Dejar huellas en el corazón del Padre
Cada acción que toma lugar en nuestra vida, movida por la decisión agradar, honrar, obedecer y amar a nuestro Dios (Abba Padre), deja una huella en el corazón de nuestro creador.
Abraham dejó una huella cuando fue llamado a dejar su tierra y parentela por la visión que le mostraría; dejó una huella al tomar la decisión de no rehusar entregar a su hijo Isaac. Moisés dejó una huella en el corazón del Padre al dejar el palacio y unirse al pueblo de Israel y servirle.
Esther dejó huellas en el corazón del Padre al decidir arriesgar su vida e interceder por su pueblo.
María dejó una huella en el corazón del Padre al aceptar el llamado de ser la madre del salvador del mundo, sin importar los cuestionamientos a los cuales debía enfrentarse.
Jesús, el hijo de Dios, dejó huellas muy profundas en el corazón del Padre, al tomar la actitud de dejar su trono y toda la gloria que tenía para venir a la tierra en condición de hombre y hacerse semejante a un esclavo, para traer la salvación y la reconciliación de la creación con su creador, de los hijos con el Padre.
Abel tocó el corazón de Dios y dejó huella en él con su ofrenda, que al día de hoy y de generación en generación se habla de su ofrenda.
Muchos de nosotros hemos dejado huellas en el corazón de Dios con nuestras decisiones de no divorciarnos, de perdonar, de abandonar actitudes que no le agradan, dejamos huellas en el corazón del Padre cuando lo adoramos en Es- píritu y verdad, cuando servimos a los demás, cuando damos, etc.
Cada palabra que hablamos puede dejar huellas positivas o negativas, en la vida de las personas y de eso tenemos que estar consciente, podemos edificar si así nos los proponemos.
Existen personas que una palabra llena de ira, enojo, crueldad, malicia, manipulación, etc. dejó huellas muy profundas de amargura, rechazo, dolor y tristeza en su vida. Es por esto que el Señor nos insta en su palabra a que nuestras palabras sean para la edificación de aquel que las escucha.
Cada día podemos dejar huellas en el corazón del Padre y de muchas personas con nuestras palabras, porque ellas tienen el poder de cambiar y transformar.
Dejemos huellas con palabras de aliento y vida.