Por 35 millones de dólares
El expresidente guatemalteco Álvaro Colom, Caballeros (2008-2012) acaba de ser apresado el martes pasado, junto a siete de sus exministros, por defraudar al Estado, luego de que sustrajera unos 35 millones de dólares para “impulsar un nuevo modelo de transporte público”. La trama, de la que se acusa directamente a Colom, estaba tan bien orquestada que de esa cantidad, unos 1.3 millones de dólares llegaron al sistema bancario local, “que los entregó a manos privadas”; 13.9 millones fueron usados para “comprar maquinarias que están almacenadas en una bodega sin utilizar”, y unos 6 millones fueron pagados en “gastos no compatibles con el proyecto de inversión”.
No parece que el hecho sorprenda a nadie por esta región. Lo que sigue doliendo que se diga que en Latinoamérica la corrupción “está enraizada”, una frase que averguenza, pero que ciertamente afecta a todos aquellos que pretenden trabajar para el tren gubernamental, sin que el objetivo final sea la riqueza malhabida a corto plazo.
No es la primera primera vez que el exmandatario se ve envuelto en un escándalo. El 13 de enero de 2010, fue exculpado por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, auspiciada por las Naciones Unidas, de la muerte del abogado Rodrigo Rosenberg, acribillado por desconocidos mientras montaba su bicicleta en una calle de Ciudad de Guatemala. Rosenberg había dejado un video en el que acusaba al entonces presidente Colom y a su esposa, Sandra Torres, de su muerte, luego del asesinato de su amigo, el industrial Khalil Musa, y de la hija de éste, Marjorie, quien mantenía una relación con Rosenberg.
En el caso actual, Colom no solo termina en la cárcel, sino que también perdió la oportunidad de convertirse en representante especial de la OEA, trabajo en el que dirigiría la mesa de trabajo “entre el gobierno que preside Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras, y la misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MSACCIH), según información de EFE.
La otra gran figura arrestada fue Juan Alberto Fuentes Knight, quien fungía como presidente de Oxfam Internacional, actualmente envuelta en otro escándalo internacional por las acciones de sus enviados y la “contratación” de prostitutas haitianas luego del paso del mortal terremoto del año 2010. Fuentes dirigía, durante los primeros dos años del gobierno de Colom, la cartera de Finanzas.
El caso es que Colom no es el primer presidente guatemalteco acusado de corrupción luego del término de sus gobiernos. Los otros dos son Alfonso Portillo (2000-2004) y Otto Pérez Molina (2012-2015). Pero eso no es lo peor. Al mandatario en ejercicio, Jimmy Morales, recién recibido por Donald Trump, desde ya se le señala como corrupto.