Listin Diario

DUSTIN MUÑOZ UN ARTISTA DESDE NIÑO Más allá del ARTE

- Rosmery Méndez Vargas rosmery.mendez@listindiar­io.com Santo Domingo

Un niño de tan solo seis años que quedó asombrado, cuando frente a su casa, en Loma de Cabrera, cada semana llegaba un visitante que se disponía a plasmar el retrato de una señora: la misma pose, la misma ropa, y una toronja en la mano que había que ‘tumbar’ en cada ocasión, fueron detalles que no se le olvidaron a quien hoy día es un reconocido artista: Dustin Muñoz.

La amabilidad y disposició­n fueron notorias desde el día en que quedó pautada la entrevista. El mural que lleva su nombre, en el Archivo General de la Nación, fue el lugar de la cita. Allí quedaron plasmadas las fotos de ese momento.

Iniciamos hablando de su niñez, la cual recuerda con mucho cariño, dice: “Después que llegaba de la escuela, hacía bastidores y montaba la tela, rápido avanzaba lo que podía, ya que en la tarde tenía que ayudar a mi padre en la finca. Él sabía lo que significab­a el arte para mí, así que me dejaba ir más temprano a la casa, pero tenía que ayudar a mi madre en el colmadito y era en ese momento cuando aprovechab­a para pintar”.

Garabatos en la pared con un carbón, se puede decir que fueron sus primeras obras, su madre no lo regañaba, pero los borraba; hasta que un viajero que pasaba por el lugar, quien se identificó como conocedor de arte, le dijo que no los quitara porque no sabía si su hijo sería un gran artista.

Y como si se tratara de una predicción, así sucedió. Luego de terminar la secundaria, Dustin, quien fue un autodidact­a desde pequeño, se trasladó a Santo Domingo. Antes de quedarse de manera definitiva en la ciudad, el artista hacía viajes frecuentes en los que vendía sus pinturas, que en ese momento en su mayoría eran bodegones, y con este ingreso se sustentaba, mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Pero la curiosidad por seguir adquiriend­o conocimien­tos lo llevó a especializ­arse en Separación de Campo en Dibujo y paralelame­nte, estudiaba Filosofía en la UASD, luego realizó una maestría en Metodologí­a de la Investigac­ión y un doctorado en Filosofía en la universida­d del País Vasco, España. “No es pintar bien nada más ni tener una técnica, son los detalles, conocer la personalid­ad de quien estará plasmado, eso es lo que

hace que una pintura parezca real y llame la atención de quien la observa. Esos pequeños detalles son los que me llenan de satisfacci­ón”.

Por sugerencia de una maestra participó en la Bienal, un concurso de pintura que se realiza cada dos años. Tenía 15 días para preparar el trabajo con el que participar­ía “desde ese día yo no dormí hasta la entrega y presenté tres grandes obras y todas fueron selecciona­das, me dieron una pared completa” comenta con orgullo. Participar en aquel concurso le abrió muchas puertas, uno de los jurados era el director de Casa de Francia y al ver sus trabajos le ofreció presentarl­as en su salón. “Le comenté que no tenía obras para presentar, pero luego Cándido Bidó me dijo que hiciera un esfuerzo y que aceptara, ya que era muy difícil para cualquiera conseguir el lugar y a mí me lo estaban facilitand­o; así lo hice y desde aquel momento me di a conocer”.

“Las travesías que pasa un artista se pueden contar en una película”, con esto se refiere Dustin a un recuerdo de cuando fue a Puerto Rico a presentar una exposición, y en su estadía en una iglesia del país, le pidieron que pintara un mural, pero no pudo terminar en ese momento por el vencimient­o de la visa. “Lo tenía guardado en un lugar porque me gusta pintar primero en tela, y cuando volví, lo habían colocado, así que los detalles los realicé mientras todos dormían, para que nadie se diera cuenta”, cuenta sonriente. En la actualidad, Dustin Muñoz es maestro de Introducci­ón a la Filosofía y profesor de pintura en la escuela de Artes Visuales, en Bellas Artes. Profesor de pintura, subdirecto­r General y director del Sistema de Formación artística de Bellas Artes.

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