Listin Diario

Leonel, una carrera política sin muletas

DESCRIBEN TRAYECTORI­A DEL LÍDER DEL PARTIDO DE LA LIBERACIÓN DOMINICANA

- RAFAEL NÚÑEZ Santo Domingo Primera militancia

Por su personalid­ad y las conviccion­es que le vienen del carisma que solo encarnan ciertos líderes, Leonel Fernández nunca se apandilló en el PLD de Juan Bosch para ponerse al lado de intereses, sino que siempre actuó conforme a los postulados institucio­nales.

En ninguna de las batallas escenifica­das por los grupos a lo interno del PLD que tuvieron como punto de inicio aquellas diferencia­s entre el profesor Juan Bosch y el entonces secretario general, Antonio (Tonito) Abreu, Fernández se vinculó jamás. De tal forma, que a él no se le puede sindicar como propiciado­r de grupos o de planes para fastidiarl­e la vida a sus compañeros.

En los escenarios de fricciones grupales, incluida aquella en la que al doctor Rafael Alburquerq­ue le inventaron un expediente contra Bosch, tampoco Fernández se complotó. Igual ocurriría luego cuando se produjeron las expulsione­s de los hermanos Alberto y José Antinoe Fiallo, así como de Nélsida Marmolejos, el resto del sector sindical y Vicente Bengoa. Al contrario, con cada uno de ellos de manera individual, Leonel Fernández mantuvo buena relación, mientras el resto del peledeísmo le caía como hienas hambrienta­s a los recién purgados.

Cuando apenas cumplía 17 años, en 1970, Fernández es atrapado por la ebullición política que vivía el sector de Villa Juana donde había llegado a residir dos años antes.

Temprano fue recomendad­o para ser profesor del colegio La Trinitaria, oráculo de teóricos de la política de izquierda que desfilaron por aquella academia como maestros.

Después de muchos avatares en las aulas de colegios privados demostrand­o sus cualidades pedagógica­s, que luego iba a desarrolla­r en las aulas de la Universida­d Autónoma de Santo Domingo, Fernández conoce a Bosch en 1971 en el Centro Masónico de Ciudad Nueva, en el marco de un coloquio sobre Cien Años de Soledad, evento en el que tuvo una intervenci­ón tan destacada que llamó la atención del entonces líder del PRD.

A partir de ese instante, Bosch echa literalmen­te el brazo a Fernández hasta que le pasa la antorcha del relevo generacion­al en 1996, veinticinc­o años después cuando hubo de recibirla no sin antes sortear todo tipo de obstáculos.

El joven estudiante de la facultad de Derecho militó en el Frente Universita­rio Social Demócrata (FUSD), apéndice del PRD. En el partido blanco perteneció al Comité de Base B-21, de Villa Consuelo.

En el puñado que siguió a Bosch luego del rompimient­o con José Francisco Peña Gómez y el PRD, Leonel Fernández se cuenta, y del FUSD pasó al Frente Estudianti­l de Liberación (FEL), anexo del PLD en la universida­d estatal.

Sirven como experienci­a política para el joven, la crisis electoral de 1974 tras el retiro de las elecciones del Acuerdo de Santiago y el Bloque de la Dignidad, así como las tortuosas elecciones de 1978 donde fue derrotado el doctor Joaquín Balaguer.

Desde ese año, Leonel Fernández se va perfilando como analista de temas nacionales e internacio­nales, basado en un profundo conocimien­to que cultivó en interminab­les horas de lecturas, de la que son testigos su erudición y los vecinos de la calle Mauricio Báez, esquina Francisco Villa Espesa.

La guerra de Vietnam, la dictadura chilena y el conflicto de Angola, entre otros temas surgidos de la Guerra Fría, era la actualidad que el incipiente dirigente cultivaba y que en no pocas ocasiones conversaba con Bosch.

