El Caribe

María Álvarez de Toledo y Rojas, una mujer ejemplar del siglo XVI

- VIRGINIA FLORES- SASSO, PHD, ARQ. DOCTORA EN ARQUITECTU­RA, INVESTIGAD­ORA DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS. PUCMMI vfloressas­so@gmail.com

María de Toledo fue la mujer de más alto linaje que pasó a América en el siglo XVI, era sobrina del Duque de Alba, Fadrique Álvarez de Toledo y emparentad­a con Fernando el Católico. Su padre Fernando Álvarez de Toledo y Enríquez, el hijo más pequeño del I Duque de Alba de Tormes y de María de Rojas y Pereira. Nació en Teba, municipio de la provincia de Málaga, hacia 1490.

A principios de 1508, la reina Juana dispuso a través del Duque de Alba, el matrimonio entre Diego Colón y María de Toledo, pues este matrimonio era importante para la corona de Castilla. El 8 de agosto de 1508, Fernando El Católico nombró gobernador de las Indias y Tierra Firme a Diego Colón en sustitució­n de Nicolás de Ovando y al otro día le entregó poder para residir en Las Indias. El 3 de junio de 1509, zarparon de Sevilla, don Diego Colón y doña María de Toledo con una nutrida corte, soldados y algunos familiares, entre ellos la portuguesa Ana Muñiz Perestrell­o, prima de Diego, y su esposo Juan de Barahona. Llevaban todos los enseres para la casa, incluso María de Toledo consiguió permiso para llevar su mula con la que se transporta­ba.

Llegaron a Santo Domingo el 10 de julio de 1509, pero el gobernador Nicolás de Ovando no los recibió porque estaba en La Vega, pues la producción minera de la Española empezaba a rentar mucho. Llegó doce días después y para entonces, Diego Colón y su esposa ya estaban instalados en la Fortaleza y había realizado el juramento de fidelidad. En ese momento, había pocas viviendas construida­s en piedra o mamposterí­a y ninguna estaba asignada para el gobernador, y la Fortaleza está vacía porque el alcaide Diego López de Salcedo, sobrino de Ovando, también se encontraba en La Vega, por lo tanto, la Fortaleza fue entregada a Diego Colón por el alcalde mayor Alonso Maldonado ya que llevaba órdenes del rey de tomarla para entregárse­la a Francisco de Tapia. Pero, al llegar Ovando exigió su devolución y aunque Colón no estaba de acuerdo, decidió entregarla y alojarse en la casa de Francisco de Garay, un amigo de su padre, mientras buscaba un solar donde construir su casa.

La casa de Garay, conocida como la Casa del Cordón, quedaba cerca del puerto, de la Casa de Contrataci­ón y frente al solar que Diego eligió para construir. La familia Colón y Álvarez de Toledo vivió allí varios años mientras construían su palacio. Con ellos vivió algunos familiares entre ellos la prima Ana Muñiz Perestrell­o, que recién había enviudado, oportunida­d que Garay aprovechó para emparentar­se con Colón, casándose con Ana en 1510. También en la Casa del Cordón nacieron las cuatro hijas de Diego y María de Toledo: Felipa (15101548) María (1511-1578), Juana (15121592) e Isabel (1513-1549), y luego en el Palacio nacieron los tres hijos varones: Luis (1522-1572), Cristóbal (1523-1571) y Diego (1524-1546).

En 1511, estando en Santo Domingo, María de Toledo se convirtió oficialmen­te en virreina consorte, cuando el rey Fernando reconoció los derechos de Diego como virrey, pero con jurisdicci­ón limitada para aquellos territorio­s que hubieran sido descubiert­os oficialmen­te por Colón. Con la intención de vigilar sus negocios en la Corte, Diego se embarcó para Castilla, a finales de febrero de 1515, dejó a María a cargo de la casa, las hijas, las haciendas y «como teniente del gobernador, enfrentada a jueces y oficiales». Fray Bartolomé de las Casas la describe como «matrona y ejemplo de ilustre mujer» y «señora prudentísi­ma y muy virtuosa».

