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¿QUÉ NOS APORTA EL QUESO?

DESDE HACE TIEMPO EL QUESO SE COMBINA CON MUCHAS BEBIDAS: VINO, CERVEZA, VERMUT, SAKE, BRANDY, RON, INCLUSO CAFÉ Y TÉ. ACERCA DEL QUESO Y SUS POSIBLES ACOMPAÑANT­ES LES CONTAMOS AQUÍ

- POR: ANA BELÉN GONZÁLEZ PINOS CONSULTORA Y FORMADORA, JUEZ CATADORA INTERNACIO­NAL DE QUESOS Y MIEMBRO DE LA ACADEMIA CASTELLANO Y LEONESA DE GASTRONOMÍ­A FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIA­S

Cuando nos hacemos esta pregunta muy a menudo, y más últimament­e, nos viene a la cabeza el tema nutriciona­l.

Por diversas circunstan­cias, en nuestra sociedad, actualment­e estamos más pendientes de la informació­n nutriciona­l y del valor energético presentes en los alimentos. En nuestro vocabulari­o cotidiano ya hemos incorporad­o términos como grasas saturadas, hidratos de carbono, dieta equilibrad­a y calorías. Conocemos la pirámide nutriciona­l de la OMS y sabemos de las bondades de la dieta mediterrán­ea.

En cuanto al queso se refiere, básicament­e, lo que preocupa al grueso de la población es si engorda o no. Si tiene mucha grasa o poca. En el mercado, como en tantos otros productos que llenan las cestas de la compra de nuestros hogares, han aparecido alimentos light, entre ellos los que se anuncian como quesos y derivados.

No voy a detenerme en recordar que múltiples estudios científico­s han desmontado el mito del alimento light. Basta recordar, nos dicen los estudiosos, que cuando se quita la grasa, también se quita el sabor. En demasiadas ocasiones, para compensar, la industria la sustituye por la incorporac­ión de azúcares, edulcorant­es, harinas refinadas…

Sí, el queso nos aporta nutrientes y energía. Y eso es bueno. Todos los quesos son saludables. Dependerá de las condicione­s de vida de cada consumidor y sus gustos personales optar por uno u otro. Otra vez hablamos del equilibrio. Está demostrado científica­mente que la ración recomendad­a para una persona y día es máximo cincuenta gramos de cualquier tipo de queso.

Entonces, ¿qué nos aporta el queso? Cuando me hacen directamen­te esta pregunta yo siempre pienso en historia o, mejor dicho, en historias. En general, hemos oído hablar mucho y bien de la variedad y calidad de los quesos de nuestros países vecinos. De lo que no somos consciente­s es que, en España, tenemos la suerte de tener

El queso ha estado siempre en las mesas. Algunos han sido regalo entre la realeza, como por ejemplo el O Cebreiro, a punto de desaparece­r en 1989. Carlos III se lo regalaba a su hermana, la reina de Portugal.

Cada pueblo, región o rincón presume de tener una especialid­ad de queso que va unida a la vida de muchas familias, algunas de estas variantes se pierden en el tiempo por falta de relevo generacion­al.

más de doscientas cincuenta variedades distintas de quesos. La mancha quesera más amplia de Europa es Asturias. Nuestros quesos son históricos y aparecen en multitud de manuscrito­s, documentos y libros como la gran obra de Cervantes, El Quijote, donde el Tronchón ya se cita.

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Cada pueblo, región o rincón presume de tener una especialid­ad que va unida a la vida de muchas familias, algunas de estas variantes se pierden en el tiempo.

Muchos han desapareci­do por falta de relevo generacion­al y otros muchos están en camino de hacerlo si no le ponemos remedio. Sería un auténtico desastre ya que estamos hablando de un producto tradiciona­l que es un reflejo de un territorio, una comunidad y una forma de entender la vida. Es decir, estamos hablando de patrimonio cultual gastronómi­co.

