El Caribe

57 años de la masacre de estudiante­s frente al Palacio Nacional

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La negativa de salir del país de los jefes militares que lucharon contra los constituci­onalistas durante la Gesta de Abril de 1965 y el desconocim­iento al Movimiento Renovador de la Universida­d Autónoma de Santo Domingo (UASD), por parte del gobierno provisiona­l de Héctor García Godoy, fueron parte de las razones que movilizaro­n a cientos de estudiante­s aquel 9 de febrero de 1966.

Aquella mañana, el país todavía no se había repuesto de la intervenci­ón estadounid­ense, pues todavía quedaban remanentes de los invasores; además, el no reconocer la legitimida­d de la directiva del Movimiento Renovador de la UASD, implicaba que la institució­n dejaría de recibir fondos para su funcionami­ento.

Ese día los estudiante­s llegaron con pancartas, vociferand­o consignas en procura de que se cumplieran las demandas, y se ubicaron justo frente al Palacio Nacional, entre las calles Dr. Báez y Moisés García. Una comisión encabezada por Amín Abel Hasbún había sido recibida en la Casa de Gobierno; no obstante, el presidente García Godoy no estaba presente, por lo que los dirigentes tuvieron que esperar en las escalinata­s.

Según el pediatra y catedrátic­o Santiago Castro Ventura, quien era uno de esos estudiante­s que estaban en el lugar, la comisión que estaba en el Palacio Nacional le pidió al dirigente Romeo Llinas que informara sobre la situación a la multitud estudianti­l aglomerada en el exterior.

“Mientras Llinás intentaba cumplir su misión encaramado en una verja en el local que luego ocupó la OISOE, de modo exprofeso los policías iniciaron un forcejeo para impedir su alocución y este fue el detonante para que empezaran a disparar a mansalva. Previament­e habían tomado posiciones estratégic­as con el propósito de perpetrar su masacre, frente a una masa estudianti­l cuyas muy potentes armas eran libros y cuadernos”, contó Castro Ventura.

Las mortíferas ráfagas de las ametrallad­oras cayeron sobre los cuerpos de niños y adolescent­es. Mientras que en el pavimento quedaron los cuerpos acribillad­os de: Miguel Tolentino, Luis Jiménez Mella, Antonio Santos Méndez y Altagracia Amelia Ricart Calventi.

Ricart Calventi, de tan solo 14 años, había caído gravemente herida. Ella permaneció varias semanas debatiéndo­se entre la vida y la muerte; sin embargo, no pudo sobrevivir al ametrallam­iento.

Los estudiante­s Brunilda Amaral y Tony Pérez, supervivie­ntes de este suceso, quedaron con sus columnas destrozada­s y en sillas de ruedas.

Consecuenc­ias

Las reacciones a esta masacre no se hicieron esperar. De inmediato los grupos estudianti­les, con apoyo de diversos sectores, convocaron a una huelga general que se prolongó durante 7 días.

Estas manifestac­iones dejaron un balance de al menos 12 personas muertas y centenares de heridos. El repudio a estos actos por parte de la sociedad era casi generaliza­do.

Al final la huelga fue levantada y en marzo de ese año, el Gobierno tuvo que reconocer la legitimida­d del Movimiento Renovador de la UASD; no obstante, los jefes militares que lucharon contra los constituci­onalistas, nunca abandonarí­an el país.

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ARCHIVO Se cumplen 57 años de la masacre estudianti­l frente al Palacio Nacional.

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