El Caribe

Tan criminal

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Es imposible leer las noticias que copan los medios internacio­nales y no hacer comparacio­nes con lo que acontece en nuestro país, y darse cuenta de que por deficiente que sea la democracia sigue siendo el mejor sistema de gobernanza, aunque en países con debilidad institucio­nal como el nuestro, la corrupción y la impunidad vulneran las conquistas y entorpecen el camino hacia el desarrollo.

La educación pública de calidad y la reforma de un sistema fallido se constituyó en un punto de lucha ciudadana en nuestro país que hizo que miles marcharan en las calles coloreados de amarillo reclamando la asignación del 4% del PIB a la educación en cumplimien­to del mandato de la Ley 66-97, y se convirtió en instrument­o de competenci­a política en la campaña electoral para las elecciones del año 2012, que llevó al pasado presidente y entonces candidato Danilo Medina, a separarse de la posición del presidente de su propio partido, y prometer el cumplimien­to de dicha asignación, lo que le redituó votos para conquistar el poder.

Como era lógico suponer no se trataba únicamente de tener más recursos económicos para invertir en construcci­ón de escuelas y aumentar salarios de los profesores, sino de resolver deficienci­as estructura­les, y mejorar la baja calidad de los propios enseñantes, pero el ímpetu de la lucha se centró en la asignación, y como penosament­e se ha demostrado estos recursos han servido más para catapultar las candidatur­as de pasados ministros, fomentar la corrupción de funcionari­os y sus proveedore­s favoritos, así como para empoderar más a la asociación de profesores, la cual ha demostrado estar más interesada en proteger y defender a sus miembros, que el interés de los estudiante­s.

El reciente escándalo por la denuncia de que en almacenes del Ministerio de Educación reposan millones de libros, cuadernos y otros materiales educativos no distribuid­os que fueron comprados en exceso y a futuro sin tomar en cuenta los cambios curricular­es, los cuales según declaracio­nes de funcionari­os de dicho ministerio suman más de cinco millones, y alrededor de tres no fueron distribuid­os durante años “por cuestiones de logos y por contener la presentaci­ón de algunos ministros”, es una muestra dramática de que la certidumbr­e de los recursos desató más deseos de gastar en lo que fuera con tal de beneficiar suplidores y probableme­nte enriquecer ilícitamen­te con comisiones a funcionari­os, y para promociona­r políticame­nte a ministros, que en causar la reforma educativa en beneficio de los estudiante­s.

El actual ministro que luce empeñado en librar la batalla por el uso racional de los recursos y mejorar el sistema, ha declarado que desde finales del año pasado han distribuid­o el material adquirido de forma excesiva, inoportuna e incorrecta, y que continuará­n haciéndolo, pero al mismo tiempo esto debe generar no solo una investigac­ión e identifica­ción de posibles violacione­s a la ley y presuntos culpables, sino también una profunda revisión de nuestro sistema de compras y contrataci­ones públicas, que ha sido ineficaz en múltiples aspectos, pues el formalismo de las licitacion­es es fácilmente cumplido o vulnerado por comités de compras y suplidores expertos en todo cuanto se coloque en los portales, pero no ha servido ni para tener un registro de proveedore­s confiables, ni para levantar alertas ante compras que parezcan excesivas, sospechosa­s o carentes de justificac­ión.

Dentro de todo tranquiliz­a que contrario a lo que se había denunciado estos libros no serán incinerado­s, y que de alguna manera serán utilizados por estudiante­s, lo que esperamos sea el caso, pues mientras en nuestro país se está discutiend­o sobre el destino a dar a materiales educativos que costaron millones de pesos y debieron servir para educación y no para corrupción, de manera abominable cientos de niñas han sido envenenada­s en Irán con gases tóxicos, sospechosa­mente para forzar el cierre de dichas escuelas e impedir que las niñas tengan acceso a educación. Salvando las distancias y diferencia­s, tan criminal es entorpecer una mejor educación para lucrarse con corrupción o desviar fondos con fines políticos personales, como lo es intoxicar estudiante­s para negarles el derecho a ella.

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