PROTAGONISMO DE LA SALUD Y LA SOSTENIBILIDAD EN LA GASTRONOMÍA DEL SIGLO XXI
EL CONCEPTO DE GASTRONOMÍA SOSTENIBLE ABARCA UN AMPLIO RANGO DE FACTORES QUE DEBEMOS CONOCER Y TENER EN CUENTA PARA PODER DAR EL PASO HACIA LA TRANSICIÓN ECOLÓGICA; CONOZCA AQUÍ EL CAMINO MÁS APROPIADO Y EFICAZ
Alimentarse bien es un hábito sobre el que cada vez estamos más concienciados, pues nuestra salud depende, en gran medida, de los alimentos que ingerimos, de cómo lo hacemos y de su procedencia.
En los últimos años hemos visto lo importante que es cuidar también de la salud del planeta y asegurar una alimentación sostenible. La tierra y el agua deben seguir generando alimentos saludables, cuya forma de producción no comprometa los derechos humanos y, por supuesto, que no ponga en peligro la continuidad de otras especies animales y vegetales.
GASTRONOMÍA SOSTENIBLE
El concepto de gastronomía sostenible abarca un amplio rango de factores que debemos conocer y tener en cuenta para poder dar el paso hacia la transición ecológica.
La gastronomía sostenible implica, por un lado, la utilización de alimentos de cercanía y de temporada. Es decir, respetando la naturaleza del producto y la estación del año en la que es propicio.
De esta manera contribuimos a generar una gastronomía solidaria, apostando por el producto local para reforzar la economía de los pequeños agricultores. Y no solo en el sector agrario, sino también en la pesca y la ganadería.
Cuando no se pueda disponer de productos cercanos, se puede ampliar el radio de abastecimiento, pero siempre que los alimentos procedan de un comercio justo y responsable.
Por otro lado, la gastronomía sostenible se decanta por los productos agroecológicos, que provienen de cultivos respetuosos con los ciclos de la naturaleza y que evitan pesticidas y residuos químicos. Además, fomenta la biodiversidad y el desarrollo de especies autóctonas.
El agua debe utilizarse de una manera eficiente, evitando malgastarla en la medida de lo posible. Toda la cadena alimentaria debería adaptarse para emplear fuentes de energía renovables y prácticas que generen una menor huella de carbono.
CONSUMO RESPONSABLE
Por supuesto, el consumidor final es una pieza fundamental para conseguir la transición ecológica, pues es quien tiene la responsabilidad de elegir aquellos productos y prácticas que sean respetuosos con el medio ambiente.
Debemos concienciarnos sobre la necesidad de aprovechar los recursos que tenemos al alcance y evitar los desperdicios innecesarios de alimentos y de agua. Así como reducir al máximo los residuos por envases, especialmente, los plásticos.
ALIMENTOS NUTRITIVOS, SEGUROS Y SATISFACTORIOS
Al final, unos términos enlazan con los otros, dando paso a buenas conductas que cuidan de nuestra salud; pues la sostenibilidad va íntimamente ligada a la gastronomía saludable en la que destaca, igualmente, la importancia de respetar el producto.
Se trata de producir alimentos más nutritivos y, al mismo tiempo, más saludables y seguros para nuestro organismo; asegurar la calidad de los alimentos que comemos desde el inicio: desde la producción agroalimentaria hasta la transformación industrial, la distribución y posterior cocinado y elaboración de los alimentos.
El rápido desarrollo tecnológico e industrial que hemos vivido en el último siglo ha generado grandes beneficios para la humanidad, pero también ha dado paso a nuevas formas de contaminación de los alimentos.
Residuos químicos en los vegetales, microplásticos en el agua, metales tóxicos, comida adulterada, altamente procesada o alimentos vacíos de nutrientes son algunos ejemplos de cómo las malas prácticas pueden llegar a contaminar los alimentos que ingerimos.
De algún modo debemos volver a consumir alimentos cada vez más naturales y menos alterados. Quizás así podremos prevenir o hacer frente a nuevas enfermedades y trastornos que aún no acabamos de comprender.
La gastronomía del siglo XXI persigue una alimentación saludable, solidaria, sostenible y satisfactoria y todos podemos (y debemos) contribuir a generar este cambio.
Residuos químicos en los vegetales, microplásticos en el a gua, metales tóxicos, comida adulterada, altamente procesada o alimentos vacíos de nutrientes son algunos ejemplos de cómo las malas prácticas pueden llegar a contaminar los alimentos que ingerimos.