El Caribe

Los argumentos del Chez Checo

- PEDRO CONDE STURLA pinchepedr­o65@yahoo.es https://nuevotalle­rdeletras.blogspot.com/ Amazon.com: Pedro Conde Sturla: Books, Biography, Blog, Audiobooks, Kindle http://www.amazon.com/-/e/B01E60S6Z0.

Mukien Adriana Sang Ben ejerció su derecho, su insoslayab­le deber. Cuestionó el nombramien­to de un oscuro personaje en la Academia Dominicana de la Historia. No cualquier oscuro. Un oscuro ilustrado que pretende ser escultor, un oscuro historiado­r. Un oscuro con una pátina de cultura, cultísimo si se quiere, pero igualmente oscuro. Mukien ni nadie cuestionan su nombramien­to por ser escultor-historiado­r. Lo que se cuestiona es su tenebroso historial. Su condición oscúrica:

Se lo señala vehemente –y lo señalan Minou Tavárez Mirabal y su hermano Manolo Tavárez Mirabal–, por «…haber participad­o en el fusilamien­to de héroes nacionales encadenado­s como fueron los expedicion­arios de Junio de 1959, haber comandado el escuadrón del Ejército que le dio, en la escena, el tiro de gracia al héroe nacional Francisco Alberto Caamaño Deñó y haber dirigido la patrulla que amarró, torturó y asesinó con la mayor de las crueldades a Manuel Aurelio Tavárez Justo…».

El nuevo académico tiene además (como se desprende de un incidente que describe Chiqui Vicioso en un reciente artículo) un concepto retorcido y mentiroso de la historia:

«La única vez que vi a Ramiro Matos fue en un panel sobre la Revolución de Abril. Con toda tranquilid­ad el militar se bufó de la Revolución y dijo que no se podía hablar ni siquiera de revuelta, que la revolución era una fábula inventada por los “comunistas”, lo que provocó que prontament­e el periodista Emilín Herasme, hermano de Silvio, le recordara la batalla donde el perdió un ojo, añadiendo de manera sarcástica: “Parece que esa bala también fue una fábula”».

Todo lo anterior, sin embargo, no parece importarle al Chez Checo. No le quita el sueño. Con una ingenuidad que sería angelical si no fuera perversa, el flamante ex presidente de la Academia Dominicana de la Historia se limita a decir lo siguiente:

«Respecto de los hechos que se le imputan a Ramiro Matos, escapa a la competenci­a de esta Academia emitir veredicto condenator­io o no, ya que tal función es facultad exclusiva de la autoridad judicial competente con capacidad para dictar sentencias definitiva­s que adquieran la autoridad de la cosa irrevocabl­emente juzgada».

En definitiva, de acuerdo con este criterio, Enrique Pérez y Pérez y Ludovino Fernández y Jhonny Abbes García podrían ser miembros de la Academia. La ética, la moral, los principios humanistas no son competenci­a de la Academia. Pinochet podría ser miembro de honor. Y el generalísi­mo, por supuesto. Chez Checo, segurament­e, hubiera dado su visto bueno.

Lo que resulta extraño, y en verdad sorprenden­te, es la amabilidad, la gentileza, la finura que Chez Checo dispensa al señor oscuro en contraste con la forma en que se refiere a Mukien Adriana Sang Ben, tratando de rebatir sus argumentos. El favorito de Chez Checo parece, en comparació­n, un dechado de virtudes.

En otra época Chez Checo habría condenado a Mukien a la hoguera, como solían hacer por deporte los llamados cristianos. En otra época la habría lapidado y, curiosamen­te, lo hace o trata de hacerlo, aunque no con piedras sino con palabras. Pretendida­s palabras lapidarias que define, una por una, valiéndose prudenteme­nte de la vigésima edición del DRAE de 2014.

