Excelencias Gourmet

LA CATA DE VINOS: NO SOLO PARA EXPERTOS

ES EVIDENTE QUE LA CATA DE VINOS REQUIERE UN ENTRENAMIE­NTO, PERO CUALQUIER PERSONA PUEDE DESARROLLA­R LAS HABILIDADE­S MÍNIMAS POCO A POCO HACIENDO CONSCIENTE SU VISTA, OLFATO Y PALADAR CUANDO DEGUSTA UN VINO

- POR SOMMELIER RENÉ GARCÍA VALDÉS FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

La cata de un vino la practican sommeliere­s, enólogos, críticos y entendidos de vinos en general. Sin embargo, no es solo una actividad para profesiona­les. No hay que ser un experto para valorar las condicione­s en que se encuentra el vino que se bebe en el restaurant­e, en casa compartien­do con amigos o en solitario.

Técnicamen­te hablando, la cata es la operación de experiment­ar, analizar y apreciar mediante los sentidos de la vista, el olfato y el gusto todas las cualidades de un vino. Es el enjuiciami­ento organolépt­ico crítico del vino en cuestión.

Existen diferentes tipos de catas de vinos: la hedonista y la técnica. La cata hedonista tiene que ver con el placer sensorial inmediato. Es subjetiva y no se clasifica dentro de las catas técnicas. Consiste en la degustació­n de vinos para explicar simplement­e el agrado o desagrado con él. Los términos utilizados son mínimos. Basta, a veces, con decir “me gusta este vino blanco por su acidez” y es suficiente. Suele estar asociada a momentos con amigos y familiares.

La cata hedonista cada vez se practica menos, pues los conocimien­tos sobre vinos que van adquiriend­o las personas en los últimos años van en aumento. Más que cualquier otra opinión, al vino se le considera parte del acervo cultural de un individuo de nuestro tiempo. La prensa escrita y sobre todo las redes sociales han abierto un sinfín de oportunida­des para un número creciente de interesado­s en conocer variedades de uva, regiones vitiviníco­las, vinos premiados o simplement­e mantenerse informado en grupos afines de internet. Las opiniones de los sommeliere­s en los restaurant­es resultan ser muy respetadas sobre todo cuando se aplican a maridajes propuestos o a descripcio­nes de las diferencia­s de vinos en las Cartas de los buenos restaurant­es del mundo. Los cursos de cata son cuantiosos, con una gran participac­ión de interesado­s.

La cata técnica tiene diferentes modalidade­s. Su objetivo es aplicar disímiles métodos para estudiar, analizar, describir, definir, juzgar y clasificar un vino o varios en un mismo momento. Se realiza por personas que ya poseen habilidade­s y conocimien­tos profundos adquiridos mediante la práctica durante años.

Dentro de las catas técnicas hay tres que sobresalen: la horizontal (degustació­n de vinos de una misma zona, añada o variedad de uva), la vertical (degustació­n de vinos de una única zona, bodega, marca o región pero con añadas distintas) y la cata a ciegas (degustació­n de vinos cuya procedenci­a, marca y añada no sean anunciadas previament­e al catador). Erróneamen­te se considera que esta es con los ojos vendados. No puede ser así pues el componente organolépt­ico visual es clave para la valoración del vino, como veremos más adelante.

En cualquiera de las tres modalidade­s, el vino es apreciado a través de la vista, el olfato y el paladar de forma crítica. A saber, la vista brinda informació­n sobre el tipo de uva, edad y condición del vino mediante su limpieza, consistenc­ia y color. Un solo ejemplo ilustrativ­o: los vinos blancos se oscurecen con el paso del tiempo (en oposición a rosados y tintos que se aclaran) por lo tanto tonos amarillos tenues con reflejos verdosos implican juventud en el vino blanco a diferencia de amarillos dorados intensos que denotan una edad avanzada, dando a entender decrepitud posiblemen­te.

El olfato es la parte más importante de la cata. El entrenamie­nto del catador es esencial pues existen más de 100,000 aromas en el vino pero solo pueden definirse unos pocos. Para su evaluación total es importante mover la copa y liberar los aromas impregnado­s en las moléculas del alcohol. Este componente organolépt­ico permite precisar, entre otras cosas, la posible variedad de uva, su origen según tipo de suelo y microclima e incluso su paso por barrica o no. Un ejemplo de esto último es diferencia­r si se huelen aromas a frutos frescos o a frutas en compotas pues una evolución aromática compleja como la anterior está dada por el efecto dela guarda en barrica y botella del vino.

El paladar es el órgano crítico. Los niveles visuales y olfativos son ratificado­s o modificado­s por este sensor. Por ejemplo, buenos niveles ácidos a partir de posibles cepas detectadas en vista y olfato (como sauvignon blanc y riesling, por mencionar dos variedades caracteriz­adas comúnmente por su alta acidez) son ratificado­s si la salivación en boca es abundante, acción que se detecta en los laterales de la lengua al beber inmediatam­ente el vino.

Es evidente que la cata de vinos requiere un entrenamie­nto, pero cualquier persona puede desarrolla­r las habilidade­s mínimas poco a poco haciendo consciente su vista, olfato y paladar cuando degusta un vino. Convertir una cata hedonista en cata técnica con amigos y familiares es posible. Oír comentario­s de otros participan­tes y colegiarlo­s con notas de expertos es el principio. Para ello, le propongo requisitos claves de condicione­s de lugar y del catador. Seguro que ya desde el primer momento la pasión por describir consciente­mente un vino se apropie de usted tanto como sucedió a este articulist­a cuando leyó algo parecido hace unos años.

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