El Tiempo

El árbol que no daba frutos

Cuentos del loco Zenón (2)

- ERNESTO RIVERA (DUKE) redaccion@editorabav­aro.com

Zenón me dijo: Mira cómo me tienen aquí mis familiares. No puedo moverme; fíjate que hasta mis necesidade­s tengo que hacerlas aquí parado como ustedes ven, y ni asearme puedo. Tengan compasión de mí y resuélvanm­e esta situación por caridad de Dios, que él se lo pagará.

Ya él había estado antes en el hospital psiquiátri­co, y en una pelea con un enfermo, éste lo mordió y le arrancó una oreja. Después de estar en su casa, parece que se le escapó a sus familiares, vino al pueblo y le arrancó una oreja a una mujer. De ahí, el miedo a que se les volviera a escapar y no encontraro­n otra manera de impedírsel­o.

La familia no se veía muy conforme con la visita, hasta tuvimos que amenazarla con la Justicia para que nos permitiera­n resolverle, pero al fin cedieron y conseguimo­s con un buen amigo mío, un pedacito de tierra donde levantarle una casita de concreto; desde luego, con vejas en puertas y ventanas, cama y un retrete den- tro. El amigo se comprometi­ó a pasarle a diario las tres comidas.

Logrado esto, le compramos un buen colchón y el hombre estaba de maravillas. En sus momentos de lucidez, predicaba de tal forma que nadie podía suponer que ese hombre podía haber estado loco. Pero cuando se revolteaba, parecía tener el diablo dentro; sin embargo, bastaba decirle, ahí viene Duque y de inmediato se serenaba.

Un día voy a visitarlo con mi amigo Tolito, al que él no podía ver ni en pintura, se destapó y le soltó cuantas obscenidad­es de le ocurrieron, pero cuando yo me acerqué y él me vio, se volvió un angelito.

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