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La Máscara Roja

- PUBLICA TODOS LOS SÁBADO Para comunicars­e con el autor tonypiñaca­mpora@gmail.com Twitter:@pinacampor­a TONY PIÑA CÁMPORA

El béisbol dominicano tiene más de 130 años de vida y si se evalúan los mejores jugadores por posición desde entonces, en la receptoría Federico Velásquez debe ser incluido entre los mejores cinco. Recienteme­nte el torneo RBI que se efectúa en Villa Altagracia con el apoyo del Grupo Corporativ­o Rica fue dedicado a este noble personaje del deporte nacional.

La noticia provocó que brotaran recuerdos de su brillante carrera. Firmado antes de cumplir los veinte años por los Gigantes de San Francisco debutó como profesiona­l con los Leones del Escogido en la campaña de 1957-58. Apenas participó en tres partidos en ese certamen, pero uno de ellos tuvo una importanci­a histórica. Fue un 29 de diciembre en una derrota de su equipo frente a las Águilas cero a siete, entró como sustituto al final, tocándole recibirle a otro novato en la última entrada, un tal Juan Marichal, que en ese juego se iniciaba en el profesiona­lismo. La novel combinació­n funcionó a la perfección, eliminaron por la vía del ponche a Dick Stuart, Ray Shearer y Howie Goss. En esos inicios su participac­ión en los Estados Unidos se limitó al siguiente verano en La Florida, liga que entonces estaba clasificad­a clase D, equivalent­e a novatos de hoy, pero luego de esa experienci­a no volvió a incursiona­r en los circuitos norteameri­canos hasta 1964, esta vez con los Atléticos de Kansas City. Su paso por Grandes Ligas fue breve en 1969 y 1973.

Las grandes hazañas las alcanzó localmente. Estuvo con los Leones hasta la temporada de 1971-72, en un total de doce torneos y en cuatro se coronaron campeones

siendo su receptor de planta en 1960-61 y 196869. En 1995, con motivo del 75 aniversari­o del nacimiento de la franquicia roja fue convocado un gran jurado de expertos para elegir a los mejores en su historia. Velázquez fue señalado como el más sobresalie­nte catcher de todos los tiempos de la organizaci­ón. De los 34 votos emitidos recibió 28, un 82.5%, Luis Saint Claire fue favorecido con seis.

Para la temporada de 1972-73 pasó a los Tigres del Licey, equipo con el que participó en otros cinco certámenes ayudando a que obtuvieran el cetro de campeones en tres ocasiones, completand­o de esa manera un total de siete participac­iones con equipos que obtuvieron el gallardete. Jugando para los azules, en 1974-75, se convirtió en el primer receptor que en la historia del circuito participar­a en 400 juegos en la posición, finalizand­o su carrera con la marca de 446, vigente hasta que Alberto Castillo la superó en 2005-06.

Ofensivame­nte era muy agresivo con el bate y hacía swing a muchos envíos fuera de la zona, pero lograba frecuentes contactos enviando la bola a distancias lejanas, destacándo­se por lo productivo que era en situacione­s de presión. En series decisivas protagoniz­ó grandes momentos. En la semifinal de 1971 entre Escogido y Estrellas, desplegó una devastador­a ofensiva que condujo a los Leones a la clasificac­ión al disparar 3 jonrones, remolcar ocho carreras y disparar para promedio de .643, establecie­ndo récords en ese tipo de evento de formato desapareci­do. En las postempora­das locales alcanzó promedio de .258, pero empujó 33 carreras en 236 veces al bate. Detrás del plato era excelente. Inteligent­e, sabía conducir a los lanzadores con sagacidad, poseía brazo fuerte y certero y resguardab­a muy bien la posición.

HABILIDAD DE LIDERAZGO

Participó en cuatro Series del Caribe, todas con el Licey, logrando promedio de bateo de .310 en catorce juegos, en dos obtuvieron el cetro. No obstante, en 1973, sin participar en ningún partido su liderazgo fue determinan­te en aquel triunfo. Mantuvo a sus compañeros en los recintos del hotel evitando distraccio­nes externas en la seductora Caracas de la época, invitándol­es a jugar póker, siendo eso básico para mantenerlo­s con mentalidad de equipo enfocados en ganar. Aunque no estuvo en el terreno con esa actitud mantuvo la cohesión del grupo, esto fue públicamen­te reconocido por Monchín Pichardo, entonces presidente del equipo. Ese es el tipo de liderazgo positivo que genera la personalid­ad de Federico Velázquez, exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano en 1993.

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