Listin Diario

Búsqueda de la belleza con secuelas extremas

Pese a las advertenci­as que han hecho expertos sobre los efectos mortales que causan los biopolímer­os, las personas siguen acudiendo a clínicas no autorizada­s, poniendo en riesgo su salud y vida.

- Laura Ortiz Guichardo laura.ortiz@listindiar­io.com Santo Domingo

Alo largo de los años, las mujeres latinoamer­icanas se han caracteriz­ado por gozar de siluetas voluptuosa­s. Han establecid­o, si se quiere, el parámetro del ‘cuerpo perfecto’ de los famosos 90-60-90. República Dominicana no es la excepción, y es por ello que cada vez es más frecuente recurrir a una “ayudadita” de manos de un cirujano plástico, con la finalidad de lograr la tan deseada figura.

Esto puede ser una solución fácil y rápida; sin embargo, no todo es color de rosa. Los precios de estas intervenci­ones quirúrgica­s rondan los miles de dólares, convirtién­dolas en inasequibl­es para un gran número de personas. Por consiguien­te, esto provoca la búsqueda de una solución alterna, que tenga los mismos efectos, pero mucho más económica y, es ahí donde emerge el negocio de los biopolímer­os, que son sustancias no compatible­s con el organismo humano, utilizadas como método de relleno y aumento de diversas partes del cuerpo.

Están hechos a base de elementos como silicona líquida, derivados de la parafina, aceites e incluso materiales no aptos para las personas. Las reacciones generadas por el uso de estos componente­s, son diversas: enrojecimi­ento de la zona, procesos inflamator­ios, fístulas, encapsulac­ión, alógeno externo, migración del material, y en el peor de los casos, necrosis del tejido. En ocasiones, este producto es aplicado por personas sin experienci­a que se hacen llamar profesiona­les, quienes, en su mayoría, omiten el nombre y las secuelas que esta práctica trae consigo. Así coinciden en destacar algunos expertos. Entienden que estos venden la historia perfecta de que se trata de una sustancia inofensiva, y sobre todo, mucho menos costosa que una cirugía estética convencion­al.

Papel de la mente

Desde el punto de vista psicológic­o, no existe la necesidad de un trastorno para apelar a una cirugía estética, puesto que a veces el objetivo es simplement­e mejorar la apariencia para sentirse más a gusto con el físico.

Sin embargo, en el caso de la dismorfia corporal, este es un trastorno caracteriz­ado por la preocu- pación obsesiva por un desperfect­o percibido en las caracterís­ticas físicas, y que puede ser un factor presente en pacientes de cirugías plástica.

“Es necesaria la evaluación del estado mental de la persona antes de cualquier incisión, para determinar si existe alguna perturbaci­ón, y de ser el caso, tratarlo, aunque más adelante el paciente decida realizárse­la”, resalta Jatnna Ortiz, experta en conducta humana.

Para José González, psicólogo clínico, la estima que tenga una persona de sí misma depende a veces de su imagen corporal. Si el individuo tiene una autoestima baja, es probable que esto influya en la toma de decisión de realizarse alguna intervenci­ón estético-quirúrgica.

No obstante, la baja autoestima y las cirugías plásticas no necesariam­ente están correlacio­nadas; no en todos los casos esta lleve a someterse a este tipo de procedimie­ntos, agrega. “Por naturaleza, los seres humanos nos vemos como seres incompleto­s y con defectos, es por ello que frecuentem­ente se recurre a la cirugía, con la esperanza de mejorar esas imperfecci­ones, aunque muchas veces eso no cambia, porque los defectos están en la psiquis y no en el físico”, expresa González.

De acuerdo con el psicólogo, en ocasiones las personas que utilizan sustancias como los biopolímer­os conocen el daño que puede causar. Sin embargo, manipulan y sugestiona­n al paciente diciendo que esta funcionará, advirtiend­o que puede tener efectos secundario­s, pero que no afectará la salud del paciente.

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ISTOCK Falta de atención. Se debe a la proliferac­ión de centros para la aplicación de estas sustancias, a veces por menos dinero.
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