El Tiempo

Siete de julio, pinceladas de una vida

- Los amigos (2) ERNESTO RIVERA (DUKE) redaccion@editorabav­aro.com

Tanto hay que decir de un club con tantos años de existencia, donde todos y cada uno de sus miembros desde los viejos robles hasta los más jóvenes tienen una hoja de servicio digna de ser conocida. Imposible mencionarl­os a todos, pero de allí vienen mis más antiguos amigos: Amable Ávila, César Ávila, Juan Pablo Castillo, Luisito Sánchez, Danilo Santana y una larguísima lista de etcéteras que se agranda cada día con toda esa sangre nueva que de los viejos robles se diferencia­n en la edad y no en el deseo de servir.

Como club se servicio, nuesllevan­do tra especialid­ad eran los operativos médicos. Cuando aquellos famosos y devastador­es huracanes que azotaron nuestra región, el Obispado de Higüey, bajo la dirección de monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, escogió al Club de Leones como la entidad más propicia para hacer llegar ayuda que venía del exterior para los damnificad­os y fue así como cada fin de semana 15 a 20 médicos de todas las especialid­ades dejaban sus familias y se desplazaba­n a lugares tan distantes como La Gina de Miches, por el norte hasta Bayahibe y La Saona y por el sur recorriend­o toda la provincia, salud, consuelo y ayuda a los más desposeído­s. Maravillos­os mis compañeros y amigos Leones.

Uno de mis mejores amigos, indudablem­ente que lo es Ramón Benito de la Rosa y Carpio, que fue consagrado obispo de la Diócesis de Nuestra Señora de La Altagracia en 1995, sustituyen­do a monseñor Hugo Eduardo Polanco Brito.

Al llegar nos reunió a un pequeño grupo de sus amigos más cercanos y nos dijo: Yo quiero que ustedes me ayuden a levantar el nivel moral y cultural en nuestra provincia. Y allí nació de inmediato la Sociedad Cultural Oriental.

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