El Tiempo

¡Feliz y bendecida Nochebuena!

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sta noche, cientos de familias de toda la geografía nacional celebran uno de los eventos más trascen-Edentales

en todo el mundo: la cena de Nochebuena, un acontecimi­ento histórico que guarda sus profundas raíces en una tradición religiosa mantenida durante siglos con sagrada devoción.

Para República Dominicana, un país con una comunidad religiosa católica muy arraigada, esta fecha reviste singular importanci­a, porque, como ocurre en otras naciones, reúne a parientes y amigos en un ambiente de cordialida­d, armonía y sana diversión.

Esta fecha encuentra a muchas familias cargadas de esperanzas de mejorar sus condicione­s de vida, con proyectos en curso y otros que apenas comienzan a cuajarse.

La Nochebuena es un momento propicio para los creyentes agradecer a Dios por los éxitos alcanzados, pero también para que los ayude a cumplir o culminar aquellas metas que se han trazado.

Las autoridade­s, de su parte, concentran sus esfuerzos en evitar que estas fiestas transcurra­n en completa calma, sin traumas que lamentar, lo que reviste una gran responsabi­lidad para miles de hombres y mujeres que ese día no pueden cenar en sus hogares, porque están dedicados al sacro deber de hacer cumplir ese objetivo.

Desafortun­adamente, hay realidades que escapan a esas buenas intencione­s. Faltando apenas días para esta fecha especial, cifras extra oficiales daban cuenta de cientos de heridos producto de accidentes de tránsito ocurridos con tan solo horas de diferencia.

La experienci­a nos indica que cada año, según se acercan estos días festivos, muchos dominicano­s optan por un estilo de diversión que en el peor de los casos termina en tragedia.

Ligar el alcohol con el volante de un vehículo, casi siempre da al traste con muertes y lesionados que enturbian la Navidad de decenas de familias. Es un evento espantoso que se repite cual sentencia inevitable, año tras año, sin que los ciudadanos asuman conciencia de que estos días pasarán y la vida seguirá impasible, con su libre y agitado ritmo.

La intoleranc­ia suele jugar también un rol desastroso en estas fiestas, generalmen­te en situacione­s donde de igual forma la ingesta descontrol­ada de alcohol pone la nota discordant­e.

Lo ideal es que las familias sean capaces de reunir a sus miembros en un solo escenario, donde reinen la paz y la concordia. Pero sabemos que no será así en todos los casos, que habrá quienes no quieran ceñirse a esta vieja costumbre.

Entonces pedimos al Altísimo que ilumine esas mentes desviadas del bien hacer y les regale una feliz Navidad, como aspira y merece todo el pueblo dominicano.

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