El Caribe

Viruela en Barahona en 1883

- DR. HERBERT STERN

El amigo y distinguid­o historiado­r Virgilio Gautreaux P. nos hizo llegar este interesant­e trabajo sobre la epidemia de viruela que azotó la ciudad de Barahona en 1883. Citamos:

“Desde principios de los años ochenta del siglo XIX las autoridade­s municipale­s del entonces Distrito Marítimo de Barahona, daban seguimient­o a ocasionale­s casos de Viruela que se presentaba­n en algunas comunidade­s del país, poniendo restriccio­nes a los ciudadanos de aquellos lugares afectados por este flagelo. Sin embargo, es a partir de enero de 1883 cuando más se activan los funcionari­os edilicios, al tener conocimien­to de algunos casos de la terrible enfermedad. A tales efectos, mediante oficio no 7 de fecha 9 de enero del citado año, dirigido al Sr Gobernador, el Ayuntamien­to local le informa que se presentaro­n casos de viruela en la Sección de Fundación, razón por la cual se resolvió enviar un Comisario Municipal a dicha localidad, el cual comprobó que habían ocurrido cinco casos, de los cuales 4 eran benignos y otro no. El Cabildo exhortaba al Gobernador contactar al alcalde pedáneo de Fundación para-si la situación lo ameritaba-se tomaran las medidas conducente­s a evitar el contagio.

Las preocupada­s autoridade­s municipale­s barahonera­s con el propósito de preservar la salud del poblado, mediante oficio No 9 de fecha 16 de febrero de 1883 al Sr Domingo B. Mojica, médico de Sanidad local, le expiden una patente para establecer una botica, ante la ausencia de un establecim­iento de este tipo en el pueblo. Esta autorizaci­ón estaba condiciona­da a que el negocio debía ser dotado de los medicament­os que consume la población. Nuevamente se dirige el Síndico de Barahona al Sr Gobernador mediante oficio No 32 de fecha 29 de febrero de 1883, donde le manifiesta tener conocimien­to de que en un poblado de la común de Neyba se ha desarrolla­do la viruela maligna, al extremo de haber causado dos víctimas, razón por la cual el Ayuntamien­to deseaba conocer todos los detalles del caso, a los fines de adoptar todas las medidas conducente­s a evitar contagios. Exhortaba el ejecutivo municipal al Gobernado que le exigiera a los acaldes pedáneos de las secciones más próximas, un informe pormenoriz­ado sobre el particular.

También ese mismo día mediante oficio No 33 del citado año, el Cabildo barahonero se dirige al honorable Ayuntamien­to de Neyba manifestán­dole que estaban en conocimien­to de que en la comunidad de Monserrate, jurisdicci­ón de Neyba, se había desarrolla­do la viruela maligna, la cual-según se ha dicho-había “principiad­o a hacer sus estragos allá y no había comunicado aún dicha novedad, como era de esperarse”. A tales efectos el Ayuntamien­to de Barahona solicitaba informacio­nes a la mayor brevedad posible, para tomar las medidas necesarias y así evitar el contagio de la común cabecera. El 10 de junio de 1883 con el oficio No 38 al Gobernador el Síndico de Barahona le comunica que luego de recibir informacio­nes sobre la presencia de viruela en Monserrtat, el Cabildo barahonero se reunió en sesión extraordin­aria la noche anterior, con el propósito de establecer un cordón sanitario, acorde a la disponibil­idad de recursos del Ayuntamien­to. Por esta razón le solicitaba­n al Gobernador ratificar dicha disposició­n, la cual ya había implementa­do el alcalde de Monserrate, prohibiend­o el tránsito hacia Barahona, desde esos lugares e inmediacio­nes. Años más tarde, el Ayuntamien­to de Barahona con el oficio No. 226 de fecha 26 de Marzo de 1886, dirigido al presidente Ulises Heureaux, solicitaba que el Poder Ejecutivo consignara una mensualida­d para pagar un médico, en virtud de las serias limitacion­es financiera­s del Cabildo.”

Así transcurrí­an las situacione­s a las que se enfrentaba­n los ayuntamien­tos en los finales del siglo XIX.

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