El PRM tiene otra vez el desafío de escoger entre dos generaciones y ofertas distintas
PUNTA CANA. El anuncio del ex presidente Hipólito Mejía, de que aspirará por cuarta ocasión a la presidencia de la República, ahora por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), plantea una nueva lucha entre sus dos principales líderes, quienes en términos de edad biológica y estilos de hacer política representan lo nuevo y lo viejo dentro de esta organización opositora.
Hipólito y Luis Abinader ya se enfrentaron en una primera convención, celebrada en el 2015, para escoger el representante de la boleta de esa agrupación. Ese proceso interno estuvo matizado por señalamientos que cuestionaban la insistencia del ex presidente cibaeño en no ceder espacio a nuevas generaciones políticas, dentro de los que se inscribe su principal oponente dentro del PRM.
En esa convención, Abinader venció fácilmente a Hipólito, al anotarse el 70.24 por ciento del apoyo de los perremeistas. El expresidente Hipólito Mejía obtuvo un 28.61 por ciento, quedando así demostrado que no estaban tan lejos quienes entienden que era tiempo de que nuevas caras emerjan en el espectro político-electoral de República Dominicana.
De esta forma, Abinader se convirtió en el primer candidato presidencial del PRM, tras su batallado reconocimiento por parte de la Junta Central Electoral (JCE). La hija de Hipólito Mejía, la señora Caroli- na Mejía Gómez, fue la compañera de boleta de Luis, quien entonces inició un periplo por todo el país, en busca de los votos que le permitieran enfrentar a un contrincante que entonces tenía una nivel de aceptación por encima del 60%.
Ese hombre era el presidente Danilo Medina. Dos encuestas publicadas meses antes de las elecciones de mayo del 2016 proyectaban un panorama desalentador para Abinader. La firma Gallup publicó un estudio el 25 de abril del 2016, a menos de un mes para los comicios, que otorgaba a Luis un 29 % de la intención de voto y 63% a Danilo Medina.
Una encuesta realizada por Greenberg-Diario Libre, del 28 de abril al 2 de mayo del mismo año de las elecciones, tampoco daba muchas esperanzas al candidato perremeista. Ese sondeo arrojó que Medina le ganaría 57% a 34%.
La Gallup estuvo bien cerca y Greemberg con una valor aproximado, porque los resultados finales ofrecidos por la JCE de esas elecciones dieron a Danilo Medina y al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados 2 millones 847 mil 414 sufragios, para un 61.74%, y a Luis y al PRM y aliados, 1 millón 613 mil 207, para un 34.98%.
La diferencia en los números alcanzados por Hipólito y Abinader en los comicios del 2012 y 2016, ambos frente a Danilo Medina, fue realmente abismal. En el 2012, el PLD y aliados ganaron en una pri- mera vuelta con el 51.21%, y el PRD y aliados quedaron en segundo lugar, con 46.95%.
Esos resultados tienen mucho que ver con que en el 2012 todavía el PRD estaba comparativamente cohesionado y la participación de su militancia fue masiva. Es decir, la diferencia notable entre el porcentaje alcanzado por Hipólito y Luis en esas dos elecciones presidenciales fue indudablemente marcada por la ruptura del PRD en el 2014.
El futuro de Luis
Con la puesta en vigencia de la nueva ley de partidos y agrupaciones políticas, el PRM, al igual que las demás organizaciones, deberá decidir el modelo para elegir a su candidato presidencial. En el 2015, este partido lo hizo a través de una convención con el padrón de inscritos, que en ese momento se dijo era de 524 mil 675 militantes y dirigentes.
La matrícula de este partido deberá escoger entre Luís e Hipólito, con nuevos componentes en el ambiente político nacional y con el reto de demostrar que es una opción real para desplazar del poder al gobernante PLD, que en el 2020 habría cumplido 16 años seguidos en la conducción del Estado.
A diferencia de Hipólito Mejía, el economista y empresario Luís Abinader sigue con la ventaja de que representa una nueva generación de políticos que goza de gran aceptación dentro y fuera del PRM. Su discurso es propositivo y no tiene cola que le pisen, como el desafortunado cuatrienio que encabezó Hipólito (2000-2004) y las fricciones que provocaron sus afanes reeleccionistas.
Para las elecciones del 2016, Luis tenía 48 años y menos experiencia. Desde entonces, tuvo tiempo suficiente para seguir caminando pueblos y ciudades, vendiendo una propuesta asentada en un proyecto que intenta convencer a un electorado dividido en su mayoría entre el populismo y el clientelismo político.
Las ideas y planteamientos de Luis son prácticamente similares a las que presentó al país cuando quiso ser presidente y no pudo. Creación de empleos, combate a la corrupción, solución al problema eléctrico, distribución equitativa de las riquezas y eliminación de la pobreza, son pilares en los que descansa el discurso de Luís Abinader.
También se le oye hablar y proponer en temas de equidad de género, seguridad ciudadana y transparencia en el manejo de los recursos del Estado. Su estilo de socializar e incluso coincidir con el Gobierno en aspectos fundamentales de la vida nacional, le han valido el reconocimiento de político razonable e inclinado a la confrontación constructiva.
Por lo pronto, Luis Abinader tiene ahora que asimilar esta nueva aspiración de Hipólito, ahora con su hija Carolina como secretaria general del PRM y un escenario político muy distinto al que primaba en el 2016. Ese partido tiene también la tarea de aumentar su membresía y situarla en un mayor grado de competición, y repensar su capacidad negociadora con otras fuerzas y movimientos políticos.
Esto último favorecerá a cualquiera que resulte ganador de la convención para elegir el candidato presidencial del PRM, donde sus miembros y militantes tendrán otra vez la oportunidad de elegir entre dos generaciones y estilos diametralmente opuestos de hacer política.