Listin Diario

Rencilla es parte del plan

- LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com PUBLICA DE LUNES A SÁBADO SOBRAN MUCHOS.Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

Según el conocido dicho para pelear hacen falta dos, y los seguidores de Danilo Medina y Leonel Fernández se cuentan por miles. Las razones y los motivos a flor de piel. Podría preguntars­e que cuál de los dos grupos es más chismoso, y como se tienen las mismas ganas, habría que convenir que iguales. La gente pensó que después del desahogo en la reunión del comité Político del pasado día 5 de este mes, habría un break, una tregua, aunque fuera para recoger los heridos. Y eso porque la gente no sabe que continuar la rencilla es parte del plan para mantener el dominio en la organizaci­ón. Cuando no sea Fernández contra Medina, y viceversa, la tensión se dará entre otros dirigentes o aspirantes a gobernar el país. La inteligenc­ia política, entonces, es no cesar en la contienda ni dejar espacio para que otros se cuelen. Y hasta ahora la estrategia funciona de maravillas. Leonel Fernández o Danilo Medina, Danilo Medina o Leonel Fernández. Fernández habló de fábrica de presidente­s, y Medina pudo plantear lo del relevo o caras nuevas a través de segundos, pero hasta ahora la fábrica está en paro y ninguna figura del entorno del mandatario logra primacía…

PLEITO DE PATIO.-

En pleito de patio entre muchachos que van juntos a la escuela, cada cual tiene sobre los hombros la mamá de palito y siempre a espera de que el otro de un paso y se la tumbe. Y por cualquier cosa se arma la refriega. Todavía no se sabe en qué va a parar la discordia de las primarias abiertas o cerradas, con cambio de escenario, y ya sacan del sombrero de copa el conejo de la reelección, que se sabe corre una barbaridad. Con decir que se tiraron cajas y cajones por una historia contada interesada­mente por Leonel Fernández, y ni siquiera se tenía claro dónde fue que habló. Se dijo en principio que en Mao, y llamé a un peledeísta de Mao, y me respondió que el expresiden­te no había estado allá, e incluso que se esperaba que fuera en la segunda quincena del mes. Después se aclaró el sitio. Fue en su oficina política y en una actividad que puede considerar­se de campaña, o por lo menos de entrenamie­nto para fines de campaña. ¿Dijo el ex jefe de Estado algo nuevo o diferente a lo que viene afirmando desde hace un tiempo? De ninguna manera. ¿Por qué entonces la reacción tan encendida de sus oponentes internos, la gente de Danilo Medina? Sencillo. Una forma de ejercitars­e fuera del gimnasio. El punto, se supone, no debe volver a la cancha del comité Político…

A SU MANERA.-

Leonel Fernández habló de hechos ocurridos en el siglo pasado, la historia del advenimien­to de la Era de Trujillo y los peligros que entraña modificar interesada­mente la Constituci­ón. A su juicio poner la mano a la Carta Magna es sinónimo de dictadura. Un buen tema de debate, y del se podría discurrir largo y tendido. Pero la discusión pública en el país, cuando no se va por la tangente, se arrastra por lo perverso. No es verdad que la reforma constituci­onal lleva a dictadura, y Leonel Fernández no solo lo sabe, sino que lo ha vivido. La del 1994, por ejemplo, no dio lugar a dictadura, sino todo lo contrario. Se hizo para salir de un círculo vicioso, para superar una etapa autoritari­a. Cerrar puertas y ventanas a la posibilida­d de que Joaquín Balaguer siguiera al mando del país. La del 2011, y que se llevara a cabo con su patrocinio, igual. Antes que dictadura, creó una situación más democrátic­a y forjadora de institucio­nes. No puede llorar ahora, si antes cantó. Fernández tiene que agarrar mejor el arma y precisar el disparo, pues no estaría bien que el tiro saliera por la culata. Y lo hace cuando no se entiende el propósito, o levanta fuerzas que no han estado del todo dormidas. Del avispero del fin de semana hay más picadas que avispas…

LA REACCIÓN DICE.-

Nadie conoce aprestos de modificar la Constituci­ón, y la gente piensa que Leonel Fernández sabe lo que no el resto de la población. La opinión pública en sentido general. Sin embargo, la reacción de sus oponentes internos, de cercanos de Danilo Medina, saca a flote la parte oculta del iceberg. Que Fernández hablara de Constituci­ón y de cómo una reforma hecha como traje a la medida devino en una dictadura, no debió provocar la reacción que se conoce. La impresión es que los oficialist­as se sintieron sorprendid­os con las manos en la masa. De que realmente están calculando la posibilida­d de modificar la Carta Sustantiva y con propósitos reeleccion­istas. Si no, hubieran dejado pasar la historia de Trujillo de la misma manera que otras situacione­s, pues la verdad que con Fernández no es fácil. Vive constantem­ente dando charlas –dentro y fuera del país– y a cada concurrenc­ia le dice lo que sabe que esta quiere oír. No será el juego del gato y el ratón, pero sí hacerse unas veces de gato y otras de ratón, o hacer cosas de gato sabiendo que el otro correspond­erá como ratón. Lo malo es que la gente, en vez de ver estos movimiento­s como parte de un laboratori­o, se deleita como en un circo en que leones y tigres brincan a través de un círculo de fuego…

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