EL REFORMISMO Y SU FUTURO
Concluidos los procesos contenciosos en que recientemente se ha visto envuelto el Partido Reformista Socialcristiano, nos permitimos exponer algunas reflexiones acerca del futuro de nuestra organización política. Ahora bien, para poder realizar el análisis correspondiente a la anómala situación por la que atraviesa el Partido debemos remontarnos a la Asamblea Nacional Ordinaria del año 2001.
En esta Asamblea, celebrada bajo la orientación del líder y fundador de nuestra organización, se escogieron las autoridades del Partido, incluyendo la nueva Comisión Ejecutiva, integrada por 50 experimentados dirigentes, quienes representaban a las diferentes corrientes que interactuaban a lo interno de nuestra organización, y en ocasión de la juramentación de rigor en su residencia, el presidente Balaguer nos manifestó que, por razones de salud, ponía en nuestras manos la conducción y el destino del Partido. Mientras nos reiteraba su confianza y nos exhortaba a que nos mantuviésemos unidos, también nos señalaba que el Partido era un instrumento al servicio de todos los sectores de la vida nacional, muy especialmente de los menos favorecidos, por lo que el mismo debía mantenerse al lado de los mejores intereses de la nación.
Pero desde su fallecimiento en 2002, sin su sombra tutelar, los miembros de ese organismo no hemos sido capaces de articular un proyecto político en el que prevalezca el interés general y no los intereses particulares de un grupo o de personas, ya que el siempre dañino personalismo atomizador y la mezquindad crematística de algunos miembros de esa cúpula de dirigentes han acentuado la tarea de ir disolviendo la organización, arrastrando con ello la esperanza no solo de nuestros militantes y simpatizantes, sino también de otros sectores de la sociedad que se veían representados en nuestro Partido.
Lejos han quedado las enseñanzas de nuestro fundador y con ello los momentos en que el Partido era símbolo de ideas y valores, trabajando para la sociedad que queríamos construir, una “sociedad verdaderamente justa, comunitaria, participativa y solidaria”, “con una economía humana, orientada a la satisfacción de las necesidades básicas, individuales y colectivas, en especial de los campesinos y de las clases más necesitadas de nuestra nación”, pero en lugar de retomar esa vocación de servicio se ha dado paso, en cambio, en el accionar partidario, a las intrigas, conspiraciones, traiciones, pactos y resentimientos personales, lo que solo ha contribuido a mermar la credibilidad y la confianza del Partido Reformista Social Cristiano en el cada vez más escéptico electorado nacional.
Nuestra organización necesita reorientar su accionar y hacer de su finalidad alcanzar el poder para proporcionar los cambios y las transformaciones que requiere nuestra sociedad, sin exclusiones ni privilegios. Debemos demostrarle al país, como se hizo en el pasado, que los sentimientos altruistas que usualmente se enarbolan durante el proceso electoral; “los cambios sociales, la justicia; el desarrollo nacional, el bien común”, para solo citar algunos de los objetivos que impulsa el Partido Reformista, no son simples declaraciones de prensa o meros tópicos de la oratoria política.
Nuestro partido debe iniciar un proceso de revisión crítica en el que se establezca un verdadero diálogo con sus militantes y simpatizantes, dejando a un lado el concilio cupular que ha predominado en los últimos tiempos, si verdaderamente queremos fortalecerlo y hacernos dignos herederos del legado de su insigne fundador.
Como insumos para ese reencuentro con nuestras raíces programáticas e históricas, mediante el intercambio con nuestros directivos, militantes y simpatizantes, proponemos cinco temas que consideramos sintetizan aspectos fundamentales que deben tomarse en cuenta en el camino del fortalecimiento partidario.
Lo primero sería formular e implementar un verdadero proceso de reestructuración de todos los Directorios Municipales y de Distrito Municipal del Partido para convertirnos en un proyecto político orgánico y real. El partido adolece de estructuras sólidas y representativas, pues por más de dos décadas la implementación del referido plan ha sido solo un enunciado en las múltiples reformas estatutarias que se han realizado.