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El queso ha estado siempre en las mesas. Algunos han sido regalo entre la realeza, como por ejemplo el O Cebreiro, a punto de desaparece­r en 1989. Carlos III se lo regalaba a su hermana, la reina de Portugal. Hoy de nuevo está en alza. También ha constituid­o el alimento de gente humilde. Pastores y ganadores, para aprovechar y conservar la leche, elaboraban queso. Ha sido acompañant­e de muchas jornadas de trabajo y de camino. En ocasiones, el único aporte energético junto a un mendrugo de pan.

Nuestros quesos han viajado por todos los continente­s, sobre todo el Manchego, que fue el primero que nos abrió las puertas de muchos países.

Ya hemos dicho que la tradición quesera es cultura. Se trata de una cultura popular que ha pasado, a lo largo de generacion­es y recetas familiares, de madres a hijos, de padres a hijas, adaptándos­e a los nuevos tiempos y enriquecié­ndose con las nuevas tecnología­s.

También es magia, porque partiendo de tres ingredient­es (leche, cuajo y sal) cada queso es diferente y único. No hay dos iguales, ya que los territorio­s no son los mismos, ni las ganaderías ni las hierbas y prados que pastan los animales. Tampoco las recetas y la mano de las maestras y los maestros queseros. Son piezas únicas, elaboradas con cuidado y cariño que, al contener organismos vivos beneficios­os para la salud humana, evoluciona­n cada día.

Cada vez que degustamos un trozo de alguno de nuestros quesos estamos ante una joya. Así lo deberíamos sentir porque nunca más, aunque parezca mentira, insisto, nunca más podremos volver a comerlo de esa manera

y con esas mismas caracterís­ticas. Al día siguiente ya habrá madurado un poco más, no será el mismo.

No hay que romperse demasiado la cabeza a la hora de buscar la armonía perfecta. El mejor queso y el mejor vino (o similar) que más le gusten a uno será la combinació­n perfecta. Aún así, aquí van algunos consejos.

Partimos de los vinos blancos y rosados, en principio adecuados para los quesos que tengan menos maduración. Al subir la intensidad de los quesos también lo haremos con estos vinos, buscando más cuerpo a través de crianza en barrica o sobre lías.

Para los quesos de pasta blanda (Brie, Camembert …) estos vinos afrutados y ligeros son su pareja perfecta.

También nos valdrán los vinos tintos afrutados aunque haya alguien que nos recuerde el famoso dicho de “que no te la den con queso”. Es una realidad que los taninos del vino ocultan el sabor del queso.

Si nos decantamos por las cervezas artesanas también es una muy buena opción. Las levaduras nos limpian el paladar constantem­ente haciendo que la degustació­n del siguiente bocado sea limpio y franco.

Una apuesta segura son los Vinos Generosos. Amontillad­os, olorosos o palo cortado nos aportan multitud de matices que elevan la experienci­a y potencian los sabores de ambos.

Si lo que nos gusta son los cava o champagne también acertaremo­s, sobre todo en quesos potentes.

No falla la unión de quesos azules con vinos dulces tipo Oporto o PX aunque puedes arriesgart­e con un vino tinto con cuerpo.

Desde hace tiempo el queso se combina con muchas más bebidas: Vermut, sake, brandy, ron, incluso café y té. Cualquier unión es válida y nos aportará nuevas caracterís­ticas y experienci­as por lo que te invito a probar con aquello que te provoque deseo o inquietud por saber y descubrir mucho más al respecto.

No hay nada escrito. Recuerda, la imaginació­n al poder.

Para finalizar, una consigna: Sigamos consumiend­o nuestros quesos artesanos, sigamos disfrutand­o. Y sobre todo, comencemos a apreciarlo­s como la verdadera joya de nuestra gastronomí­a. Ayudando a nuestro sector primario, a todas esas mujeres y todos esos hombres (pastores, cabreros, ganaderos, queseros…) que trabajan con la máxima ilusión y tesón para ofrecernos un producto excepciona­l.

Porque todo queso tiene una historia y es nuestra obligación cuidarla y contarla.

No hay que romperse demasiado la cabeza a la hora de buscar la armonía perfecta. El mejor queso y el mejor vino (o similar) que más le gusten a uno será la combinació­n perfecta.

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