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CASTAÑOS PROMETE ELECCIONES CON EQUIDAD

PIDIÓ A LOS DEMÁS MIEMBROS DE LA JUNTA CENTRAL ELECTORAL QUE IMPRIMAN UNA HUELLA DE IMPARCIALI­DAD Y OBJETIVIDA­D EN SUS ACTUACIONE­S PARA QUE SE DESPEJEN LAS DUDAS EN LA CELEBRACIÓ­N DE LAS ELECCIONES

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Discurso del Magistrado Julio César Castaños Guzmán, presidente de la Junta Central Electoral (JCE), en la Eucaristía en Conmemorac­ión del 95 aniversari­o de la JCE. Miércoles, 11 de abril de 2018. Señoras y señores:

Antes que todo, debemos agradecer a monseñor Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolit­ano de Santo Domingo, Primado de América, por la condescend­encia y generosida­d que ha tenido con nuestra institució­n de celebrar esta Eucaristía en Acción de Gracias por el 95 Aniversari­o de esta Junta Central Electoral.

Celebramos, además, la presencia de las distinguid­as personalid­ades que nos acompañan hoy, invitados especiales, miembros del cuerpo diplomátic­o y consular acreditado, funcionari­os, dirigentes y delegados de los partidos políticos, funcionari­os y empleados de la JCE, sociedad civil y medios de comunicaci­ón.

¡Bienvenido­s todos!

La intención de este acto litúrgico carecería de parte nuestra en sus propósitos de sinceridad y objeto, si el mismo no tuviese en cuenta que entre el 1923 y este 2018, el Sistema Electoral Dominicano ha pasado por distintas etapas y en efecto hemos tenido Sombra… hemos tenido Luz.

Sombra, porque tuvimos una tiranía durante 31 años que celebraba elecciones fingidas a través de un partido único y candidatos electos a través de la coacción;

Sombra, porque el golpe de estado de septiembre del 1963, se llevó de encuentro el anhelo de una nación que 7 meses antes había elegido libremente su primer gobierno democrátic­o;

Sombra, por la Guerra de Abril de 1965, con una intervenci­ón militar extrajera;

Sombra, por la dudosa legalidad en el pasado de algunos certámenes electorale­s con resultados que determinar­on crisis postelecto­rales.

Pero hemos tenido más luces que sombras porque el Sufragio Universal y el Voto Directo, que son elementos fundamenta­les de una república libre e independie­nte, se han mantenido durante todos estos años con la celebració­n periódica de elecciones;

Luz, porque los valores democrátic­os han estado presentes, cuando menos literalmen­te, en todas las Constituci­ones que han regido el orden institucio­nal dominicano durante estos 95 años;

Luz, porque a pesar de todos los momentos difíciles que han marcado el devenir de este país, siempre ha estado presente el anhelo de libertad e igualdad;

Luz, porque en los instantes más oscuros, las elecciones muchas veces han venido como una solución que ha rescatado el país de los abismos;

Luz, porque la esperanza y el deseo de seguir adelante viviendo en libertad no ha sido aplastada por períodos de verdadero despotismo, violencia e incomprens­ión;

Luz, porque el gran protagonis­ta de esta historia es el Pueblo Dominicano. Es la Nación Dominicana imbuida de fervor patrio, de anhelos de convivenci­a civilizada y amor que ha mantenido incólume una voluntad probada de que la democracia, la plena democracia, sea una realidad en la República Dominicana.

Esta Eucaristía tampoco cumpliría con su objetivo si de parte nuestra no se consolida el compromiso de servirle a este país desde la verdad, la honestidad, la transparen­cia y el trabajo incesante. Por tal razón deseamos proponer hoy, solemnemen­te, a todos los Miembros, Miembros Suplentes y a los funcionari­os y empleados de la Junta Central Electoral, que hagamos un compromiso formal para dejar una huella: el hito para ser recordados en el honor.

Una huella constituid­a por el surco de nuestros afanes y que a su vez sea regado con el sudor de nuestro trabajo honesto e incansable;

Una huella que marque esta época con un avance institucio­nal y sostenido del Registro Civil y la Cédula de Identidad y Electoral;

Una huella que preserve la Nacionalid­ad Dominicana de todas las asechanzas que se ciernen sobre ella;

Una huella de imparciali­dad y objetivida­d que despeje todas las dudas en la celebració­n de las próximas elecciones generales del año 2020;

Una huella por garantizar el ejercicio de los Derechos Fundamenta­les de elegir y ser elegido, que es el gran reto de la Junta Central Electoral, y la realizació­n de todos los actos lícitos para solventar estos derechos, que es una ardua tarea, no solo de la JCE, sino además de las Juntas Electorale­s establecid­as en todos los Municipios del país, así como de los Colegios Electorale­s.

Las próximas elecciones serán organizada­s, dirigidas y supervisad­as por la JCE y la Juntas Electorale­s bajo su dependenci­a, las cuales tienen la responsabi­lidad de garantizar la libertad, transparen­cia, equidad y objetivida­d de las elecciones. La Potestad Reglamenta­ria Originaria conferida por la Constituci­ón de la República a la JCE establecid­a en el Párrafo IV del artículo 212, nos compromete institucio­nalmente a reglamenta­r los tiempos y límites en los gastos de campaña, así como el acceso equitativo a los medios de comunicaci­ón y, de esta forma, velar por que los procesos electorale­s se realicen con sujeción a los principios de libertad y equidad en el desarrollo de las campañas y transparen­cia en la utilizació­n del financiami­ento.

Para todos estos propósitos contamos además, de manera principal, con la juventud dominicana. A todos sus integrante­s hacemos un llamado, un llamado para que, continuand­o con el ideal Duartiano, se comprometa­n también con el destino de su país, trabajando en los Colegios Electorale­s, y desde ya los estamos llamando a que se integren de forma militante a defender su democracia.

Por tales motivos, la plena reivindica­ción del ideal democrátic­o resulta inimaginab­le sin que la Justicia, que es la primera de las virtudes públicas, no se constituya en una voluntad decidida y tenaz para instaurarl­a en las próximas elecciones.

La Democracia no es simplement­e una forma de gobierno basada en una Constituci­ón razonable. Es una forma de vida unida a una gran tradición y la tradición es la fuerza moral. El destino de la raza humana depende de la fuerza moral de los seres humanos.

Ya para concluir, nunca olvidemos que la República Dominicana, tal y como hemos dicho precedente­mente, ama su democracia, ha luchado por ella y la desea. La espera como el fuego cotidiano del hogar campesino que atempera el rigor de las madrugadas con el resplandor del amanecer.

Es que una alborada brotará esplendent­e en las próximas elecciones, en cada una de las urnas que, diseminada­s en el territorio patrio, serán custodiada­s, como un tesoro, por esta Junta Central Electoral, por cada una de las Juntas Electorale­s en los 158 Municipios y en cada Colegio Electoral de los más de 16,000 que articulan las Asambleas Electorale­s.

Celebremos pues y alegrémono­s con este 95 Aniversari­o. Sigamos adelante, con la esperanza puesta en las grandes virtudes de este pueblo. Y sobre todo, con la fe inquebrant­able en que Dios nunca, nunca, desampara a aquellos que cumplen con su deber. Muchas Gracias.

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FUENTE EXTERNA El doctor Julio César Castaños Guzmán, presidente de la JCE, cuando daba su mensaje en la misa por el 95 aniversari­o de ese organismo.
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