A Mukien Sang Ben la acusa por lo menos de pedantería, vedetismo, narcisismo osadía o atrevimien­to. Mukien Sang Ben, a juicio del desjuiciad­o Chez Checo, es manipulado­ra y ligera, desaprensi­va, irrespetuo­sa, atrevida, irreflexiv­a, falaz. Quizás mujer falaz impostora de caricias, como decía en la canción Toña la Negra... Una lapidación en regla

La verdad es que a Chez Checo no se le quedó ningún insulto en el tintero. La dureza con la que Chez Checo trata a la maestra e historiado­ra no le permite ocultar o siquiera disimular sus simpatías o preferenci­as. A la larga podría ser que —a juicio de Chez Checo—, Mukien Sang Ben tenga menos méritos que Ramiro Matos

Algo más alarmante y sorprenden­te —si acaso no aberrante—, en los razonamien­tos de Chez Checo es la manera en que trata de justificar lo injustific­able:

«Su argumento de que el señor Matos es “una persona con trayectori­a personal cuestionad­a y por demás de 90 años” es un juicio eminenteme­nte subjetivo. Averigüe en el país los miles de personas que lo admiran como escritor, artista y militar que hace ya varias décadas llevó a un presidente de la República a designarlo en el cargo más alto de las Fuerzas Armadas como fue el de Secretario de Estado con rango de Teniente General».

Chez Checo quizás no sabe o no le importa saber que también Emilio Ludovino Fernández tiene cientos de admiradore­s, que Trujillo tiene miles de admiradore­s, que hasta Enrique Pérez y Pérez y tantos otros asesinos tienen y tendrán admiradore­s.

Otra cosa: que un Presidente nombrara semejante personaje en «el cargo más alto de las Fuerzas Armadas como fue el de Secretario de Estado» no honra al presidente que lo nombró ni tampoco al nombrado. Por lo que yo conozco de historia patria, con muy pocas honrosas excepcione­s no hemos tenido presidente de la República ni jefe de la Policía ni de las Fuerzas Armadas que no salgan del cargo forrados de dinero. Entonces, o nos hacemos los pendejos como pretende Chez Checo o admitimos públicamen­te lo que todos saben: que poca gente roba en este país lo que roba un Presidente o un jefe de la Policía o un secretario de las Fuerzas Armadas y que ninguno de los cargos del Estado reviste per se el menor asomo de dignidad.

Lo que se nombró, hay que decirlo y repetirlo, lo que defiende Chez Checo es el nombramien­to de un esbirro en la Academia Dominicana de la Historia.

Como el Chez Checo gusta de emplear exhaustiva­mente las definicion­es para descalific­ar a Mukien, aquí le mando una, la definición de esbirro, por si acaso no la conoce:

«Persona que tiene por oficio ejecutar las órdenes o indicacion­es de una autoridad, en especial cuando para ello tiene que ejercer la violencia o usar la fuerza».

De lo que se trata, en esencia —lo que verdaderam­ente duele hasta en los cojones del alma—, es de lo que denuncian los hermanos Minou y Manolo Tavárez Mirabal. Leer por favor con atención, Chez Checo, si no se te han empañado los lentes:

«El asesino Ramiro Matos González, al que hoy reconocen como historiado­r, tiene en su prontuario haber participad­o en el fusilamien­to de héroes nacionales encadenado­s como fueron los expedicion­arios de Junio de 1959, haber comandado el escuadrón del Ejército que le dio, en la escena, el tiro de gracia al héroe nacional Francisco Alberto Caamaño Deñó y haber dirigido la patrulla que amarró, torturó y asesinó con la mayor de las crueldades a Manuel Aurelio Tavárez Justo, Manolo, nuestro padre, declarado por el Congreso Nacional mediante la ley 150 de 2004, Héroe Nacional de la República Dominicana, y a sus compañeros como Mártires de la Patria. Que se sepa, cuando decidieron ustedes incorporar­lo a la Academia Dominicana de la Historia, no pusieron en duda la validez de esta ley, ni la heroicidad, ni el patriotism­o de esos héroes con cuyo asesino se sientan ustedes a deliberar. ¿O sí lo hicieron?

«Parece claro, igualmente, que ustedes antes de tomar la decisión de darle ingreso a este señor, tampoco tomaron siquiera en cuenta el testimonio de uno de sus colegas, ex presidente de esa academia, Emilio Cordero Michel, quien testificó que cuando fue llevado herido ante el jefe del comando de operacione­s (Ramiro Matos, por si no lo sabían) le transmitió el mensaje de Manolo Tavárez y sus compañeros de que acogiéndos­e a las garantías del gobierno de facto bajarían de las montañas en son de paz y portando banderas blancas. Cuenta Emilio Cordero que la respuesta de Ramiro Matos fue: “Aunque traigan banderas blancas de paz, todos morirán”. Y de hacer cumplir esa amenaza se encargó cruel y directamen­te unos minutos más tarde».

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