¡Si Dios ama, castiga!
Un amigo de siempre, Luis Manuel Piantini-- economista, escritor, poeta, embajador, ex -vicegobernador del Banco Central--, me escribe una carta que deseo compartir con los lectores por la profundidad espiritual que encierra cada palabra: “Estimado César: Como todos los días, leí tu columna del pasado viernes 10 de noviembre llamada ¿Un libro de cartas?, título motivado por la intención de tu hijo Oscar de compilar en un libro todas las cartas que te están siendo remitidas durante este período de tu proceso de restablecimiento de tu salud física. “Lo que más me motivó a escribirte no es debido al deseo y privilegio de ser halagado si esta misiva formara parte de ese libro, sino por el contenido de tu columna. Tus reflexiones me llevaron de nuevo a cuestionarme sobre la búsqueda del sentido del ser humano, en momentos en que se encuentra en una situación difícil, y en el de aquellos que poco a poco se van adentrando en los terrenos de encontrarse con esa situación difícil, y en esto me refiero al reciente artículo de Mario Vargas Llosas publicado con el nombre de Entre los Monjes.
“A medida que iba devorando la escritura de este artículo, por la extrañeza que me provocaba en un agnóstico la motivación de este relato, iba creciendo el deseo de penetrar en su alma e indagar en las motivaciones reales del mismo. Los escritos de Vargas Llosa nunca se han destacado por su espiritualidad, son más bien relatos descarnados sobre la naturaleza humana, y en muchas de sus formas sobre los peores instintos que lleva adentro el alma humana.
¿Por qué el monasterio benedictino?
“Lo que más me extrañaba de todo, era el lugar escogido para la experiencia relatada; un monasterio benedictino… Porque uno se preguntaría: ¿qué llevó a un agnóstico a querer imprimirse de ese aire místico de silencio y meditación que al aspirarlo un laico comprometido se inflamaría su alma con el alimento de la gracia del Espíritu del Creador? “Solo una cosa, este agnóstico fue en la búsqueda de encontrar atraído por el propio Dios el Espíritu de su Creador, en búsqueda de la verdad absoluta, de la que ha renegado, en medio del absoluto silencio, cuando ya por el avanzado tiempo de la existencia, la voluntad hacia lo prohibido y la negación, se van postrando, y se rinden en los brazos de la misericordia y el amor infinito.
“En casos como el tuyo y por todas las evidencias de los pasajes bíblicos, los teólogos afirman que Dios castiga a los que más ama para mostrar su infinita misericordia en la aflicción, y encontrar el corazón del ser humano en su momento de mayor soledad y desesperanza.
“En ese encuentro con el Creador, el corazón de piedra se entrega y se va convirtiendo en un corazón humano que por el alimento de la Gracia Divina, se muestra con la sensibilidad de sus sentimientos... Dios te escogió para ser transmisor de catarsis, para que obre a través de ti por el importante papel que has jugado en los medios de comunicación de tu país, una acción de denuncia profética.
Generoso, tolerante flexible
“Dices que te has convertido en un ser tolerante y flexible, compasivo y generoso. Ese es un mensaje profundo para estimular realizaciones en los dirigentes políticos de nuestro país, para lograr concordia y solidaridad en una sociedad que se está tornando cada día más intolerante y violenta. Pero además de eso, en uno de tus últimos escritos señalas que cuando te dieron apoyo desinteresadamente y te mostraron solidaridad hasta quisiste llorar…
…Y ahí rompen tus sinceras palabras con la tradición machista que deniega de la belleza maravillosa de la compasión humana.
Ojalá, amigo César, que este quebranto, así como ha sido un medio de acercamiento tuyo más hacia Dios, también sirva a que otros beban de tu ejemplo, de alguien que, frente a las pruebas de la vida, se ha convertido para su felicidad y tranquilidad en un ser más compasivo y más generoso. Sigue disfrutando con esperanza y optimismo del otoño en Nueva York, con ese cambio maravilloso de los colores en los árboles, que solo el pincel milagroso de la creación puede plasmar.
“Tu amigo, Luis Manuel Piantini”.