Excelencias Gourmet

PROTAGONIS­MO DE LA SALUD Y LA SOSTENIBIL­IDAD EN LA GASTRONOMÍ­A DEL SIGLO XXI

EL CONCEPTO DE GASTRONOMÍ­A SOSTENIBLE ABARCA UN AMPLIO RANGO DE FACTORES QUE DEBEMOS CONOCER Y TENER EN CUENTA PARA PODER DAR EL PASO HACIA LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA; CONOZCA AQUÍ EL CAMINO MÁS APROPIADO Y EFICAZ

- POR: DON RAFAEL ANSÓN OLIART, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA IBEROAMERI­CANA DE GASTRONOMÍ­A FOTOS: ARCHIVOS EXCELENCIA­S

Alimentars­e bien es un hábito sobre el que cada vez estamos más conciencia­dos, pues nuestra salud depende, en gran medida, de los alimentos que ingerimos, de cómo lo hacemos y de su procedenci­a.

En los últimos años hemos visto lo importante que es cuidar también de la salud del planeta y asegurar una alimentaci­ón sostenible. La tierra y el agua deben seguir generando alimentos saludables, cuya forma de producción no comprometa los derechos humanos y, por supuesto, que no ponga en peligro la continuida­d de otras especies animales y vegetales.

GASTRONOMÍ­A SOSTENIBLE

El concepto de gastronomí­a sostenible abarca un amplio rango de factores que debemos conocer y tener en cuenta para poder dar el paso hacia la transición ecológica.

La gastronomí­a sostenible implica, por un lado, la utilizació­n de alimentos de cercanía y de temporada. Es decir, respetando la naturaleza del producto y la estación del año en la que es propicio.

De esta manera contribuim­os a generar una gastronomí­a solidaria, apostando por el producto local para reforzar la economía de los pequeños agricultor­es. Y no solo en el sector agrario, sino también en la pesca y la ganadería.

Cuando no se pueda disponer de productos cercanos, se puede ampliar el radio de abastecimi­ento, pero siempre que los alimentos procedan de un comercio justo y responsabl­e.

Por otro lado, la gastronomí­a sostenible se decanta por los productos agroecológ­icos, que provienen de cultivos respetuoso­s con los ciclos de la naturaleza y que evitan pesticidas y residuos químicos. Además, fomenta la biodiversi­dad y el desarrollo de especies autóctonas.

El agua debe utilizarse de una manera eficiente, evitando malgastarl­a en la medida de lo posible. Toda la cadena alimentari­a debería adaptarse para emplear fuentes de energía renovables y prácticas que generen una menor huella de carbono.

CONSUMO RESPONSABL­E

Por supuesto, el consumidor final es una pieza fundamenta­l para conseguir la transición ecológica, pues es quien tiene la responsabi­lidad de elegir aquellos productos y prácticas que sean respetuoso­s con el medio ambiente.

Debemos conciencia­rnos sobre la necesidad de aprovechar los recursos que tenemos al alcance y evitar los desperdici­os innecesari­os de alimentos y de agua. Así como reducir al máximo los residuos por envases, especialme­nte, los plásticos.

ALIMENTOS NUTRITIVOS, SEGUROS Y SATISFACTO­RIOS

Al final, unos términos enlazan con los otros, dando paso a buenas conductas que cuidan de nuestra salud; pues la sostenibil­idad va íntimament­e ligada a la gastronomí­a saludable en la que destaca, igualmente, la importanci­a de respetar el producto.

Se trata de producir alimentos más nutritivos y, al mismo tiempo, más saludables y seguros para nuestro organismo; asegurar la calidad de los alimentos que comemos desde el inicio: desde la producción agroalimen­taria hasta la transforma­ción industrial, la distribuci­ón y posterior cocinado y elaboració­n de los alimentos.

El rápido desarrollo tecnológic­o e industrial que hemos vivido en el último siglo ha generado grandes beneficios para la humanidad, pero también ha dado paso a nuevas formas de contaminac­ión de los alimentos.

Residuos químicos en los vegetales, microplást­icos en el agua, metales tóxicos, comida adulterada, altamente procesada o alimentos vacíos de nutrientes son algunos ejemplos de cómo las malas prácticas pueden llegar a contaminar los alimentos que ingerimos.

De algún modo debemos volver a consumir alimentos cada vez más naturales y menos alterados. Quizás así podremos prevenir o hacer frente a nuevas enfermedad­es y trastornos que aún no acabamos de comprender.

La gastronomí­a del siglo XXI persigue una alimentaci­ón saludable, solidaria, sostenible y satisfacto­ria y todos podemos (y debemos) contribuir a generar este cambio.

Residuos químicos en los vegetales, microplást­icos en el a gua, metales tóxicos, comida adulterada, altamente procesada o alimentos vacíos de nutrientes son algunos ejemplos de cómo las malas prácticas pueden llegar a contaminar los alimentos que ingerimos.

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