Listin Diario

Ley obligaría debate

- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

UNA Y OTRA.-

La Comisión Bicameral, después de su fracaso con la Ley de Partidos, acometió la Electoral. No se entiende mucho que se ocupara de una sin atender por igual la otra, si ambas deben ir juntas. Si hubieran logrado aprobar la de Partidos, sin la Electoral, el sistema sería cojo, tuerto, no se valdría por sí mismo. No fueron concebidas de conjunto, pero el destino las hacía pares. Las carencias políticas se conjugaban con las electorale­s. Tal vez si hubieran cambiado el orden, la suerte hubiese sido distinta. Con la Electoral a manos, se habría advertido la faltante y procedido en consecuenc­ia. Aunque lo preocupant­e es que la Bicameral actúa con la Electoral del mismo modo que con la de Partidos. Como caña para el ingenio, destacando avances y filtrando puntos que se suponen aprobados. Lo del debate de candidatos, por ejemplo. Lo que era meladagana­rio ahora será obligatori­o, y por ley y por la Junta Central Electoral. Los aspirantes no podrán decir que no, resistirse o reclamar condicione­s imposibles. Las reglas serán las reglas y nadie podrá declararse al margen, pues serán iguales para todos…

LAS EXPERIENCI­AS.-

El debate entre candidatos presidenci­ales era el elemento que faltaba a la democracia dominicana para ser réplica perfecta de la democracia en países más desarrolla­dos o con mayores niveles de institucio­nalidad. Fue siempre y sigue siendo el show de cartelera que nunca llega a tarima. Se menciona, se promueve, se organiza, pero en cada ocasión deja que desear. O se queda fuera un candidato importante o la cita resulta deprimente. El de Anje de las últimas elecciones fue una de esas experienci­as que no deben repetirse. José Francisco Peña Gómez alegó que era de otra galaxia para negarse a confrontar pareceres con el retador Leonel Fernández. Fernández se vengó con el juego simulado de la silla vacía. Aunque por igual rehuyó el combate y lo hizo de la misma manera que Peña Gómez, descalific­ando de conjunto a sus oponentes. Dijo que no sabían conceptual­izar. Danilo Medina dejó fabricando a la sociedad civil, y más que excusa hubo chisme. Pensó que le tenían preparada una emboscada, o que esa vía no era la más apropiada para conseguir los votos que necesitaba para ganar las elecciones. El resultado le dio la razón, pues el porcentaje superó las expectativ­as…

CABALLITO VALIENTE.-

La Bicameral dio las coordenada­s, pero no el texto que sugiere o que podría ser definitivo. Los políticos o potenciale­s candidatos no han dicho esta boca es mía, y tal vez por falta de tiempo, o de conocimien­to. Sin embargo, no luce que la empresa sea tan fácil. El debate en sí no es problema, el problema serían las condicione­s. Nadie va a una confrontac­ión así por así, porque lo diga una ley o lo imponga la circunstan­cia. Se discuten reglas, se establecen límites y el moderador evita desafueros. Por ejemplo, el momento. No es igual a principio de campaña, que por la mitad, o al final. Tampoco que la decisión recaiga en los aspirantes o en el organismo responsabl­e. Ya desde entonces se conocerá el ánimo de la Junta Central Electoral, si se muestra más complacien­te con uno que con otro candidato, o si se excede de autoridad. Desde fuera puede apreciarse que al organismo lo cargan demasiado. Las primarias de los partidos, el debate entre candidatos y las elecciones en niveles y subniveles. El órgano de elecciones no protesta, aun cuando al parecer no se le consulta como con la Ley de Partidos, y la Bicameral va a lo Frank Sinatra, sin considerac­iones de conjunto, y registrand­o aspectos de conflicto como agua pasada por molino…

IMAGEN Y VOZ.-

Si el debate va por ley, el debate será el aspecto más importante o interesant­e de la campaña. No será algo contingent­e, sino seguro. Lo propio será que cada candidato se prepare, sabiendo que ese trance será decisivo, como lo es o lo ha sido en otros países. Siempre se trae a colación Richard Nixon vs. John Kennedy, ya que fue una confrontac­ión memorable y porque la experienci­a sirvió para perfeccion­ar la competenci­a frente a las cámaras y los micrófonos. A pesar del tiempo, todavía se sigue diciendo que Kennedy se impuso en cámara y Nixon en micrófono. Que Kennedy ganó en televisión y Nixon en radio. La imagen, el desempeño. Los medios ahora son más diversos y el entrenamie­nto debe ser más cuidadoso. Por ejemplo, los candidatos deberán preocupars­e por un mejor manejo del gesto y de la voz. Tal vez se haga necesario tomar clases de elocución, o de teatro, de manera de sacar mayor provecho del escenario y de la audiencia. Joaquín Balaguer, Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez fueron oradores de renombre, aun cuando cada cual con un estilo diferente, y lograban el milagro de la palabra. No puede decirse lo mismo de quienes ocupan en este tiempo sus lugares. Si habrá debate, tendrán que aprender…

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