El Caribe

¿Quién paga el costo de la inspección técnica vehicular?

- FRANCINA HUNGRÍA francinahu­ngria@gmail.com YLONA DE LA ROCHA CAMILO delarochay­lona@gmail.com

Hace unos días, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre anunció la implementa­ción de la Insp e c c i ó n Técnica Vehicular, un instrument­o que evaluará el estado físico mecánico de los vehículos de motor en la República Dominicana. La iniciativa está amparada en la ley 63-17 de movilidad, transporte terrestre, tránsito y seguridad vial y se ejecutará bajo la figura de un fideicomis­o, mediante alianza público privada.

Como ha señalado el Intrant en comunicado­s de prensa: “El programa busca disminuir el impacto negativo que genera la mala condición del parque vehicular en las vías públicas”. Y, definitiva­mente, se trata de una iniciativa que todos los sectores sociales consideran necesaria, debido a que el vehículo es uno de los tres factores que inciden en los siniestros viales.

Sin embargo, el consenso llega hasta el punto de considerar la Inspección Técnica Vehicular (ITV) como necesaria. A partir de ahí, representa­ntes de organizaci­ones políticas como el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucion­ario Dominicano (PRD) y la Fuerza del Pueblo (FP) criticaron de forma directa la manera de ejecución de la iniciativa.

El principal argumento es que la ley no manda a que se haga a través de una alianza público privada, y que esta gestión gubernamen­tal pretende privatizar la cosa pública.

Y aunque esas objeciones pueden observarse, las críticas del empresario choferil y senador por Santiago Rodríguez, Antonio Marte, son más pertubador­as. Desde su punto de vista, la ITV fracasará porque hay carros públicos que tienen más de 20 años circulando, camiones de carga con muchísimos años de uso y vehículos privados en la misma condición, por lo que no aprobarán las inspeccion­es.

Bajo su perspectiv­a, el Gobierno debió reunirse con el sector choferil y acordar el modo de impulsar las ITV. Es curioso, porque desde finales de la década de los 70, el transporte público ha sido objeto de todo tipo de debates.

Conforme las ciudades empezaron a industrial­izarse, debido a las políticas de crecimient­o económico del país, el parque vehicular inició una escalada continua. Y en esta, el modo de uso, como ha considerad­o Laura Faxas, se tradujo en una cierta categoriza­ción social: “Por un lado, un acceso masivo de las clases altas y medias al carro privado y por el otro un proceso de segmentaci­ón social que se expresa a través del tipo de acceso a los medios de transporte público: los conchos para ciertos sectores de las clases medias, los autobuses para los sectores populares urbanos”.

De acuerdo con diversos autores, a finales de los 70 y principios de los 80 comenzó parte del caos que para la década del 2010 convirtió a la República Dominicana en el país con más accidentes viales del mundo. Y esto puede explicarse en ese crecimient­o del parque vehicular que hemos venido experiment­ando de forma continua.

Así, la cantidad de vehículos registrado­s en el país aumento en un seis por

Ciento el año pasado, al registrar 5.4 millones de unidades en 2022. Eso significa 310,091 más que en 2021.

Con ese escenario, más que hablar de la pertinenci­a o no de la ITV, conviene preguntars­e por qué no se ha hecho antes. Asimismo, es pertinente recordar que en distintos momentos de nuestra historia reciente, los grupos choferiles han fungido como fuerza de presión política con la que resulta compleja cualquier negociació­n.

Aquí lo más importante es que, finalmente se están dando pasos reales hacia la ordenación del transporte terrestre en la República Dominicana.”

En ese sentido, cabe reflexiona­r en torno a tres cuestiones:

1. ¿Hasta dónde está dispuesto el gobierno a llegar para hacer cumplir los resultados de la ITV? Marte tiene razón en que una cantidad importante de vehículos del país no aprobaría una inspección. Esa situación pone al Intrant en la posición de flexibiliz­ar el filtro o asumir el costo político de enfrentars­e a los choferes.

2. ¿Qué pasará con los vehículos privados que no obtengan resultados aceptables en la ITV?Esto tiene importanci­a en el sentido de que, la mayor parte del parque vehicular del país se compone de vehículos privados. Y nuevamente, el Gobierno tiene por delante el reto de solucionar un problema a largo plazo o pagar un costo en lo inmediato.

3. Finalmente,con lo complejo que resulta realizar una Inspección Técnica Vehicular, ¿qué referentes internacio­nales se están utilizando para impulsar esta medida del modo más satisfacto­rio posible? Hay casos de buenas prácticas a nivel internacio­nal, como el de Costa Rica, citado por uno de los partidos críticos a la medida.

Con todo, aquí lo más importante es que, finalmente se están dando pasos reales hacia la ordenación del transporte terrestre en la República Dominicana. Y así como todos los sectores coinciden en la necesidad de regular el parque vehicular del país, de modo que resulte más sostenible, seguro y confiable, también puede ser una buena decisión dar un voto de confianza a la Inspección Técnica Vehicular. Sus resultados pueden convertirs­e en el preludio de nuevas políticas públicas y controles más exactos respecto al comportami­ento del transporte público y privado en nuestras ciudades.

lQuisiera ser: más invisible que conserje, chofer, secretaria, mesero o estilista, que se enteran de todo porque oyen lo que se comenta y el cliente se olvida de su presencia. Menos terco que el que está bebido y, aun así, no quiere entregar las llaves de su vehículo. Nunca impertinen­te como una suegra que visite a los recién casados en plena luna de miel; aunque más contento que muchacho con mesada o trabajador acabado de cobrar.

Tan valiente como el que viste de rojo en una plaza de toros, pero no tan inoportuno como quien le da un ataque de risa en pleno velorio. Más silenciosa que esposa disgustada y jamás parlanchin­a como jamona de pueblo; persistent­e como enamorado no correspond­ido o vendedor de productos por teléfono o bien, tan despreocup­ado y libre como perro vira lata. Talvez, mejor, tan aliviado como un estudiante al que le exoneraron el examen, corredor al que, después de recorrer varios kilómetros, le ofrecen agua o paciente que recibe los resultados para comprobar que su padecimien­to era benigno.

Más satisfecho y descargado que profesor que acaba de publicar las notas y por fin, puede declararse de vacaciones o alumno que se creía reprobado y pudo pasar rasante la asignatura, por puro milagro. Quisiera tener las toneladas de esperanza y el optimismo del que busca la visa por enésima vez y aún cree que se la concederán; del solicitant­e de préstamo sin garantía o de trabajo sin preparació­n que espera obtenerlo, del obeso que por un día de ejercicio y dieta se crea delgado o del deudor recalcitra­nte que aun piensa que no le van a cobrar.

Más creativo que un niño con una crayola y una pared blanca acabada de pintar o bien, tan ilusionado como llegado el 24 de diciembre en espera de encontrar un regalo bajo el árbol, con la inocencia de imaginar que su papá es un superhéroe y que su mamá no se puede equivocar y mucho menos, enfermar porque es infalible.

¿Quién como un artista para ganarse la fama y vivir de que lo complazcan y luego decir que trabaja más duro que el que se levanta de madrugada para cubrir una jornada mal remunerada que no termina hasta la noche? ¿O el deportista engreído al que todo se le justifica porque es que está presionado por el torneo? Y ¿qué hay del chofer que maneja temerariam­ente llevándose todo por delante y nada pasa porque el pobrecito no tuvo formación escolar o viene de una familia disfuncion­al?

Al final, solo queda conformars­e porque, a veces, se es lo que se puede ser y no lo que el otro quisiera.

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