros determinan­tes de la calidad de la educación junto a la o el docente refiere otros 12 parámetros.

Aun así es de consenso nacional e internacio­nal el importante rol de las y los docentes.

Consciente­s que la actual época de grandes avances en cuanto a los extraordin­arios medios educativos que aportan las TIC hasta casi asegurar en una gran proporción el autoaprend­izaje después de la alfabetiza­ción, el rol de la maestra y el maestro sigue siendo fundamenta­l.

Lo que sí hay que reorientar radicalmen­te es ese rol. La y el maestro pasa a ser esencialme­nte un estratega del aprendizaj­e abarcando todas las competenci­as incluyendo la tan importante educación ciudadana y moral.

Existen dos componente­s principale­s que inciden en las competenci­as del magisterio: formación y capacitaci­ón. La formación es la profesiona­lización y la capacitaci­ón se refiere a la actualizac­ión ya convertida hoy en educación permanente.

La Formación Docente desde la licenciatu­ra hasta maestrías y doctorados es una de las principale­s distorsion­es del sistema educativo dominicano, que demanda un reenfoque realmente paradigmát­ico. Los costos financiero­s han sido enormes.

No aplazar más ese gran salto.

El autor es consultor en desarrollo organizaci­onal.

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