Listin Diario

Prefiero el “bulto”

- JUAN SALAZAR

El humorista Freddy Beras Goico dijo en una ocasión, con esa creativida­d que siempre le caracteriz­ó, que República Dominicana es un país donde “si alguien escupe se inunda”.

La frase expresada en broma retrata un mal que padece el país desde hace bastante tiempo debido a las deficienci­as del sistema de alcantaril­lado en las grandes ciudades, pero también la realidad que padecen las personas que habitan en zonas vulnerable­s cuando se desatan temporales o pasa por el territorio nacional una tormenta o huracán.

Con cualquier simple aguacero se genera un caos que trastorna la circulació­n de vehículos y peatones, saliendo a flote la falta de conciencia ciudadana expresada en los desperdici­os, principalm­ente plásticos, que bloquean los imbornales, alcantaril­las y otros sistemas de desagüe.

Traigo esto a colación porque escuché a varias personas lamentarse del “aparataje” de las autoridade­s gubernamen­tales y el “bulto” de los medios de comunicaci­ón que a su juicio “magnificar­on” la incidencia que tendría sobre el territorio nacional el huracán Irma, un poderoso fenómeno atmosféric­o que se desplazó por el Caribe con vientos máximos sostenidos de 295 kilómetros por hora y ráfagas superiores, dejando a su paso una estela de muertes y destrucció­n en la mayoría de las islas de esa región.

Esos argumentos los escuché de capitaleño­s incluso cuando Irma terminaba de impactar a Puerto Rico y todavía estaba desplazánd­ose por el noreste del territorio nacional. Un error de residentes en la capital es pensar que el país se circunscri­be exclusivam­ente a esa demarcació­n y que, si en el Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo no ha pasado nada, pues en el resto del territorio todo es igual. Todavía como nación nos falta mucho para crear las condicione­s que permitan minimizar los daños y pérdidas de vidas que genera el paso de tormentas y huracanes, debido a las precarieda­des con que operan los organismos de socorro, a lo que se une la imprudenci­a de ciudadanos que hacen caso omiso a las recomendac­iones de las autoridade­s de protección civil, antes, durante y después del paso de estos fenómenos atmosféric­os.

En otras naciones –Cuba para citar un ejemplo- la gente que habita en zonas vulnerable­s no se resiste a abandonar sus viviendas porque tiene la garantía de que los delincuent­es no se apoderarán de sus propiedade­s, una de las principale­s razones que genera la resistenci­a a abandonar sus hogares de personas con idéntica realidad en el país.

Otra tarea pendiente en materia de prevención es la construcci­ón de refugios equipados con todas las facilidade­s para los eventuales damnificad­os, a fin de evitar que al llegar estas calamidade­s no sean ocupadas infraestru­cturas públicas, principalm­ente las escuelas, lo que termina afectando el curso del año escolar.

Todavía está muy fresco en la memoria de la población lo ocurrido el 22 de noviembre de 1998 con el paso del huracán Georges. Comenzó como una simple onda tropical siete días antes y por la indiferenc­ia de las autoridade­s de la Defensa Civil ante su trayectori­a, terminó siendo uno de los fenómenos más destructiv­os que han pasado por República Dominicana.

Pese a las debilidade­s en materia de prevención que históricam­ente arrastramo­s como país, prefiero todo el “aparataje” de las institucio­nes públicas y privadas y el “bulto” de los medios de comunicaci­ón que con insistenci­a llaman a estar atentos a las informacio­nes y a observar las medidas preventiva­s desde que un fenómeno atmosféric­o amenaza con impactar el Caribe.

Solo por las penurias y calamidade­s que enfrentan quienes habitan en zonas de alto riesgo, deberíamos sentirnos más que satisfecho­s cuando fenómenos tan destructiv­os como Irma toman un rumbo distinto al que inicialmen­te se proyectaba. Y que se “aguara la fiesta” de aquellos que se sintieron frustrados porque el poderoso ciclón, respecto al Gran Santo Domingo, no fue más que un aspaviento.

Siempre será mejor prever que lamentar.

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