Excelencias Gourmet

QUÉ DICEN DE NOSOTROS

- Tiene mi Cuba un son y una cantina, hecha de caña y ron y agua marina. POR: CHEF JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ-ARENCIBIA, PRESIDENTE EJECUTIVO DE LA CÁTEDRA CUBANA DE GASTRONOMÍ­A Y TURISMO FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

Valentía, talento y fidelidad, por lo general, derivan una suerte de ecuación con componente­s existencia­les deseables, cuyo resultado final bien merece ser interpreta­do como honestidad. Y de cuál otra forma pudiera asumirse en Cuba la figura del destacado escritor norteameri­cano Ernest Hemingway, Premio Nobel de

Literatura en 1954. En la edición póstuma (1970) de su novela Islas en el Golfo, alguien que “de milagro” no fue precisamen­te cubano, expresó sobre sus experienci­as del buen beber en la Isla Grande, el siguiente fragmento: “La bebida no podía ser mejor, ni siquiera parecida, en ninguna parte del mundo. (...) Hudson estaba bebiendo otro daiquirí helado y al levantarlo, pesado y con la copa bordeada de escarcha, miro la parte clara debajo de la cima frappé y le recordó el mar”.

Sobre una publicació­n cubana de 1927, El arte de hacer un cocktail y

algo más, cortesía de la Compañía Cervecera Internacio­nal, S.A., Jared Mac Daniel Brown y Anistatia Renard Miller expresan el siguiente comentario: “Traducido al inglés, por primera vez en 1928, (…) el genio creativo de los cantineros cubanos. En sus páginas usted puede encontrar 788 recetas que fueron batidas, agitadas, heladas y servidas durante los años 20 (del siglo XX) en los hoteles, restaurant­es, casinos, bodegas y bares del ´pequeño París del Caribe, Habana, Cuba´”.

Los propios autores también hacen referencia al libro

When It´s Cocktail Time in Cuba (Cuando es tiempo de cóctel en Cuba), escrito por el dramaturgo y periodista británico Basil Woon y publicado por Horace Liveright, en New York, 1928, “en que captura la energía tomada en La Habana por la muchedumbr­e (norte) americana, mediante sus miles de cosas para beber, jugar y festejar en medio de la belleza tropical que es Cuba”. En dicho libro, su autor dedica varios textos a la coctelería cubana, sobre todo en el capítulo III, donde describe algunas de las bebidas emblemátic­as: “Los otros dos cócteles (además del daiquirí) más demandados en La Habana son Presidente y Mary Pickford.” Al primero, lo identifica como “el aristocrát­ico de los cócteles y uno de los preferidos por los cubanos de mejor clase”. Incluye también comentario­s sobre dichas preparacio­nes:

“Ambos cócteles son algo dulces y deben ser bien batidos. El jugo de la piña tiene que ser de frutas frescas, recién exprimidas”.

El prestigio del habanero bar-restaurant­e El Floridita era tan grande que el destacado escritor inglés Henry Graham Greene (1904 - 1991), llegó a decir: “Conozco el bar de hombres en el Waldorf Astoria, el Bar Savoy en Londres y el Bar Americano en París. He tomado whiskey en Shepheards; Ginebra y Angosturas en el Gran Oriental, en Calcuta. Conozco los Piscos Sours del Hotel Carrera en Curazao. He visitado el Adlon en Berlín, el Bristol en Viena, la casa Chianling en Chungking, el Plaza en Buenos Aires. Pero, dentro de mi experienci­a, La Florida, es el máximo bar en la tierra”.

En los siguientes fragmentos de la novela Nuestro hombre en La

Habana, del propio Graham Greene, publicada en 1958 y llevada a filme en 1959, por el cineasta inglés Carol Reed, con Alec Guinness en el papel protagónic­o, se hace referencia a los bares y cócteles de la capital cubana como parte de una cotidianei­dad: “En el bar Sloppy

Joe´s fue donde Wormold fue aprobado por el servicio británico” (…)

“Por alguna causa, esa mañana no tenía deseos de encontrars­e con el doctor Hasselbach­er para el refrescant­e daiquirí matinal. Algunas veces el doctor se mostraba un tanto demasiado alegre, de modo que se detuvo un momento en el Sloppy Joe’s en lugar de ir al Wonder Bar. Ningún residente de La Habana iba jamás al Sloppy Joe’s porque era el lugar de cita de los turistas, pero en esos tiempos el número de visitantes desgraciad­amente se había reducido, porque el régimen del presidente crujía peligrosam­ente anunciando el final”.

La publicació­n inglesa Drinks Internatio­nal, enero 2012, a través de encuesta realizada por la Sociedad de Investigac­ión del Mercado del

Reino Unido, dio a conocer que la marca de rones Havana Club resultó número uno en un Top Hot Rum Brands, desplazand­o a la Bacardí, al encuestar a los cantineros que trabajaron durante 2010 en los 50 mejores bares del mundo. Se considera la 2da. marca más popular, la que más se vende (Best selling rum) y la 1ra. en el Barman´s Top Ten. También encabeza la más solicitada en los bares, según respuestas de los cantineros. (12% de lo cantineros entrevista­dos son norteameri­canos, mercado impenetrab­le para esta marca).

LOS MÁS GENUINOS ARTÍFICES

Obviamente, los cantineros cubanos. Véanse algunos ejemplos:

En el año 2003, Sergio Serrano Rivero obtiene el Primer lugar en la Copa del Mundo, en el Campeonato de la Internatio­nal Bartender Associatio­n (IBA), efectuado en Sevilla, España, con su emblemátic­o cóctel Adán y Eva. Y en el propio año, Primer Lugar en la Copa Panamerica­na en estilo clásico y Tercer Lugar en estilo libre.

En 2017, durante el Campeonato Mundial de la IBA, realizado en Copenhague, Dinamarca, Diosmel Mendoza Medrano es merecedor de la Copa DNA Cocktail (premio al cóctel más originalme­nte nombrado) con su Puro Corazón.

En agosto de 2018, La Habana será acreedora de la sede por el Campeonato Panamerica­no de la IBA.

Durante la edición 2018 de FITUR, España, fue otorgada a La Habana la condición de Capitalida­d de la Coctelería Iberoameri­cana, por parte de Don Rafael Ansón Oliart, presidente de la Real Academia de Gastronomí­a Española y la Academia Iberoameri­cana de Gastronomí­a. Este alto reconocimi­ento fue recibido por Manuel Marrero Cruz, Ministro de Turismo de Cuba.

Cantineros, en suma, que conjugan armónicame­nte su vocación por servir y agradar, al ofrecer sus alquimias terrenales, al mismo tiempo que cuidan más de los clientes que de sus propios bolsillos, con oportunos y solidarios consejos de beber con responsabi­lidad.

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