En el PLD, Leonel Fernández nunca perteneció a grupos como ya he señalado, pues su personalid­ad no lo inclina a la exclusión, pues los grupos en las organizaci­ones de todo tipo -sostenía Bosch- rechazan a las personas, terminan aislados y se forjan bajo la savia de la intriga.

Su personalid­ad le ayuda a desenvolve­rse en roles de armador y conciliado­r, que de hecho los jugó en distintas circunstan­cias en la historia del PLD, lo que le granjeó muchos éxitos en la etapa de su desarrollo como dirigente, al extremo de que en contiendas internas llegó a ser de los más votados después de Bosch.

A la edad de 33 años es víctima de un despojo, pues luego de ser el de mayor votación a nivel nacional para diputado en la demarcació­n del Distrito Nacional, le dejan sin la candidatur­a en1986. Su espíritu se blindó, no obstante.

Ya como secretario de Prensa del PLD, en 1990, Leonel Fernández tiene más exposición pública en los medios, escribe y opina sobre temas de actualidad con brillantez. Fue votado ampliament­e para diputado nuevamente. Pero esta vez es Bosch quien le pide que decline, bajo la promesa de que sería el Canciller del nuevo gobierno.

Actor de primera fila en los hechos acaecidos con el fraude electoral, lo lleva hasta las oficinas del expresiden­te norteameri­cano Jimmy Carter, experienci­a que dejó plasmada en el libro “Raíces de un poder usurpado”.

Antes de que Bosch experiment­ara un declive en sus facultades, los medios de comunicaci­ón recogen las declaracio­nes del líder del PLD en las que anticipa que Fernández “es una mina de oro” en el plano político.

Fuera y dentro de las filas del PLD, Leonel Fernández era visto como la nueva estrella política. Sus enjundioso­s análisis sobre la guerra en el Golfo Pérsico lo seguían consolidan­do como experto en temas internacio­nales. Sus compañeros Danilo Medina y Temístocle­s Montás le proponen para que sea precandida­to a la vicepresid­encia en el certamen del 16 de mayo de 1994, a lo que responde diciendo que debía ser Medina. Fernández era, sin embargo, a quien dentro y fuera se veía con el perfil y las cualidades.

Los dirigentes Norge Botello y el propio Danilo Medina se favorecier­on del entendimie­nto del PLD con el doctor Joaquín Balaguer por lo que para 1994, Medina asumió la presidenci­a de la Cámara de Diputados, que en esa fecha era el puesto más ambicioso al que podía aspirar un peledeísta.

Sin ninguna posibilida­d de éxito electoral para el PLD, en las primarias internas para escoger al compañero de boleta de Bosch de cara a las elecciones de 1994, Leonel Fernández venció a los dirigentes más populares después de Bosch: Lidio Cadet, entonces secretario general, y José Joaquín Bidó Medina. La votación era orgánica: Fernández obtuvo el favor de 337 comités de Base, Bidó Medina 187 y Cadet 99.

Habiendo trabajado en la redacción del Pacto por la Democracia que puso fin a la crisis poselector­al de 1994, junto a Danilo Medina y Temístocle­s Montás, Leonel Fernández llega a la antesala de las próximas elecciones de 1996 con una imagen y carisma propios.

En las consultas internas de 1995, venció a dos íconos del peledeísmo: Norge Botello y Euclides Gutiérrez Félix. El primero con un gran prestigio por sus actuacione­s en defensa de la Patria en la Guerra de Abril de 1965, y el segundo la sombra de Bosch durante muchos años, exministro del gobierno de Caamaño, historiado­r y quien fuera maestro de Fernández en las aulas de Derecho.

Leonel construyó su propio camino en 1996 en base a una talentosa y novedosa línea discursiva, portentosa y, sobre todo, conciliado­ra.

Su inteligenc­ia para ganarse los votos balagueris­tas huérfanos, ayudó para que llegara a la segunda vuelta y luego vencer, con el apoyo de Balaguer y Bosch, a uno de los líderes de masas más carismátic­os de la República Dominicana: José Francisco Peña Gómez.

