La Máscara Roja
El béisbol dominicano tiene más de 130 años de vida y si se evalúan los mejores jugadores por posición desde entonces, en la receptoría Federico Velásquez debe ser incluido entre los mejores cinco. Recientemente el torneo RBI que se efectúa en Villa Altagracia con el apoyo del Grupo Corporativo Rica fue dedicado a este noble personaje del deporte nacional.
La noticia provocó que brotaran recuerdos de su brillante carrera. Firmado antes de cumplir los veinte años por los Gigantes de San Francisco debutó como profesional con los Leones del Escogido en la campaña de 1957-58. Apenas participó en tres partidos en ese certamen, pero uno de ellos tuvo una importancia histórica. Fue un 29 de diciembre en una derrota de su equipo frente a las Águilas cero a siete, entró como sustituto al final, tocándole recibirle a otro novato en la última entrada, un tal Juan Marichal, que en ese juego se iniciaba en el profesionalismo. La novel combinación funcionó a la perfección, eliminaron por la vía del ponche a Dick Stuart, Ray Shearer y Howie Goss. En esos inicios su participación en los Estados Unidos se limitó al siguiente verano en La Florida, liga que entonces estaba clasificada clase D, equivalente a novatos de hoy, pero luego de esa experiencia no volvió a incursionar en los circuitos norteamericanos hasta 1964, esta vez con los Atléticos de Kansas City. Su paso por Grandes Ligas fue breve en 1969 y 1973.
Las grandes hazañas las alcanzó localmente. Estuvo con los Leones hasta la temporada de 1971-72, en un total de doce torneos y en cuatro se coronaron campeones
siendo su receptor de planta en 1960-61 y 196869. En 1995, con motivo del 75 aniversario del nacimiento de la franquicia roja fue convocado un gran jurado de expertos para elegir a los mejores en su historia. Velázquez fue señalado como el más sobresaliente catcher de todos los tiempos de la organización. De los 34 votos emitidos recibió 28, un 82.5%, Luis Saint Claire fue favorecido con seis.
Para la temporada de 1972-73 pasó a los Tigres del Licey, equipo con el que participó en otros cinco certámenes ayudando a que obtuvieran el cetro de campeones en tres ocasiones, completando de esa manera un total de siete participaciones con equipos que obtuvieron el gallardete. Jugando para los azules, en 1974-75, se convirtió en el primer receptor que en la historia del circuito participara en 400 juegos en la posición, finalizando su carrera con la marca de 446, vigente hasta que Alberto Castillo la superó en 2005-06.
Ofensivamente era muy agresivo con el bate y hacía swing a muchos envíos fuera de la zona, pero lograba frecuentes contactos enviando la bola a distancias lejanas, destacándose por lo productivo que era en situaciones de presión. En series decisivas protagonizó grandes momentos. En la semifinal de 1971 entre Escogido y Estrellas, desplegó una devastadora ofensiva que condujo a los Leones a la clasificación al disparar 3 jonrones, remolcar ocho carreras y disparar para promedio de .643, estableciendo récords en ese tipo de evento de formato desaparecido. En las postemporadas locales alcanzó promedio de .258, pero empujó 33 carreras en 236 veces al bate. Detrás del plato era excelente. Inteligente, sabía conducir a los lanzadores con sagacidad, poseía brazo fuerte y certero y resguardaba muy bien la posición.
HABILIDAD DE LIDERAZGO
Participó en cuatro Series del Caribe, todas con el Licey, logrando promedio de bateo de .310 en catorce juegos, en dos obtuvieron el cetro. No obstante, en 1973, sin participar en ningún partido su liderazgo fue determinante en aquel triunfo. Mantuvo a sus compañeros en los recintos del hotel evitando distracciones externas en la seductora Caracas de la época, invitándoles a jugar póker, siendo eso básico para mantenerlos con mentalidad de equipo enfocados en ganar. Aunque no estuvo en el terreno con esa actitud mantuvo la cohesión del grupo, esto fue públicamente reconocido por Monchín Pichardo, entonces presidente del equipo. Ese es el tipo de liderazgo positivo que genera la personalidad de Federico Velázquez, exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano en 1993.