Esos años de soledad fueron duros para María de Toledo, pues enfrentó situacione­s difíciles con cuatro niñas y su condición de mujer en un mundo de hombres. Las Casas señala que «no dejaron de hacer algunas molestias y desvergüen­zas a la casa del Almirante, no teniendo miramiento en muchas cosas a la dignidad, persona y linaje de la dicha señora Doña María de Toledo». A finales de 1520 regresó Diego y es probable que a su llegada el Palacio ya estaba listo para mudarse.

Al poco tiempo, en la Navidad de 1522, por primera vez en Indias, esclavizad­os negros de su ingenio se sublevaron junto a otros de plantacion­es cercanas, provocando descontent­o y temor, aunque los sublevados fueron castigados. Sin embargo, Diego fue llamado a la Corte, situación que aprovechó para resolver sus pleitos. El 8 de septiembre de 1523 hizo su testamento, el 16 marchó hacia España y en enero de 1524 ya estaba unido a la Corte acompañand­o al rey por varias ciudades. Pero enfermó mientras viajaba a Sevilla para asistir a la boda del Rey con Isabel de Portugal y el 23 de febrero de 1526 murió en La Puebla de Montalbán (Toledo). En ese momento, María de Toledo se encontraba en Santo Domingo con sus siete hijos.

Al enviudar María asumió la rienda familiar y los negocios, debido a que sus hijos varones eran menores. En 1530, se trasladó a Castilla con el propósito de mantener los derechos de su primogénit­o y sus otros hijos. Viajó con sus hijas, con la intención de buscarles marido pues estaban en edad casadera y quería dejarlas solas en Santo Domingo; a sus hijos varones los dejó bajo la custodia del ayo Jerónimo de Agüero.

El 13 de mayo de 1531 casó a Isabel con don Jorge-Alberto de Portugal y Meló, Señor de Villanueva del Ariscal y Señor de los Gelves y Berwick, en 1535, casó a María con Sancho Folch de Cardona y Ruiz de Lihori, natural de Valencia, Gran Almirante de Aragón y marqués de Guadalest; y en 1537 casó a Juana con don Luis de la Cueva y Toledo, Comendador de la Alhambra y de la Solana. Al parecer Felipa no se casó. Además, logró asegurar el almirantaz­go, consiguió para sus hijas una renta anual vitalicia de 500,000 maravedís, y para su hijo menor Diego el hábito de la orden de Santiago y una renta, y la creación del título de Duque de la Vega de Santo Domingo para su hijo Luis y mantuvo los títulos de Duque de Veragua, II Marqués de la Jamaica III Gran almirante y Adelantado Mayor de las Indias. También deposito en el monasterio de San Pablo en Sevilla, la biblioteca de Hernando Colón, de más de 15.000 ejemplares, que había heredado su hijo Luis y que no tenía forma de llevarla a Santo Domingo.

María de Toledo estuvo en Castilla hasta 1544. Con una ayuda económica de la Corona llegó a Santo Domingo el 8 de agosto junto con su hija mayor Felipa. A su regreso encontró su casa hecha un desorden ya que sus hijos habían quedado solos tras la muerte de Agüero en 1540. Además, encontró arruinada y robada su hacienda. Las Casas señala que «halló su hacienda robada, los hijos ausentes, y esto y el ser viuda, fue causa que los vecinos no le hiciesen el acogimient­o ni le tuviesen el respeto que al ser quien era ella, sin ser Virreina, se le debía». Esta situación fue un duro golpe para una mujer como ella y sus últimos años los vivió aislada.

El 12 de octubre de 1548, redactó su testamento, indicando que deseaba ser enterrada en la capilla mayor de la Catedral debajo de su marido, a los pies de este. El miércoles 11 de mayo de 1549, a la edad de 59 años, hace hoy exactament­e 475 años, en su aposento de su Palacio de la villa de Santo Domingo, falleció doña María Álvarez de Toledo y Rojas. ________________________________________________ Centro estudios caribeños. PUCMM.

Este artículo forma parte de las investigac­iones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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