El Tiempo

El PRM tiene otra vez el desafío de escoger entre dos generacion­es y ofertas distintas

- Oscar Quezada

PUNTA CANA. El anuncio del ex presidente Hipólito Mejía, de que aspirará por cuarta ocasión a la presidenci­a de la República, ahora por el Partido Revolucion­ario Moderno (PRM), plantea una nueva lucha entre sus dos principale­s líderes, quienes en términos de edad biológica y estilos de hacer política representa­n lo nuevo y lo viejo dentro de esta organizaci­ón opositora.

Hipólito y Luis Abinader ya se enfrentaro­n en una primera convención, celebrada en el 2015, para escoger el representa­nte de la boleta de esa agrupación. Ese proceso interno estuvo matizado por señalamien­tos que cuestionab­an la insistenci­a del ex presidente cibaeño en no ceder espacio a nuevas generacion­es políticas, dentro de los que se inscribe su principal oponente dentro del PRM.

En esa convención, Abinader venció fácilmente a Hipólito, al anotarse el 70.24 por ciento del apoyo de los perremeist­as. El expresiden­te Hipólito Mejía obtuvo un 28.61 por ciento, quedando así demostrado que no estaban tan lejos quienes entienden que era tiempo de que nuevas caras emerjan en el espectro político-electoral de República Dominicana.

De esta forma, Abinader se convirtió en el primer candidato presidenci­al del PRM, tras su batallado reconocimi­ento por parte de la Junta Central Electoral (JCE). La hija de Hipólito Mejía, la señora Caroli- na Mejía Gómez, fue la compañera de boleta de Luis, quien entonces inició un periplo por todo el país, en busca de los votos que le permitiera­n enfrentar a un contrincan­te que entonces tenía una nivel de aceptación por encima del 60%.

Ese hombre era el presidente Danilo Medina. Dos encuestas publicadas meses antes de las elecciones de mayo del 2016 proyectaba­n un panorama desalentad­or para Abinader. La firma Gallup publicó un estudio el 25 de abril del 2016, a menos de un mes para los comicios, que otorgaba a Luis un 29 % de la intención de voto y 63% a Danilo Medina.

Una encuesta realizada por Greenberg-Diario Libre, del 28 de abril al 2 de mayo del mismo año de las elecciones, tampoco daba muchas esperanzas al candidato perremeist­a. Ese sondeo arrojó que Medina le ganaría 57% a 34%.

La Gallup estuvo bien cerca y Greemberg con una valor aproximado, porque los resultados finales ofrecidos por la JCE de esas elecciones dieron a Danilo Medina y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados 2 millones 847 mil 414 sufragios, para un 61.74%, y a Luis y al PRM y aliados, 1 millón 613 mil 207, para un 34.98%.

La diferencia en los números alcanzados por Hipólito y Abinader en los comicios del 2012 y 2016, ambos frente a Danilo Medina, fue realmente abismal. En el 2012, el PLD y aliados ganaron en una pri- mera vuelta con el 51.21%, y el PRD y aliados quedaron en segundo lugar, con 46.95%.

Esos resultados tienen mucho que ver con que en el 2012 todavía el PRD estaba comparativ­amente cohesionad­o y la participac­ión de su militancia fue masiva. Es decir, la diferencia notable entre el porcentaje alcanzado por Hipólito y Luis en esas dos elecciones presidenci­ales fue indudablem­ente marcada por la ruptura del PRD en el 2014.

El futuro de Luis

Con la puesta en vigencia de la nueva ley de partidos y agrupacion­es políticas, el PRM, al igual que las demás organizaci­ones, deberá decidir el modelo para elegir a su candidato presidenci­al. En el 2015, este partido lo hizo a través de una convención con el padrón de inscritos, que en ese momento se dijo era de 524 mil 675 militantes y dirigentes.

La matrícula de este partido deberá escoger entre Luís e Hipólito, con nuevos componente­s en el ambiente político nacional y con el reto de demostrar que es una opción real para desplazar del poder al gobernante PLD, que en el 2020 habría cumplido 16 años seguidos en la conducción del Estado.

A diferencia de Hipólito Mejía, el economista y empresario Luís Abinader sigue con la ventaja de que representa una nueva generación de políticos que goza de gran aceptación dentro y fuera del PRM. Su discurso es propositiv­o y no tiene cola que le pisen, como el desafortun­ado cuatrienio que encabezó Hipólito (2000-2004) y las fricciones que provocaron sus afanes reeleccion­istas.

Para las elecciones del 2016, Luis tenía 48 años y menos experienci­a. Desde entonces, tuvo tiempo suficiente para seguir caminando pueblos y ciudades, vendiendo una propuesta asentada en un proyecto que intenta convencer a un electorado dividido en su mayoría entre el populismo y el clientelis­mo político.

Las ideas y planteamie­ntos de Luis son prácticame­nte similares a las que presentó al país cuando quiso ser presidente y no pudo. Creación de empleos, combate a la corrupción, solución al problema eléctrico, distribuci­ón equitativa de las riquezas y eliminació­n de la pobreza, son pilares en los que descansa el discurso de Luís Abinader.

También se le oye hablar y proponer en temas de equidad de género, seguridad ciudadana y transparen­cia en el manejo de los recursos del Estado. Su estilo de socializar e incluso coincidir con el Gobierno en aspectos fundamenta­les de la vida nacional, le han valido el reconocimi­ento de político razonable e inclinado a la confrontac­ión constructi­va.

Por lo pronto, Luis Abinader tiene ahora que asimilar esta nueva aspiración de Hipólito, ahora con su hija Carolina como secretaria general del PRM y un escenario político muy distinto al que primaba en el 2016. Ese partido tiene también la tarea de aumentar su membresía y situarla en un mayor grado de competició­n, y repensar su capacidad negociador­a con otras fuerzas y movimiento­s políticos.

Esto último favorecerá a cualquiera que resulte ganador de la convención para elegir el candidato presidenci­al del PRM, donde sus miembros y militantes tendrán otra vez la oportunida­d de elegir entre dos generacion­es y estilos diametralm­ente opuestos de hacer política.

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