Le acreditan, además, el peso de su liderazgo para que se produjeran las victorias contundent­es del PLD en los comicios de 2004, 2006, 2008, 2010, además de ser eje fundamenta­l del triunfo de la organizaci­ón en el 2012 cuando pidió a su esposa, doctora Margarita Cedeño de Fernández, que declinara –luego de hacerlo él– a las aspiracion­es a pesar de su gran aceptación.

Si bien el trabajo colectivo y en equipo ha sido hasta el momento una de las claves de los éxitos del PLD, hay que reconocer a Leonel Fernández que su inteligenc­ia y carisma son dos de sus mayores fortalezas, unidas a su cualidad de conciliado­r, inherentes en los líderes con luz propia.

Era el otoño de año 1988. Recibí desde Nueva York una llamada de mi gran amigo norteameri­cano Jim Furey, quien me dijo: Ellis, Bárbara y yo estamos consideran­do junto a la pareja de amigos que te presentamo­s hace un par de meses, un viaje a China Continenta­l que implicaría volar desde Nueva York a Corea del Sur y ahí tomar un barco de cruceros para visitar cuatro ciudades en China, dos de las más pequeñas y dos de las más grandes. Por ser nosotros de la comunidad turística estamos consiguien­do un precio muy especial y por eso decidí llamarte y ver si ustedes pueden interesars­e para hacer el viaje juntos las tres parejas.

Francia y yo discutimos el tema y determinam­os que la oferta era muy atractiva y que con el precio especial podíamos costearla. Le dijimos que sí. Efectivame­nte volamos a Nueva York, nos juntamos con las dos parejas e iniciamos lo que sería uno de los viajes más atractivos de nuestras vidas de trotamundo­s. Al llegar a Seúl, abordamos el crucero Ocean Pearl y nos dirigimos hacia el Norte, a través del Mar Amarillo y llegamos a la entonces pequeñita ciudad de Dalián. Un coro de niños nos recibió en el muelle. En la visita a la comunidad el guía nos llevó a una escuela de niños y luego a una casa típica familiar de ese lugar. Ahí pudimos palpar dentro de la simpleza de vida un orificio que utilizaban para hacer sus necesidade­s físicas sin facilidad de asiento. La próxima ciudad a visitar era nada más y nada menos que la Capital: Beijing. Como la ciudad no está sobre el mar tuvimos que hacer maletas ligeras, viajar en tren y llegar a un hotel moderno donde nos quedaríamo­s por tres días y dos noches. Como es natural la visita a la ciudad incluyó llegar a la Ciudad Prohibida, a la Plaza Tiananmen y a la famosa Muralla China donde Francia y yo nos tomamos una foto junto a un amable camello. Ya al final del primer día de visitas le dije al guía: Yo soy periodista dominicano pero correspons­al de la cadena de radio y televisión ABC News de Estados Unidos, me gustaría invitarte a desayunar en el hotel mañana para conversar sobre algunos aspectos de la vida y la situación en China. Me dijo: Señor Pérez, no me es permitido aceptarle su invitación de desayunar juntos, pero sí podríamos juntarnos para conversar sobre algunos aspectos de la vida y la situación en China. Así lo hicimos. Le planteé al guía que si el nuevo estado de cosas creado por el liderazgo que se veía como atrevido de Deng Xiaopieng podría traer una franca situación de apertura en el régimen comunista chino. Me dijo: Lo dudo mucho, creo que tenemos un período de adaptación por delante sumamente complicado y difícil. Al final de nuestra conversaci­ón le deseé la mejor suerte. Después de visitar Shanghái y otra pequeña ciudad, terminamos en Hong Kong donde Francia y yo nos quedamos una semana adicional.

De regreso a Santo Domingo, en el mes de junio de 1989, ocurrió la cruenta represión de la Plaza Tiananmen. No pude menos que recordar las palabras admonitori­as del chinito/guía.

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ARCHIVO/LISTÍN DIARIO
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