El segundo aspecto sería iniciar un amplio programa de formación y capacitación de nuestros cuadros dirigentes y de nuestra militancia en general, que ponga de nuevo en vigencia principios y valores fundamentales para el reformismo.
Lo tercero es promover, sin tapujos ni medias tintas, mediante un plan diseñado al efecto, la obra de gobierno de las administraciones reformistas encabezadas por el presidente Balaguer, poniendo especial empeño en dar a conocer la misma a las nuevas generaciones y a los nuevos votantes, haciendo uso de todos los avances tecnológicos que ha puesto a nuestro alcance la modernidad. Demostrarle al electorado nacional que estamos orgullosos de ese legado del doctor Balaguer y del reformismo al pueblo dominicano en general, ya que fueron esos cambios los que sentaron las bases para un desarrollo social, político y económico del país, así como también los que sirvieron de sustento a nuestro modelo de desarrollo.
El cuarto aspecto es asumir, con determinación y con firmeza, la promoción y la defensa de la figura política del doctor Joaquín Balaguer y su legado. No es posible que el recuerdo y la promoción de la misma, por parte de sus principales dirigentes, se limite a la asistencia ritual de una misa el 14 de julio o a una fotografía en el cementerio Cristo Redentor el 1 de septiembre, con la única y exclusiva finalidad de auto promoverse en las redes sociales. Cuando algún desaprensivo ofende su figura brillan todos por su ausencia y aún aguardamos el primer comunicado oficial del Partido, suscrito por sus principales autoridades, en su defensa. Asumámosla, de una vez y para siempre, por principio, por apego a la verdad y por agradecimiento.
El quinto y último aspecto debe ser tal vez el primero. Pensamos en una dirección nueva, ética, plural, renovada, innovadora y transparente, como señal de que verdaderamente queremos rescatar la confianza y el respeto del pueblo dominicano. Demostrémosle al país que el Partido Reformista quiere de verdad volver a ser un canal viable mediante el cual la sociedad pueda presentar sus demandas y no un mero escenario para dirimir diferencias personales o una plataforma para el combate entre facciones en una lucha mezquina e interesada, solo con el propósito de obtener puestos y emolumentos.
El Reformismo no es propiedad de un grupo ni de nadie en particular. Los reformistas no podemos hablar de propuestas y transformaciones al país si no podemos acometer las reformas estructurales que requiere el Partido. El momento demanda de sacrificios, desprendimientos y reformas. Para realizarlas se necesitan mentalidades nuevas que retomen la política con vocación de servicio, con probidad, con capacidad y con dedicación. Con una dirección renovada porque como muy bien se establece en las Sagradas Escrituras, “no es posible echar vino nuevo en odres viejos”.
Todavía creemos que el Partido Reformista tiene mucho que aportar en la consolidación de nuestras instituciones y de nuestro destino como nación. Unámonos en propósitos y acciones para rescatarlo con personas portadoras de enfoques diferentes, en los que prime el interés colectivo, con una visión clara de los retos y desafíos que se nos presentan como institución y como país. Necesitamos un partido en el que sus dirigentes aspiren sinceramente en llevar a cabo las transformaciones que el país necesita, una organización política en la que se dé satisfacción a los legítimos anhelos de las mayorías nacionales, en la que no se persiga únicamente administrar sus candidaturas, ni se utilicen sus posiciones de dirigente para beneficio personal, sino para que desde ella se continúe trabajando incansablemente, “para que no se apague nunca la llama de Duarte, que sirvió de aliento creador a la Patria, que a despecho de todas las vicisitudes de nuestra historia se ha mantenido encendida como un legado inextinguible en la sucesión de los tiempos”.
Ese sería el partido que quiere nuestra militancia y que demandan las circunstancias. Reformistas, este es nuestro pensamiento y esperamos por ustedes, para que juntos podamos realizar la obra con la que históricamente estamos comprometidos, no solo por nosotros mismos, sino también por la memoria del doctor Joaquín Balaguer, nuestro histórico mentor y guía.