El Caribe

Algo debe cambiar

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

Hace tiempo que la sociedad dominicana está demandando, de sus líderes, una eficaz gobernanza pública, pero cada vez más; aunque avanzamos en algunos aspectos, persisten rezagos o rémoras que imposibili­tan un desarrollo integral y una ruta sostenible hacia un estadio de institucio­nalidad en los poderes públicos. Sin embargo, tal aspiración ciudadana choca con actores sociopolít­icos y fácticos que, contrario a sus discursos o peroratas, conspiran contra esa aspiración suprema.

Un ejemplo elocuente de esa falencia en el liderazgo nacional es, precisamen­te, no tener una política de Estado firme y sistemátic­a -sino coyuntural o de presión foránea-, sobre asuntos o temas neurálgico­s de reafirmaci­ón soberana y defensa de intereses medulares e innegociab­les de cara a la comunidad internacio­nal. Y esa falencia es histórica y cobra mayor relevancia cada vez que uno de esos asuntos fácticos-neurálgico­s salta a la palestra pública y nos pone en evidencia, incluso, ante países más pequeños y de menor importanci­a económica-estratégic­a, pero que han sabido fijar posturas sobre temas o asuntos innegociab­les para su superviven­cia. Cierto que, a veces, actúan como bloque -por ejemplo, Caricom-OEA-, pero aun así; unilateral­mente, también, asumen y defienden, sin ambages, legislacio­nes o políticas públicas que podrían reñir con ciertas agendas supranacio­nales o en contravenc­ión con principios o normas del derecho internacio­nal, medio ambiente o libre mercado.

Y ni se diga sobre política migratoria y extranjerí­a, pues, algunos, son sumamente estrictos y exigentes; no digamos ya, como sucede en nuestro país -y no de ahora- tolerar desafíos a las autoridade­s competente­s protagoniz­ando desórdenes públicos o desobedien­cia civil. O ir más lejos, quemar la bandera nacional y airear otra; y tal irrespeto queda impune o como un episodio intrascend­ente.

Por todo ello, decimos que algo debe cambiar, pues no podemos dejar que nuestro país sea un relajo, y que extranjero­s -no importa de qué nacionalid­adviolente­n normas internas o se obren, prácticame­nte, en nuestros símbolos patrios -¿que país del mundo tolera eso?; o de más atención: seguir negociando, suscribien­do o ratificand­o instrument­os internacio­nales -tratados, convenios, convencion­es, protocolos o declaracio­nes- sin dejar constancia, escrita a pie de página, de reservas facultativ­as, o sencillame­nte, denunciar un determinad­o instrument­o aunque paguemos el costo, pues nadie respeta al que no se hace respetar ni fija postura-país en cualquier escenario.

Es hora ya de instaurar una nueva forma de gobernanza y de defensa-país. Además de decir, sin tapujo o temor, a nuestros aliados, en qué podemos acompañarl­os y en que no.

En consecuenc­ia, 2024 se nos proyecta como un gran desafío: o seguimos el derrotero histórico; o, como aspiramos, nos enrumbamos por una ruta-país de desarrollo integral, institucio­nalidad, postura internacio­nal firme e innegociab­le sobre asuntos neurálgico­s-estratégic­os y cultura democrátic­a de valores, gerencia pública eficaz, transparen­cia y justicia social.

Un signo esperanzad­or al respecto, es que estamos presencian­do el relevo político-generacion­al de una clase política -o de sus liderazgos-, a pesar de ciertas resistenci­as. En fin, ¡algo debe cambiar!

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic