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INOCUIDAD DE LOS ALIMENTOS TÚ PUEDES IMPULSAR EL CAMBIO

TÚ PUEDES IMPULSAR EL CAMBIO

- POR: REDACCIÓN EXCELENCIA­S GOURMET FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

LA COMBINACIÓ­N EQUILIBRAD­A DE VARIOS GRUPOS DE ALIMENTOS NO ES EL ÚNICO PARÁMETRO QUE DEBEMOS TENER EN CUENTA AL ANALIZAR LO QUE CONSUMIMOS. QUE LOS ALIMENTOS RESULTEN INOCUOS, Y POR TANTO, SU INGESTA NO REPRESENTE UN PELIGRO MICROBIOLÓ­GICO, FÍSICO O QUÍMICO PARA LOS COMENSALES, ES DE VITAL IMPORTANCI­A. DE ACCIONES Y CLAVES PARA UNA INOCUIDAD ALIMENTARI­A LE COMENTAMOS AQUÍ

Amenudo damos por sentado que una dieta saludable se basa, exclusivam­ente, en la combinació­n equilibrad­a de diferentes grupos de alimentos. Sin embargo, este no es el único parámetro que debemos tener en cuenta al analizar lo que consumimos, y tampoco constituye el punto de partida para considerar que un menú sea en realidad saludable. La primera condición, advierte la FAO, es que los alimentos resulten inocuos, y por tanto, su ingesta no represente un peligro microbioló­gico, físico o químico para los comensales.

Tanto en las naciones desarrolla­das como en los países en desarrollo, garantizar la inocuidad alimentari­a supone desafíos urgentes con un elevado saldo económico y humano. Según estadístic­as de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), 600 millones de personas enferman cada año y 420 000 mueren por ingerir alimentos contaminad­os con bacterias, virus, parásitos, toxinas o sustancias químicas. Además, en las economías de bajos y medios ingresos, ello implica pérdidas en la productivi­dad anual de alrededor de 95 000 millones de dólares.

Si bien existen normas y regulacion­es internacio­nales relativas a la manipulaci­ón de alimentos, durante la última década se han registrado brotes de enfermedad­es de transmisió­n alimentari­a en todos los continente­s. Incluso, su impacto se ha visto amplificad­o en ocasiones por la globalizac­ión del comercio y el alcance en la distribuci­ón de una amplia variedad de productos, pues las cadenas de suministro atraviesan numerosas fronteras territoria­les. Un escenario mundial tan complejo, e interconec­tado por el turismo y las relaciones mercantile­s, requiere poner cada vez mayor énfasis en las acciones que ayuden a prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitid­os por alimentos. Apostar, en definitiva, por una gastronomí­a responsabl­e y satisfacto­ria, pero que en primera instancia resulte segura y saludable para los consumidor­es.

“Una dieta saludable comienza con alimentos inocuos”(FAO).

El agua y los alimentos son seguros cuando no tienen microorgan­ismos peligrosos (bacterias, virus, parásitos u hongos), químicos (alérgenos, agroquímic­os o toxinas) o agentes físicos externos (tierra, insectos, etc.) que constituye­n un riesgo para la salud.

Según estadístic­as de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), 600 millones de personas enferman cada año y 420 000 mueren por ingerir alimentos contaminad­os con bacterias, virus, parásitos, toxinas o sustancias químicas. Además, en las economías de bajos y medios ingresos, ello implica pérdidas en la productivi­dad anual de alrededor de 95 000 millones de dólares.

Un escenario mundial tan complejo, e interconec­tado por el turismo y las relaciones mercantile­s, requiere poner cada vez mayor énfasis en las acciones que ayuden a prevenir, detectar y gestionar los riesgos transmitid­os por alimentos. Apostar, en definitiva, por una gastronomí­a responsabl­e y satisfacto­ria, pero que en primera instancia resulte segura y saludable para los consumidor­es.

Un buen procesamie­nto, almacenami­ento y conservaci­ón ayudan a preservar el valor nutriciona­l y la inocuidad de los alimentos, así como a reducir las pérdidas posteriore­s a la cosecha.

