Se alimenta la desesperación de la gente
No podemos seguir ahogando esperanzas, truncando ilusiones, ignorando los derechos humanos, aplastando aspiraciones armónicas, haciendo de la existencia una selva de privilegios para unos pocos, cuestión que alimenta la desesperación y conduce al extremismo. Tanto la violencia como el abuso de poder nos están triturando el corazón humano. Ya está bien de fragmentarnos, de injertarnos terror en vena, de activar los pensamientos perversos en nuestras propias familias. ¡Cuántas vidas destruidas! Los poderosos de la tierra, deberían hacer enmienda a sus deseos, y en todo caso, impulsar otras poéticas más humanas, empezando por un crecimiento económico que incluya a todos los sectores de la sociedad y sea sostenible. Se nos olvida que
para combatir todas estas desilusiones necesitamos otra conciencia y otras actitudes menos egoístas, al menos para poder rediseñar otro sistema financiero mundial más equitativo. Nadie puede estar por debajo de nadie en ningún indicador de desarrollo sostenible. Para desgracia de la humanidad no estamos ofreciendo ejemplaridad desde las instituciones, tampoco un crecimiento inclusivo. En consecuencia, la ciudadanía permanece desorientada, confundida y desencantada.
Hay que volver a repensar nuevos sistemas de actuación. Quizás debamos sepultar cuanto antes viejos e inhumanos contextos injustos, como puede ser la falta de acceso a la educación o la pobreza que son factores que llevan a la radicalización, pero la gota que colma el vaso tal vez sea ceder al desaliento ante nuestras propias miserias humanas, pues lo importante es poner en activo la fuerza de la razón humana, ante un panorama mundial realmente sombrío. Son muchas las personas que los propios programas políticos marginan. Por tanto, pasemos de los buenos propósitos a las contundentes acciones. Salgamos de este feroz desorden. Pongamos el anhelo en la reconstrucción de un mundo verdaderamente civilizado, no desfallezcamos en el intento, y hagámoslo habitable para todos. Que cada cual logre realizarse a su modo y manera, siempre que respete a su semejante. Lo de vivir y dejar vivir puede ser buena receta para poder experimentar esa paz y ese consuelo que todos nos merecemos y ansiamos. Porque alimentar la desesperación de la gente, es una tremenda crueldad que más pronto que tarde nos pasará factura a todos, lo trascendente será encontrar un antídoto para este vacío existencial de veras deshumanizante.