LA POROSIDAD EN EL CABELLO RIZADO
Esta propiedad del pelo podría ser la responsable de que algunos productos no actúen de la forma esperada.
Con la revolución que ha provocado el pelo rizo y crespo natural han surgido términos y denominaciones de las propiedades y características de este tipo de cabellera. Entre ellas se ha escuchado mucho sobre la textura, el grosor, los tan mencionados productos libres de sulfatos y siliconas, así como también lo que representa la porosidad en el pelo.
Esta última es una propiedad del cabello que podría definirse como la capacidad que tiene el pelo de absorber el agua o cualquier producto líquido y de retener esa humedad, explica Yanhna Puello, mejor conocida como Luna Rizada, bloguera y experta en cabellera rizada.
Esta característica existe en todos los tipos de cabello, sin embargo, las chicas de pelo rizo le dan mayor importancia debido a que muchas veces al probar un producto la cabellera reacciona de manera adversa, provocando resequedad, pajitas blancas o residuos, y esto se debe a que posiblemente dentro de los ingredientes se encuentra algo que no va necesariamente con el tipo de porosidad, indica la experta.
Añade que la hebra del cabello está compuesta por la cutícula, corteza y médula, y al ojo humano se podría parecer al tallo de un árbol. La cutícula es la parte externa del cabello, y está formada por escamas que abren y cierran.
La corteza es la parte interna, contiene la melanina (pigmentación) que es lo que le da el color al cabello. Mientras que la médula da fortaleza y se encuentra mayormente en el pelo lacio; las que poseen el cabello rizo o crespo no suelen presentarla y por tal razón es muy común que el pelo rizado sea más propenso al quiebre, explica Luna Rizada.
Agrega que, dependiendo de qué tanta queratina (proteína) tenga el cabello, existen tres tipos de porosidad: baja, media y alta. La baja tiene la cutícula muy compacta, es muy complejo para que penetre la humedad y el líquido, pero una vez entra los conserva bastante bien.
Porosidad media podría decirse que es la ideal, ya que absorbe los líquidos y los retiene bastante bien. Entretanto, la alta posee una cutícula muy abierta, la humedad o tratamientos entran fácilmente pero así mismo salen.
La bloguera externa que esta cualidad tiene un componente genético, pero puede ser modificada con el uso de diversos procedimientos químicos, productos o por calor. “Los tratamientos de proteína pueden fortalecer la cutícula, el alisado las abre hasta llegar a la corteza, por eso cambia el patrón del rizo. El calor, ya sea el blower o la plancha, puede también cambiar la porosidad del pelo”, comenta.
¿Cómo saber cuál es mi porosidad?
Lo primero es realizar la prueba del vaso. Esta consiste en lavarse el pelo, pre- feriblemente con champú que contenga sulfatos, para eliminar cualquier residuo de producto o resto de aceite.
Luego se deben retirar desde la raíz algunas hebras de distintas zonas de la cabeza y dejar secar en su totalidad. Después de que hayan secado, se colocan en un vaso con agua y se dejan ahí por aproximadamente cinco minutos.
Si flota, tu porosidad es baja; si está en el centro, porosidad media; y si baja, tu porosidad es alta debido a que absorbió el agua y se hundió.
Sugerencias
Las mujeres con cabello de baja porosidad deben lavarse el pelo con agua tibia para que la sensación térmica abra las cutículas y aplicarse tratamientos o mascarillas profundas con calor (pueden utilizar gorros de baño o en su defecto una o dos bolsas plásticas y exponerse 10 minutos al calor). Se debe evitar el uso de productos con proteínas. Los mejores aceites para este tipo de cabellera son los ligeros como el de jojoba, almendras y árbol de té.
“Las que están en medio, su caso es muy especial, ya que disfrutan de lo mejor de los dos mundos”, afirma. Es un cabello que no requiere mayores esfuerzos para mantenerse saludable.
Mientras que las de alta tienen que aplicarse tratamiento de proteína, y evitar a toda costa aquellos que necesiten contacto con calor. Pueden usar los aceites pesados como el de oliva, ricino y coco, así como también las mantecas, ya sean de karité o cacao.