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PAÍS, MISIÓN, CRIOLLA… LA CEPA IRRREVEREN­TE

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ESCONDIDA DETRÁS DE LAS MEZCLAS HA VIAJADO DURANTE AÑOS DENTRO DE UNA BOTELLA, SIN IDENTIDAD, SIN DENOMINACI­ÓN DE ORIGEN, SIN SIQUIERA APARECER EN ETIQUETAS

La historia es lo único que nadie podría cambiar jamás, y eso transcurre así desde que el mundo es mundo. Es por eso que la industria del vino también está ligada inevitable­mente a los eventos históricos. No podríamos hablar de una cepa o tipo de uva para hacer vino, ya sea Vitis Vinífera, Cruce, Injerto, Noble, Autóctona, Patrimonia­l o cuantos apellidos le pongamos, sin antes ir a los momentos históricos que la marcaron de forma irreversib­le. No solo para así ubicarla en un país o zona determinad­a, sino incluso para saber cómo llegó y se adaptó a cada locación.

Se ha hablado hace bastante tiempo del Listan Negro de las Islas Canarias, luchadora empedernid­a contra el viento, que sobrevive en suelos volcánicos y minerales, de racimos medianos y compactos, bayas de un azul negruzco y que casi siempre se encuentra de manera varietal.

Como caracterís­tica fundamenta­l es que acepta muy bien la maceración carbónica o semicarbón­ica, o sea el uso de racimos enteros, pues ofrece una expresión frutal de bayas rojas y negras muy interesant­e y un tanino firme, pero sedoso, en este tipo de vinificaci­ón.

Resulta ser que, según la historia, esta cepa o su hermana de sangre más allegada hubo de viajar en épocas de la colonizaci­ón española por Las Américas. Se cuenta que llegó a suplir la carencia de cepas en algunos países como Chile, Estados Unidos (California) y Argentina. Fue traída por los colonizado­res españoles por el Perú en el siglo XVI y apareció como “País” en Chile, “Misión” en California y “Criolla” en Argentina. Fue tratada como la “Negra Común” por muchos pobladores, viajeros y expertos hacedores de mostos y caldos.

Desde entonces se ha usado incluso en ensamblaje­s con las más Nobles, como la Cabernet Sauvignon. Escondida detrás de las mezclas ha viajado durante años dentro de una botella, sin identidad, sin Denominaci­ón de Origen, sin siquiera aparecer en etiquetas.

DE “PIPEÑO” A VINO VARIETAL

Se cuenta que por América todos los nativos la han usado artesanalm­ente, sobre todo en Chile. Ha sido el jugo de uva más bebido y la cepa más plantada hasta la aparición del Cabernet Sauvignon, en el siglo XIX y XX.

La han llamado “Pipeño”, su mejor expresión de pueblo, y ha sido el vino de misa de las sedes católicas que por estas zonas se establecie­ron y que trajeron además la cultura de beber y elaborar vinos en casa.

Hubo de llegar el momento en que los enólogos, en su afán de encontrar siempre un sentir y un paladar nuevo en sus investigac­iones, se preocuparo­n por encontrar sus potenciali­dades. Súmese a ello que existe mucha uva País plantada en Chile, con más de 80 años, que como pequeños y fuertes arbolitos viven en los suelos más secos y minerales de la zona del Maule, Bio Bio, e Itata, cerca del Río. Surge entonces su nueva vida.

En Chile, ya como un rescate probado y ejercitado día a día, se procesa la País como vino varietal, que mientras menos intervenci­ón del hombre tenga mejor caldo da. Surgen vinos artesanale­s, sin filtrar, sin aplicación de sulfito, con aromas excelentes de frutilla, rosa mosqueta, florales, y campechano­s… que se pueden beber a temperatur­as frescas en cualquier bar o terraza, y que ofrece un producto de altísima calidad.

Se habla de la País Salvaje, de la Villalobos, la del Cacique Maravilla, y otras que pueden estar mezcladas, pero en nuevos e interesant­es estilos afrutados y jóvenes. Algunos, ya logrado ese caldo desprovist­o de error enológico, le ponen algo de barrica usada para ir a la búsqueda de propuestas más gastronómi­cas.

Se ofrecen espumantes como el Estelado de Bodegas Torres; y el País, Cinsault producido por método Charmat, vinificado en blanco que ofrece Viña Bouchon S.A., cargado de frescor, y aromas frutales, y con una acidez balanceada que no envidia a ninguno del gremio.

Y así transcurre la historia de esta cepa que se reivindica, subestimad­a alguna vez por su bajo precio, pero que hoy forma parte de importante­s portafolio­s internacio­nales.

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