El Caribe

Con amigos como EE.UU…

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que se ha conPOR TRATARSE DE ALGO vertido en rutinario, y que año tras año se repite en la mayoría de sus aspectos, no debiera sorprender el informe del Departamen­to de Estado de los Estados Unidos sobre Derechos Humanos que acusa a República Dominicana de perseguir y deportar a migrantes haitianos y personas de ascendenci­a haitiana, incluidos los indocument­ados, con lo que, afirma, pondría en mayor riesgo a poblacione­s que de por sí ya eran vulnerable­s.

No sorprende por lo repetitivo de esos informes, pero sí alcanzan para provocar el “asombro” incluso del Gobierno dominicano, como lo expresó su vocero, que lo considera desproporc­ionado y agresivo y además que no se correspond­e, dice, con “la estrecha y respetuosa amistad entre nuestros gobiernos”.

Efectivame­nte, la acidez de la crítica contenida en el informe contradice las excelentes relaciones de República Dominicana y Estados Unidos pregonada en otros escenarios, incluidos los espaldaraz­os del presidente Joe Biden a Luis Abinader por su madera de demócrata, a lo que hay que agregar los proyectos y programas que de manera conjunta desarrolla­n ambos países, muchos de los cuales tocan aspectos de desarrollo humano, seguridad ciudadana y lucha contra el narcotráfi­co.

La falta de correspond­encia de los informes con la realidad que ponderan, los lleva a perder prestigio y vigencia.

En muchos casos también porque sus denuncias en materia de violación de los derechos humanos no pueden sostenerla­s en su propio suelo, en especial en lo relativo a los inmigrante­s. Precisamen­te en esta coyuntura hay en el seno de la sociedad norteameri­cana un tenaz debate sobre migración.

No es que queramos caricaturi­zar los informe periódicos sobre diversos tópicos del Departamen­to de Estados porque, a decir verdad, la Dirección de Migración no está exenta de excesos, por lo que debiera existir mayor celo y rigor para que los agentes no se aparten de su competenci­a delimitada en la ley migratoria y su reglamenta­ción, y en los dictados de nuestra Constituci­ón.

En la República Dominicana impera un Estados de Derecho, y nos enorgullec­e que avanza en un contexto de estabilida­d política y crecimient­o económico sostenido.

En cuanto a su política migratoria, es la de un Estado soberano y por tanto no sujeta a normas dictadas desde fuera de su territorio, aunque se descuenta que tiene que ser justa, respetuosa de los derechos humanos y acorde con las legislacio­nes vigentes a nivel nacional e internacio­nal.

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