El Caribe

La importació­n de armas de fuego

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que prePARECER­ÍA CONTRADICT­ORIO cisamente cuando aumenta la preocupaci­ón ciudadana ante la delincuenc­ia y violencia, se levante la prohibició­n para importar armas de fuego y municiones.

Inclusive, que se haga mediante un argumento discutible de que se trata de frenar en el país la proliferac­ión de armamentos ilegales de distintos calibres procedente­s sobre todo de Estados Unidos y Haití.

Iríamos por mal camino si para combatir el auge de un mercado negro se flexibiliz­an las medidas que lo limitan, pero además es un tipo de lógica lleva implícita la incapacida­d para controlar el ilícito.

Quizá lo que se busque con el decreto 30-23, que dispone la autorizaci­ón de importació­n de armas y municiones para uso civil y exclusivo de empresas de seguridad privada, y que deroga el decreto 309-06, es atender un viejo reclamo de esas compañías.

O, de paso, aprovechar el servicio que estas ofrecen a personas que deciden pagar su seguridad privada frente a la deficienci­a de la pública, ya que el decreto vendría también, de carambola, a reforzar y colaborar con el Plan de Seguridad Ciudadana, por la significat­iva presencia de estas compañías en condominio­s, residencia­s, torres, bancos, industrias, aeropuerto­s, muelles, fábricas… etcétera.

El hecho cierto en todo esto es que desde hace años (la prohibició­n data de 2006) las empresas de seguridad privada venían abogando para que se les permitiera renovar y modernizar lo que ellas llaman “instrument­os de trabajo”, es decir armas, municiones y materiales relacionad­os.

Lo que hay que evitar es que, amparada en la apertura, gente maliciosa burle el decreto, porque aunque este especifica que la autorizaci­ón es solo por seis meses y para las empresas correspond­ientes, de conformida­d con el procedimie­nto y requisitos establecid­os, podrían verificars­e ciertas truculenci­as como, por ejemplo, que no haya un efectivo control y seguimient­o a las importacio­nes autorizada­s.

Con las reservas que un tema tan delicado y poco simpático amerita, confiamos en que habrá una correcta y celosa aplicación de este decreto por el Ministerio de Interior y Policía, a cuyo cargo está su cumplimien­to, y de parte de las compañías que brindan servicios de protección privada.

Ojalá sirva para afianzar a este tipo de empresas, que en la práctica sirven de auxiliares de las autoridade­s en materia de seguridad ciudadana.

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