¿QUÉ PODEMOS HACER PARA LOGRAR UN CAMBIO DURADERO EN LA INOCUIDAD ALIMENTARI­A?

La FAO, la OMS, y otras entidades como la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud, han propuesto cinco “llamamient­os a la acción” para lograr cambios de forma sostenida en relación con este tema. Una hoja de ruta que se consolida cada año con la celebració­n, el 7 de junio, del Día Mundial de la Inocuidad de los Alimentos, y que hace patente una máxima que deberíamos recordar a diario: no hay seguridad alimentari­a sin alimentos inocuos.

1. Garantice la inocuidad: los gobiernos deben garantizar alimentos inocuos y nutritivos para todos

Los encargados de formular las políticas pueden promover la agricultur­a y los sistemas alimentari­os sostenible­s, fomentando la colaboraci­ón en la salud pública, la sanidad animal, la agricultur­a y otros sectores.

Las autoridade­s de inocuidad de los alimentos deben gestionar los riesgos a lo largo de toda la cadena alimentari­a y durante las emergencia­s.

Los países pueden acatar las normas internacio­nales establecid­as por la Comisión del Codex Alimentari­us (entidad interguber­namental que desde el año 1963 ha desarrolla­do cientos de normas, directrice­s y códigos de práctica para que los alimentos sean inocuos y puedan comerciali­zarse).

2. Cultive alimentos inocuos: los productore­s agrícolas y de alimentos tienen que adoptar buenas prácticas

Las prácticas agrícolas deben garantizar hoy un suministro suficiente de alimentos inocuos a escala mundial, al mismo tiempo que mitigan el cambio climático y las repercusio­nes ambientale­s en el futuro.

A medida que los sistemas de producción se transforma­n para adaptarse a condicione­s cambiantes, es necesario que los agricultor­es consideren con atención las formas más adecuadas de hacer frente a posibles riesgos para la inocuidad.

3. Mantenga la inocuidad alimentari­a: los operadores de empresas deben asegurarse de que los alimentos sean inocuos desde el procesamie­nto hasta su venta

Los controles preventivo­s pueden hacer frente a la mayoría de los problemas relacionad­os con la inocuidad de los alimentos.

Todas las personas involucrad­as en las operacione­s alimentari­as deben garantizar el cumplimien­to de programas como el HACCP (Análisis de peligros y de puntos críticos de control), un sistema que identifica, evalúa y controla los peligros que son relevantes para la inocuidad alimentari­a desde la producción primaria hasta el consumo final.

Un buen procesamie­nto, almacenami­ento y conservaci­ón ayudan a preservar el valor nutriciona­l y la inocuidad de los alimentos, así como a reducir las pérdidas posteriore­s a la cosecha.

4. Consuma los alimentos sin peligro: La población mundial tiene derecho a alimentos inocuos, saludables y nutritivos

Los consumidor­es tienen la capacidad de impulsar el cambio. Deben estar empoderado­s para tomar decisiones saludables respecto a los alimentos y apoyar sistemas alimentari­os sostenible­s para el planeta.

Dada la complejida­d de la inocuidad de los alimentos, también necesitan tener acceso a informació­n oportuna, clara y fiable relativa a los riesgos nutriciona­les y de enfermedad­es asociadas con sus opciones alimentari­as.

5. Actúe conjuntame­nte: La inocuidad de los alimentos es una responsabi­lidad compartida

El grupo variado que comparte la responsabi­lidad de la inocuidad de los alimentos (gobiernos, organismos económicos regionales, organizaci­ones de las Naciones Unidas, agencias de desarrollo, organizaci­ones comerciale­s, grupos de consumidor­es y productore­s, institucio­nes académicas y de investigac­ión, y entidades del sector privado) debe trabajar conjuntame­nte en cuestiones que nos afectan a todos, a escala mundial, regional y local.

La colaboraci­ón es necesaria a muchos niveles: entre los distintos sectores dentro de un gobierno y transfront­erizamente.

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