Faltan encuestas
TENDENCIA, NÚMEROS.-
Faltan encuestas de final de año, pero con las que se conocen puede tenerse un aproximado. La tendencia es la misma, aunque diferentes los números, como si una firma contabilizara en dólares y otra en pesos. Danilo Medina y Leonel Fernández, y Margarita Cedeño, con el moño hecho, aunque sin saber si el machismo peledeísta la dejará ir a la fiesta. Luis Abinader e Hipólito Mejía, y un David Collado que no hay forma que se quede fuera. Quique Antún e Ito Bisonó tienen billetes de lotería, pero por el momento no podrían sacar ni colita. Ellos dirán poco, pero sus porcentajes no satisfacen a los aliados. Estos consideran que el cálculo no fue hecho adecuadamente y que las posiciones asignadas no se corresponden. El hecho resulta curioso, pues mayor preocupación afuera que adentro. Con los reformistas se cuenta, pero sí pelean entre sí y en las mediciones se reducen, el déficit aumenta. Aunque parece que el problema está en la lectura. Lo ocasional se da como definitivo. Lo de Antún es de Antún, y lo de Bisonó es de Bisonó, y lo de ambos nunca del partido…
PROPIO Y AJENO.-
Lógico que los partidos hagan un balance del año, y que sea antes de que termine y no después, pues solo así podrán prepararse para el nuevo período. Pero mejor todavía si ese ejercicio se lo sirven en bandeja. Las encuestas de estos días, por ejemplo. Mark Penn, Gallup y Centro Económico del Cibao (que viene en camino). La costumbre, la mala costumbre, es descalificar números ajenos sin tener a manos otros que sean propios. La reacción del impotente, el alegato del ineficiente. La situación es adversa, pero no porque el desempeño sea pobre, sino la medición malvada, perversa, interesada. Como si la posición en el standing fuera obra del medio que lo publica y no del rendimiento del equipo. El hecho revela y provoca. La incapacidad política tiende a disimularse y hace el ridículo. Incluso de manera torpe. A veces la falla que se atribuye a una encuesta no es de la encuesta misma, sino de la reseña de un editor deficiente. El cual, al no manejar adecuadamente los códigos, deja que el instrumento se le vaya de las manos. La del periódico es una interpretación, y no necesariamente la verdadera. Con información suficiente, cualesquiera otros conocedores de la materia podrían llegar a conclusiones diferentes…
AÑO FALLIDO.-
El 2017 podría ser un año políticamente fallido, pues las encuestas dan cuenta de que no hubo saltos, pero sí caídas. Nadie subió de manera sorprendente, pero tampoco bajó de forma alarmante. Los mismos se mantuvieron más o menos, y jugando de manera tan cerrada que no permitieron que nadie se colara. Esa inmovilidad del escenario político dominicano debiera preocupar, pues no se entiende el cambio de ánimo en la población, o en determinados sectores, que sin que las figuras vigentes se devalúen totalmente o surjan liderazgos que no solo sean alternativos, sino sustitutos. ¿Cómo es que no se agotan Danilo Medina y Leonel Fernández, o Hipólito Mejía y Luis Abinader, considerándose desde ya que serán cabezas de boletas y presidentes en las elecciones del 2020? ¿Dónde irá a parar la frescura verde si todavía no constituye opción electoral y no existen mecanismos para que desde fuera influya de forma decisiva? La política dominicana no es de principios, ni de manifiestos, y ni siquiera de programas de gobierno. La política dominicana es de fulano, de zutano y de mengano. Lo personal va primero, y la gente solo retiene nombres…
CLAVE PRM.-
Habiéndose escogido los miembros de la Junta Central Electoral al finalizar el 2016, a mediados del 2017 se renovó el Tribunal Superior Electoral. Una y otro productos de consensos ocasionales, que es la manera socorrida, y no de procedimientos establecidos. Así, como siempre quedan resabios, no puede hablarse de avances institucionales. Mucho más que el mayor empeño del año fue la Ley de Partidos, y concurrentemente la Electoral. En lo que se está todavía, y sin que haya garantía real de que ambas piezas serán aprobadas en lo que resta de la actual legislatura. Con el cuento de las primarias cerradas o abiertas buscan excusas o crean condiciones para disimuladamente burlar la confianza pública. Aunque se piensa que la llave la tiene el PLD, podría ocurrir algo inesperado. Que el trance se supere con la experiencia del PRM, que prometió un padrón en 45 días, que se tomó más tiempo, pero que cerró las inscripciones en el país y a poco en el extranjero. Si el partido Moderno puede dotarse de un padrón, las demás organizaciones no podrán alegar nada creíble para rehuir el compromiso. Y si hay padrón propio, las primarias pueden ser cerradas. Aunque si no, abiertas y con la nómina de votantes de la Junta Central Electoral…