Escritos inmortalizan la memoria de Ayuso
Los escritos de Juan José Ayuso inmortalizan su memoria por haber puesto el dedo en la llaga mientras cultivaba la poesía, el ensayo y el periodismo de opinión durante décadas.
Conocí a Juan José en horas matutinas caminado la calle Duarte orientado hacia El Conde, escenario de palpitaciones políticas en 1961, matizado por las incidencias del “basta ya” y el convencimiento de que: “El 14 de Junio (1J4) tenía razón”.
Juan José es un valioso fruto de la década del sesenta actuando pluma en ristre.
Publicaba sistemáticas y severas críticas al Balaguer que intentó quedarse gobernando como expresión y soporte de los “vestigios del trujillato”.
Ayuso fue una columna del diarismo en distintos medios nacionales.
Por el amplio espectro de sus temáticas, los escritos de Ayuso constituyen un referente ineludible para recrear la gama de acontecimientos de los años sesenta.
Su legado periodístico incluye el célebre Cachafú, órgano humorístico impreso como un látigo a las bellaquerías de entonces. Sin ser izquierdista ni derechista, Cachafú fue obra del ingenio de una pléyade de periodistas y caricaturistas, entre quienes, además de Juan José, me honra citar la pluma de ‘Papi’ Álvarez Castellanos.
La mina contestataria de Juan José Ayuso tiene libros como, “El sargento Douglas Lucas. La Revolución Constitucionalista y Guerra Patria de 1965”. ¡Excelente aporte!
Otra obra que inmortaliza a Juan José es el libro “Pagar o matar”, calificable como un clásico editorial o un pedestal en la denuncia que desenmascara simuladores empedernidos de la sigla política más corrupta de la historia dominicana.
Me quito el nombre si el PLD no ha sido lo máximo de lo peor como partido politiquero en este país.
El libro “Pagar o matar”, consagra a Juan José por su papel premonitorio en el rastro del latrocinio morado.
Una nueva edición de “Pagar o pegar” valdría la pena ahora que la nueva gestión del PLD está dejando “chiquito” al gobierno del “Nueva York Chiquito”.
Comenta que si Bosch se distinguió permaneciendo en Palacio “sin robar ni matar”, deben preguntarle a presumidos discípulos, si emulan al Profesor o hacen todo lo contrario.