Listin Diario

Tómate un minuto, salva una vida

- ÁNGEL ALMÁNZAR AUTOR ES DIRECTOR GENERAL DE DE DEL

El 10 de septiembre de cada año se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Es una iniciativa de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) que busca impactar tanto a nivel de los sistemas de salud, así como en la sociedad, en torno a un problema de consecuenc­ias devastador­as, tanto para el individuo que lo ejecuta como también para su familia y su comunidad.

En el año 2016 murieron en el mundo a causa del suicidio sobre 800,000 personas, más que las muertes por todas las guerras y todos los homicidios en el mismo período. Hubo uno cada 40 segundos. Todo indica que este año tenemos el mismo panorama. Peor aún, los análisis indican que si no nos tomamos un minuto para hacer algo, las cifras seguirán en aumento.

En nuestro país el año pasado 564 personas perdieron la vida por esta causa. En donde las provincias de Santo Domingo (91), Santiago (55), Distrito Nacional (48), San Cristóbal (36), Duarte (30) y La Vega (29), suman algo más de la mitad de ese total. De estos, 504 fueron hombres y 60 fueron mujeres; 155 tenían 29 años o menos y 364 lo consumaron en su propio hogar.

Es evidente, el suicidio es un serio problema de salud. Pero es prevenible, no importa el lugar, la edad, el sexo, ni la condición social. Toda prevención inicia con la identifica­ción de síntomas de alarma. Hay una asociación muy estrecha entre la depresión y el suicidio: más de 85 por ciento de las personas depresivas lo verán como una opción que puede llegar hasta el intento. Hay que rastrear esa idea, hacerla consciente y trabajarla. Si emite alguna señal de sus intencione­s, de inmediato hay que actuar para ayudar a disuadirla. Todo intento suicida refleja un sufrimient­o y es nuestro deber tomarlo en serio. Todo suicidio transgrede el tiempo humano y quebranta el orden. Todo esfuerzo para evitarlo es poco, tómate un minuto.

Hay que dejar de estigmatiz­ar el acto de quitarse la vida, toda burla, menospreci­o o dificultad de acceso a recursos y oportunida­des es una agresión a la dignidad de una persona, que trae ya un déficit de vida, un vacío del ser que está en la oscuridad. Hacemos prevención cuando no culpabiliz­amos ni al que lo intenta, ni al que lo consuma, ni a su entorno.

El silencio no puede ser generaliza­do. Este ha sido un problema que la sociedad silencia. Se debe tomar conscienci­a de este grave asunto y no temer hablar del tema acerca de la muerte, con quien se sospecha que le ronda la idea. La muerte nunca es un consuelo, tampoco es la solución a ningún tipo de mal, cual que sea. En el suicidio no hay egoísmo, ni heroicidad, ni valentía. Hay que fomentar la comunicaci­ón para intentar la disuasión y posterior derivación a un especialis­ta. Nadie quiere morir, ni siquiera el que muere por suicidio. No tenemos idea aún de cómo los circuitos neuronales dan lugar al pensamient­o íntimo, personal y subjetivo. El cerebro no se entiende en una conexión aislada sino en una conexión social, pero lucha por entenderse a sí mismo. Si el que tiene la idea suicida encuentra una salida en su mente a su sufrimient­o, entonces no se suicida. Es nuestro deber convertirn­os en actores solidarios al tomarnos un minuto y tender puentes para salvar vidas. EL

SALUD MENTAL MINISTERIO SALUD PÚBLICA.

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