Enternecernos y entusiasmarnos
Tenemos que volver al corazón de la poesía para ejercitar el deporte del entendimiento, para pintar murales de amor que nos injerten armonía, y para poder viajar hermanándonos a golpe de latido. Hemos de salir con urgencia de este calvario de crueldades que nos dejan sin alma.
Nos merecemos otros caminos de menos batallas y más abrazos, no tan destructores y sí constructores del género humano. Sólo así podremos confluir en concordia y desterrar el desaliento que nos invade.
A propósito, quiero subrayar el emocionante mensaje de conciliación a su llegada a Corea del Sur, del atleta refugiado Yiech Pur Biel. Un claro testimonio de luz que debe hacernos recapacitar a todo ser humano, habite donde habite la persona, pues lo fundamental es despertar y trascender de nuestras propias miserias humanas.
He aquí su hondura, su manantial de enternecedoras lágrimas, que nos llaman a meditar conjuntamente: “Una persona necesita muchas cosas – vivienda, alimentos, agua, educación y servicios médicos – para sobrevivir, pero ¿qué significan todas estas cosas sin quietud? Como refugiado que huyó de un país en conflicto, sé lo importante que es la paz”.
Más allá de estas palabras están también sus acciones, promoviendo instalaciones deportivas para niños refugiados, desplazados y vulnerables. En el fondo, busca utilizar la actividad física como una herramienta de cambio para los menores de todo el planeta.