El eclipse de la democracia

El oscuro designio de una dictadura acaba de eclipsar la democracia en Venezuela, matando los pocos fulgores de una libertad agonizante. Una Asamblea Nacional Constituyente, electa en un brumoso y fraudulento plebiscito, ha quitado las competencias a la legítima Asamblea Nacional, completando así el golpe mortal. Era la Asamblea Nacional una expresión incuestionable de la voluntad del pueblo que decidió, con sus votos, que su control estuviese en manos de la oposición. Pero el régimen de Nicolás Maduro, que venía nataguiando en sus propios fracasos, comenzó a conspirar para herir la constitucionalidad y en un momento dado la desconoció, aunque a poco dio una momentánea reversa, tratando de esquivar el aluvión mundial de rechazos. Como todo tirano porfiado, volvió por sus fueros pretendiendo la suplantación de esa fuente de poder, mediante un plebiscito amañado, también rechazado por el pueblo y la comunidad internacional. El eclipse se ha completado ya y Venezuela ha entrado en una etapa inestable que profundiza todavía más la crisis general, en plena metástasis. Con todos los poderes en sus manos y pretendiendo erigirse en el emperador de una nación sumida en la pobreza, ignora que su trono descansa en una base gelatinosa, fácil de diluirse con el peso de sus impericias y sus caprichos. Es penoso ver la libertad y la democracia languidecientes en una nación que fue, por años, modelo y referencia de estos valores, solo porque a un mandatario impopular y rechazado por todos se le antoje apetecer una gloria inmarcesible que nunca alcanzará.