La muerte se fue al play

Era 2 de noviembre y la muerte quiso hacer lo que siempre acostumbraba en cualquier día. La muerte se fue al play, donde tenía lugar: “El juego de la vida”.

Como siempre, tomó el carro y, a toda prisa, se dirigió al estadio a una velocidad que superaba a cualquier campeón Fórmula 1; cruzó todos los semáforos en rojo y no hizo caso a las calles de una vía. Y allí estaba, frente al play.

Conseguir el boleto en el mercado negro no le fue difícil, pues dinero tenía más que abundante de lo que había dejado muchísima gente, que lo acumularon, no se sabe para qué.

Y, la que era el espanto de todos, buscó asiento, en un sitio cualquiera del play. Todos podían verla, pero ninguno le hacía caso, pues estaban sólo atentos al juego. Pasaba totalmente ignorada la presencia de tan indeseable fanática.

La camaradería se apoderaba de los que ocupaban los puestos vecinos a la muerte y aplaudían, apostaban, bebían, gritaban, ponían música altísima y hasta sus malas palabras vociferaban en los momentos en que el juego no era de su agrado.

Por su parte, la muerte, con su juego pesado, abrazaba a uno y a otro, hombres y mujeres, niños y ancianos. Y cambiaba de sitio en las graderías del estadio. De vez en cuando daba su opinión:

- Tú ves ése, se va a ponchar. No sabe en qué pie está parado.

- Ese otro va a dar varios fouls, pero al fin batirá el récord de hits, pues tiene buen estilo y se ha entrenado para lo mejor.

- Ese de allá va a dar un jonrón, pues desde pequeño tuvo muy buena formación y un proyecto de vida bien claro.

- Ese… es un agüajero, cree que nos va a allantar. Lo que busca es engañar a los fanáticos y hacerles creer lo que no es.

- Ese otro sólo piensa en parrandear, beber y darse buena vida. Para eso engaña, es corrupto y roba. Así no se llega a nada.

- El otro que está allá es un bandido, usa droga, no practica, no tiene disciplina ni vida familiar.

- Ese… peor; no hace caso al MANAGER, lo ignora y no sigue sus instrucciones.

Terminado el partido, la muerte, gentil como siempre, le dio bola a unos cuantos, prometiendo regresar rápido para llevarse algunos más. Total, del estadio a la Máximo Gómez no hay mucha distancia.

Si no lo sabían, la muerte va todos los días al play para el “Juego de la Vida”: Los fanáticos no están suficientemente conscientes de que un día les dará también una bola, al terminar el juego.